La profundización de la protesta de los pequeños productores y tareferos, los eslabones más débiles de la cadena, refleja el incumplimiento de los precios pactados en el Inym, a la vez que la caída de los precios de la yerba mate en góndola, atados a valores de 2015, y el impacto de un nuevo ciclo de superproducción. El período de sobreoferta, como ya ocurrió, tiende a extenderse por varios años y a reforzar el desequilibrio estructural en el reparto de ingresos del sector, claramente acotado por el peso de la concentración que exhiben la industria y las grandes superficies comerciales.Si se mira al pasado, receptando la influencia del exceso de nuevas plantaciones en la crisis que precedió a la disolución de la Crym (Comisión Reguladora de la Yerba Mate) en 1989, y a la ineficacia de las “rondas de concertación yerbatera” de los noventa en un contexto exceso de oferta de yerba verde y canchada; queda en claro que los problemas actuales podían haberse evitado.La ausencia de controles que en su momento, según los conocedores de la historia del sector, ayudó a desmantelar el andamiaje de planificación en torno de la Crym, ha sido también en los últimos años una constante a pensar de las importantes expectativas que se depositaron, desde 2002 en adelante, en la creación del Inym. La corrección de los desequilibrios internos, como la exclusión que sufren los tareferos y la descapitalización del pequeño productor, objetivos prioritarios en la agenda de creación del Instituto, se diluyeron en la práctica en una madeja de trabas burocráticas, leyes discutidas pero nunca aprobadas, precios incumplidos y controles ausentes.
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