Un hombre de 31 años fue condenado a la pena de 12 años de prisión luego de confesar que violó, en reiteradas oportunidades, a su propia hija desde que la criatura tenía 5 años. El caso se conoció a principios de 2016, cuando la niña tenía 8 años, y la denuncia fue radicada por la madre, quien se percató de los cambios emocionales en la pequeña.Formalizada la acusación, el autor de los abusos fue arrestado y finalmente condenado por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vinculo” en medio de un juicio abreviado celebrado ante el Tribunal Penal 1 de la Segunda Circunscripción Judicial, con asiento en Oberá.El acuerdo entre la defensa y el Ministerio Público Fiscal ya cuenta con la homologación de los magistrados Francisco Clavelino Aguirre, José Pablo Rivero y Amalia Lilia Avendaño, quienes conforman el alto cuerpo.Ante tal situación, el acusado -su identidad se reserva a los fines de proteger a la víctima- cumplirá lo que le resta de condena en la Unidad Penal II del?Servicio Penitenciario Provincial.Los hechos que dieron inicio a la investigación se conocieron en la tarde del lunes 1 de febrero de 2016, cuando la madre de la niña se presentó en la comisaría de El Soberbio y acusó a su concubino por abusar de su hija.Ante la denuncia, la Justicia provincial abrió una instrucción en la cual la pequeña ratificó en Cámara Gesell lo que su madre había advertido ante los uniformados. En ese procedimiento, incluso, contó más detalles sobre los numerosos episodios que le tocó vivir y que transformaron su vida en una pesadilla.Del expediente surge entonces que el hombre violó en reiteradas oportunidades a la pequeña y que los abusos se iniciaron incluso cuando la víctima comenzó a concurrir al jardín de infantes. La escena siempre era la misma: los hechos tenían lugar en la vivienda familiar del barrio San Miguel de El Soberbio. El abusador aguardaba que su pareja, madre de la criatura, abandonara la casa para trabajar. Después, amenazaba de muerte a la pequeña para que no contara absolutamente nada.La niña soportó una y otra vez, hasta que durante los primeros días del año pasado quebró el silencio. La gota que rebalsó el vaso tuvo lugar en un paseo que realizaba con el abusador, quien la llevaba en bicicleta rumbo a la casa de su bisabuela, pero desvió el camino hacia un descampado, donde volvió a someterla. Esa vez, además, la golpeó.Avanzado el proceso, el sujeto quedó cercado por las pruebas y días atrás debía sentarse en el banquillo de los acusados para responder por los hechos. Sin embargo, a último momento, resolvió evitar el escarnio público, confesar sus acciones y aceptar una condena que, finalmente, fue de 12 años de prisión.
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