(Nota completa publicada por PRIMERA EDICIÓN el 19 de febrero de 2002)El Tribunal Oral en lo Penal 1 de Posadas condenó a nueve años de prisión a un joven acusado de provocar la muerte de su pareja, quien antes de morir dio a luz a una beba a la que llamó Milagros.Jorge Rubén P. (24) había llegado a juicio bajo el cargo de homicidio preterintencional de acuerdo al criterio de la fiscal de Leandro N. Alem. Pero el fiscal Rolando Oliva apuntó ayer a esta cuestión y sostuvo la acusación de homicidio simple con dolo eventual, criterio que fue seguido por el Tribunal salvo por la pena impuesta. Oliva había solicitado catorce años de prisión. Por su parte, la defensora de P., Celina Silveira Márquez, intentó mantener la hipótesis del homicidio preterintencional por el que pidió el mínimode la pena, es decir un año. Oliva criticó la elevación a juicio ya que de esta forma y si se seguía el proceso bajo esa carátula, el acusado era pasible de una pena que podía variar entre uno y tres años de prisión, cuando a las claras, y de acuerdo a los informes médicos de la forense, fue el único responsable de la muerte de su concubina, Graciela Machado.P. generó el repudio de los vecinos de Itacaruaré, que salieron a buscarlo para lincharlo al saberse que la joven había muerto debido a los golpes propinados por él.Machado desarrollaba un embarazo de 9 meses cuando recibió una brutal golpiza. Sólo alcanzó a vivir para alumbrar a su hija y luego se dejó ir. El brutal episodio se desató el 15 de julio de 2000. En ese momento Graciela estaba viviendo en San Javier, en la casa de su hermano Luis. Ese día llegó P. a buscarla y regresaron a Itacaruaré.La mujer comenzó a manifestar dolores y fue trasladada al hospital de San Javier. A los pocos minutos ingresó a la sala de partos y alumbró una nena. Poco después la joven comenzó a vomitar y orinar sangre y decidieron derivarla al hospital Samic de Oberá. Al día siguiente, el cuadro de Graciela se complicó y volvieron a trasladarla, esta vez al Madariaga de Posadas. Dos días después (el 19), falleció.El pasado jueves, cuando P. ocupó el banquillo de los acusados, no quiso admitir las evidencias en su contra. Negó la golpiza a su concubina e intentó hacer creer que los hematomas fueron producto de una caída en el hospitaI. Pero los testimonios que se escucharon a lo largo de la audiencia no le favorecieron.Ese día el juicio pasó a un cuarto intermedio hasta ayer, cuando se escucharon los alegatos y la sentencia. El debate fue presidido por el juez Juan Enrique Calvo quien estuvo acompañado por los camaristas Roque Martín González y Alfredo Rafael Escribano.
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