El conflicto de los “manteros” ha dado mucho que hablar. Ya sean “manteros o comerciantes”, hubo quienes lo redujeron a “legalidad o ilegalidad”, hubo denuncias por competencia desleal, etc. La sociedad se encuentra polarizada.Lo cierto es que vivimos jornadas en las que la comunidad pagó costos altísimos: más de 5.000 efectivos que, en lugar de estar en sus puestos habituales fueron afectados a los operativos para el desalojo y posterior control del corte de calles; los particulares que nada tenían que ver con el conflicto por las demoras en el tránsito; comerciantes sin poder abrir sus negocios en virtud de la inseguridad reinante; las personas que usualmente vendían en la calle sin poder trabajar para ganar el pan; más de diez detenidos y hasta personas heridas.No es mi intención analizar el fondo de la cuestión sino más bien, advertir respecto a cómo “perdemos todos” cuando enfocamos los conflictos de manera confrontativa, es decir, con el paradigma ganar/perder.En estos contextos confrontativos, ya sea que se hable de “derrota” o “victoria”, seguramente un grupo de personas las connotará negativamente. Polarizar el conflicto, minimizándolo a dos posturas lleva a la rivalidad dificultando el avance hacia una visión compartida de la situación. En cambio, la presencia de un mediador o facilitador, permite cambiar las pautas de comunicación argumentativa – centradas en descubrir quién tiene la razón y quién se equivoca-, por el paradigma colaborativo, que trabaja el conflicto como perteneciendo a todos, admitiendo las distintas percepciones o visiones que cada parte pueda tener, posibilitando el diseño creativo de opciones y, a partir del trabajo en equipo, convertir una lucha en un exploración enfocada en el diseño de una solución co-construida por las partes. La mediación o facilitación de conflictos son procesos sin vencedores ni vencidos, que brindan la oportunidad de ampliar la participación ciudadana, único camino para construir mejores comunidades.Resalto, entonces, el enfoque del conflicto porque esto determina el tipo de proceso a aplicar para resolverlo. Y por más que haya quienes me tildan de utópica, en este caso puntual, puedo decir que he sido parte del equipo de trabajo, que abordó una situación similar a la que se vive actualmente en Caba, en el ámbito local.Efectivamente trabajamos por casi cinco meses con reuniones dos y tres veces por semana, diseñando el proceso, convocando a los actores que debían intervenir, realizando reuniones privadas y conjuntas, teniendo en cuenta los intereses de los distintos grupos de feriantes, sindicatos, el interés del Poder Ejecutivo municipal, de los propietarios de los predios afectados y luego de un largo proceso se firmó un acuerdo consensuado que permitió que casi 500 feriantes, provenientes de distintos rubros y sectores, trabajen juntos, de manera reglamentaria, respetando a los propietarios, los intereses del sindicato y del municipio.Si bien la mediación fue considerada como “alternativa” en sus comienzos, el auge y el alto porcentaje de efectividad que arroja ponen en evidencia que se trata de algo primordial.Aprender a transformar los conflictos en oportunidades debería ser una materia obligatoria, en especial cuando implica la superación de visiones catastróficas y deterministas, que sólo llevan a justificar la inacción, o bien, el abuso de poder.Apostemos entonces a la mediación y este tipo de procesos que inciden en la capacidad de cada persona y comunidad para superar sus diferencias, y buscar alternativas a la cultura de la confrontación en la que estamos inmersos, planteando una nueva mirada de las relaciones interpersonales desde una lógica de diálogo, paz y consenso. ColaboraValeria [email protected] 3764510132
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