Actualmente vivimos en una época en la que las personas, en especial los jóvenes, no hacen planes a largo plazo. Si uno les pregunta: “¿Y qué vas a hacer en el futuro?”, muchos de ellos no tienen idea. Solo buscan vivir el momento y disfrutar el presente. Muchos chicos entre los 25 y los 35 años sienten angustia porque no pueden formar una familia ni decidir qué es lo que quieren hacer con sus vidas. La razón para ello es que el individualismo en el que están sumergidos los deja con una sensación de vacío constante. Pareciera que lo único que les interesa es “pasarla bien”… y mañana no importa. Es su actitud frente a la vida.La mayoría de los jóvenes tienen en su agenda una “planificación de corto alcance”. Es así que no están dispuestos a negociar su libertad para alcanzar metas importantes, como obtener un título o disfrutar una relación de pareja estable. Pero si queremos lograr cosas en la vida que nos permitan crecer es fundamental sacrificar parte de esa libertad, para perseguir un objetivo hacia adelante.La cultura de “vivir el momento y que lo demás no importe” nos hace saltar de una situación a otra, de una persona a otra. Y nos deja insatisfechos, pues los seres humanos fuimos creados para proyectarnos y avanzar. Cuando vemos un horizonte a largo alcance, podemos disfrutar del presente y superar cualquier crisis que aparezca en el camino. En el pasado, nuestros padres solían decirnos cuando éramos chicos: “Terminá el secundario y después podés hacer lo que quieras. Pero si no querés estudiar, tenés que trabajar”. ¿Te lo dijeron? A mí, sí. Y la verdad no me gustaba en absoluto la escuela secundaria, pero terminé porque tenía una meta a largo alcance: cursar una carrera universitaria.Y ese deseo de estudiar y aprender, que me ayudó a no abandonar antes de tiempo, lo mantengo hasta el día de hoy. Agradezco a mi mamá que me enseñó a tener metas de largo alcance y animo a todos los padres a hacer lo mismo, a través del ejemplo. Cuando dibujamos nuestros sueños y nos movemos hacia ellos, nos levantamos pensando qué vamos a llevar a cabo ese día para acercarnos a ellos.¿Por qué tantos se deprimen y entran en crisis hoy? Porque no saben hacia dónde quieren ir, porque no tienen nada por qué vivir. Cuando una persona tiene un sueño grande hacia adelante, una razón para seguir adelante, no importa lo que suceda. Aun en la dificultad o el fracaso (porque las cosas no salen como esperaba), tiene la convicción de que esa “materia no aprobada” es solo un escalón hacia su meta.¿Sabías que antes de inventar la lamparita eléctrica como la conocemos, Thomas Edison se equivocó cientos de veces? Su ayudante le comentó: “Maestro, ya fracasamos demasiadas veces”, a lo que él le contestó: “No fracasamos, descubrimos muchas cosas que no funcionan”. Enfocarnos en el error nos estanca; enfocarnos en la meta nos libera. Sin importar la situación actual, pensar en un mañana mejor, en un sueño grande a alcanzar (o más de uno), nos brinda la posibilidad de planificar a largo alcance y accionar para lograr aquello que soñamos. Y, sobre todo, de estar cada año mejor. Está bien disfrutar cada momento, pero no vivir el hoy sin una meta hacia adelante. Esta sociedad post-moderna nos quiere robar los sueños de largo alcance y nos empuja a consumir y pasarla bien solamente. Por eso, hay tantos problemas a nivel emocional y psicológico, tanta violencia desmedida. Para salir de todo eso, dibujá tus sueños y no tires la toalla hasta alcanzarlos. Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected] StamateasLicenciado en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.
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