De acuerdo a la leyenda, “un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper”. María José Jesch no creía que podía enamorarse. Siempre dejó que la vida la sorprenda porque nunca se sabe la veracidad de las leyendas hasta que te pasa, y a ella le ocurrió.Majo es correntina pero encontró al amor de su vida a más de 11 mil kilómetros de casa. Lo encontró al otro lado del Océano, en Alemania. Pero volvamos al principio cuando “Majo” vivía en Posadas donde estudiaba Licenciatura en Comunicación Social en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Además, por esos días, perfeccionaba el idioma alemán en el Instituto Gutenberg. A principios del 2010 decidió que era hora de conocer Alemania y se inscribió en un programa de “intercambio”. Su primer destino fue la ciudad de Köln y llegó el jueves 6 de mayo. “Yo sólo quería perfeccionar el idioma y volver para dar clases de alemán a los niños”, recuerda. Sin embargo, el destino le tenía otros planes. Los primeros meses fueron difíciles: atrás quedaron la familia, los amigos y compañeros de la facultad, tenía que comenzar de nuevo. Entre el trabajo y el ritmo de Alemania, sus días transcurrían casi mecánicos. Y no sospechaba que ese iba a ser el año que le cambiaría la vida. Pero así como sucede con los grandes hitos de la vida, una decisión tomada en un instante cambiaría el curso de los acontecimientos. Meses después, en julio asistió a una “fiesta ska” en Köln.De pronto, Majo levantó la vista y lo vio, un chico rubio de ojos azules que le cambiaría la vida. De fondo sonaba la música punk. Sin pensarlo, tan sólo arrastrados por el impulso, comenzaron a hablar. Él era Przemyslaw Mateuzs Jesch, nacido en Polonia.Le dijo que se había enamorado de ella a primera vista, y de cierta forma ella le creyó de inmediato. Al finalizar el recital decidieron quedar en contacto para ir juntos a algún evento. La conexión que tenían era increíble “llegó un momento en que hacíamos muchas cosas juntos y nos convertimos en una especie de ‘amigovios’”.Dos años después, tomando mate, Majo le contó que se tenía que volver a la Argentina, la visa ya se vencía. Él se desesperó y rápidamente buscó la forma para que se quede. “Me preguntó: ‘¿Y si nos casamos?’. Y así fue”.En febrero de 2012 se casaron en la ciudad de Dortmund, lo hicieron por civil. Les quedó pendiente la iglesia y entonces, en mayo de 2015 viajaron a la Argentina donde celebraron la boda: ella vestida de paisana correntina y él, con el traje típico polaco. Fue una celebración que convocó a gran parte de los vecinos. Hoy Majo reside en Alemania y es madre de una hermosa niña llamada Izabela que nació el 6 de abril 2016. PorSusana Breska [email protected]
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