Un changarín fue sentenciado a trece años de prisión después de confesar que violó a su hijastra de solo nueve años, en varias ocasiones, y firmar un juicio abreviado ante el Tribunal Penal 1 de Oberá.El caso salió a la luz siete años después, cuando la víctima escapó y pidió alojamiento a su hermana. Allí logró contar el calvario que calló por miedo. Horrorizada por lo relatado, a mediados de 2015, la hermana mayor radicó la denuncia contra el sujeto. Entonces todo se supo.La madre de la criatura nunca creyó que su concubino fuese capaz de cometer semejantes atrocidades e intentó defenderlo. Sin embargo las pruebas en su contra era más que suficientes y el hombre terminó arrestado.Finalmente, el martes por la mañana en un juicio abreviado, el changarín aceptó la condena por el delito de “abuso sexual con acceso carnal calificado y abuso sexual simple calificado agravado por la guarda y amenazas, todo en concurso real”.El acuerdo entre la defensa y la fiscalía cuenta con la homologación de los magistrados que conforman el alto cuerpo, Francisco Clavelino Aguirre, José Pablo Rivero y Amalia Lilia Avendaño.Calvario en silencioDe acuerdo a la instrucción, todos los episodios ocurrieron en la vivienda familiar, en la zona sureste de Oberá. Uno de ellos tuvo lugar por la noche, cuando la pequeña descansaba en la habitación mientras que su madre estaba en el living de la propiedad. Según precisaron fuentes de la investigación, la mujer ingería bebidas alcohólicas, circunstancia que fue aprovechada por el depravado, quien sigilosamente ingresó al dormitorio de la niña, se acostó junto a ella, le tapó la cara con una almohada y la accedió carnalmente.Antes de retirarse del dormitorio, el sujeto la amenazó con matar a su madre, sus hermanos e incluso a ella misma. Le exigió que no dijera nada frente a las maestras de la escuela a la cual concurría.Los hechos se repitieron y la pequeña intentó escapar de todo ese calvario. Trascendió que durante siete años ella evitaba regresar a la vivienda. Tenía miedo, estaba atemorizada y no sabía cómo decirlo ni a quién. En más de una oportunidad escapó y descansó donde el sueño la atrapaba.Finalmente, en el 2015, cuando cumplió 16 años, tomó sus pocas pertenencias y se marchó. Se fue a la casa de su hermana, ubicada en otro barrio.Pasaron algunos meses hasta que ella se animó y contó todo. La hermana, aterrada por lo que acaba de escuchar, no dudó y fue directamente a la dependencia policial. El viernes 21 de agosto de 2015 formalizaron la denuncia contra el padrastro.De inmediato la justicia inició la investigación y poco después se ordenó un allanamiento en la vivienda del acusado. Cuando los uniformados arribaron al lugar, la madre de la criatura intentó frenar el procedimiento: atacó con insultos y atropelló a los policías. Es que para la mujer, su concubino era inocente. Sin embargo, los elementos incautados eran contundentes y fueron determinantes para concretar la detención del sujeto.Por ese actuar, además, la Justicia imputó a la madre de la víctima por el delito de “resistencia a la autoridad”, por el que firmó una “probation” o pedido de suspensión de juicio a prueba.
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