Señora Directora: Ya aparece como inevitable que el año escolar volverá a comenzar en 2017 como ya es habitual en los últimos tiempos: con un paro de protesta tras mejoras salariales. Esta vez consecuencia de la voluntad del gobierno federal de no convocar a la paritaria nacional docente –según ley–, sino dejar en manos de las provincias esa negociación. Esa decisión en mi opinión tiene una triple intencionalidad, transfiriéndole el costo electoral que pudiera significar. 1) El conflicto se deriva a los gobiernos en ellas, en su mayoría incapacitadas de asumir grandes compromisos laborales si no cuenta con el auxilio de la Nación; 2) volver a cercenar el salario de los docentes, sin la necesidad de establecer el piso del 18% en los aumentos salariales que pretende (y lo está mostrando con los bancarios) establecer como tope para todas las actividades; 3) evitarse intervenir en una negociación que será prolongada y difícil, sin verse forzada a asumir compromisos financieros necesarios para auxiliar a las provincias si los incrementos exceden las posibilidades de éstas y que, de otra manera, se descarta.Ya el año pasado, gracias a la política nacional que prioriza a los amigos generando una fuerte reducción del sector trabajador en el reparto de la riqueza nacional, los docentes y otros trabajadores perdieron un gran porcentaje de su poder adquisitivo. Este año, a la luz de las declaraciones de distintos funcionarios del gabinete nacional, parece que va a insistirse con ese panorama, obligando al ajuste de los trabajadores. En tanto, condona graciosamente las deudas de algunas poderosas empresas –entre ellas una de la familia presidencial– y establece grandes subas de tarifas que suman más beneficios a esos mismos holding.No sé si el gobierno podrá diluir esa protesta futura, pese a un gremialismo cómplice que ha demostrado no estar a la altura de su historia.
Discussion about this post