Con una insondable creatividad y con su pluma maravillosa, María Elena Walsh le dio alas a miles de niños y los invitó a volar a lugares llenos de fantasía y a sentir que todo podía ser posible. <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/238049/la-fecha-que-se-llevo-a-dos-grandes-literatas-de-la-region.html">Hace un año, la poetisa y escritora argentina entraba a otro plano de la </a><a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/238049/la-fecha-que-se-llevo-a-dos-grandes-literatas-de-la-region.html">eternidad</a>, dejando un valioso legado a través de sus obras.María Elena se hizo parte de la niñez de varias generaciones que crecieron con la tortuga Manuelita, cantaron e imaginaron “El reino del revés”, se admiraron con la Vaca estudiosa, a la vez que hizo canciones que son parte del cancionero popular, entre ellas: “Como la cigarra”, “Barco quieto”, “Serenata para la tierra de uno” y “El valle y el volcán”.De esta manera, a lo largo de su vida, esta creadora extraordinaria supo construir un puente directo al alma de miles de niños y grandes.Grandiosa, genial y eterna, María Elena dejó huellas profundas y mágicas en tantos seres, que no alcanzarían las páginas de un libro para reflejarlas. A cada uno que conoció su obra le dejó una chispa, una marca, una enseñanza. Para conocer más de cerca estas huellas mágicas, PRIMERA EDICIÓN convocó a la escritora Rosita Escalada Salvo, a la actriz y narradora Gricelda Rinaldi y al cantautor Joselo Schuap, quienes abrieron las puertas de ese mundo fantástico que conocieron a través de María Elena Walsh.Como la cigarra…La narradora y actriz Gricelda Rinaldi dio a conocer esa honda huella que le dejó la obra de Walsh, expresó que su mejor homenaje es narrar muchos de sus cuentos y subrayó que hay un antes y un después de María Elena en la literatura infantil argentina. “Había una vez una vaca en la Quebrada de Humahuaca que hizo que yo abriera asombrada mis ojos de niña, ya que hasta donde yo sabía, las vacas no asistían a la escuela. Pero esta vaca era distinta, desafiante. Como también lo era Manuelita que dispuesta a estar más bella se propuso realizar un largo camino a París, cuando todo el mundo sabe que las tortugas no llegan nunca demasiado lejos. En fin, monos que cazan naranjas, osos que caben en una nuez, brujos de Gulubú que curan más que la medicina de guardapolvo blanco, perros salchichas que toman sol en la playa con gorros de marinero y que por si eso fuera poco son levantados por gaviotas rumbo al cielo casi se diría un mundo al revés, un mundo en el que lo imposible resulta totalmente posible de la mano de la fantasía de una escritora y cantante llamada María Elena Walsh”.“Me atrevo a decir que en la literatura argentina hay un antes y un después de ella. Hay una forma diferente de pensar a la infancia y el arte que se construye para niños y niñas. Así como hay un antes y un después de esa dupla maravillosa que compusieron Midón-Gianni en el teatro y la música infantil, en la literatura, María Elena Walsh sentó las bases de otra forma de escribir para los niños y las niñas. Diría que esta escritora rompió con la idea estereotipada de pensar un arte para la infancia plagado a hasta el hastío de diminutivos, palabras felices, el chiste fácil, el decorado estridente y por supuesto nada que ‘ponga en peligro el mundo de la infancia’”.“Aún recuerdo con espanto, cuando el 23 de mayo de 1979 el terrorismo de estado, desde la resolución 480 prohibió la lectura de La torre de cubos en las escuelas, de la escritora Laura Devetach por ‘exceso de Fantasía’. También prohibió la estrofa de Manuelita la tortuga que dice ‘Manuelita por fin llego a París, en los tiempos del rey Luis, se metió bajo el colchón cuando la revolución…, por la palabra ‘revolución’. Es importante que recordemos que esto sucedió en nuestro país porque de lo contrario ya se sabe con la desmemoria: ‘En el país del Nomeacuerdo doy tres pasitos y me pierdo’. Celebro entonces el exceso de fantasía de esa mujer que, además, de adolescente me hizo ‘pensar’ en cuestiones de género con sus canciones ‘para adultos’. Tanto por decir…tanto por agradecerle”.“Mi mejor homenaje como artista es narrar muchos de sus cuentos, como una forma de mantenerla viva en la memoria para que se cumpla aquello de ‘tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando”, concluyó Gricelda con este fragmento de la memorable canción “Como la cigarra”.“Una mujer increíble”Gran admirador de la obra de Walsh, el cantautor Joselo Schuap grabó junto a Osvaldo de la Fuente y Lito Dartois el disco “Tributo a María Elena” presentado por la Gira H2O, y primero en su tipo por estar hecho con ritmos del Litoral. “María Elena Walsh le cantó a los chicos pero diciéndole cosas a los grandes, dejando la posibilidad de que el niño crezca, no fue una canción aniñada”. “Escribió muchas canciones para adultos, creo que la canción ‘Como la cigarra’ es ella. Fue una de las primeras mujeres que defendió la libertad sexual, ella era lesbiana y se jugó. En aquella época asumirlo no era lo mismo que hoy y creo que ella defendió siempre la mujer y la figura de la mujer, por ejemplo en la canción de ‘La mona Jacinta’, ella plantea muchas cosas de una sociedad machista. Todos los temas tienen una figura, la ‘Canción del jardinero’, una canción hacia los artistas muy fuerte. La verdad es que esta mujer fue increíble”, resaltó Joselo.El duende de María Elena“Tutú Marambá es el nombre de un ser mitológico del Brasil. Tutú Marambá fue uno de los primeros libros de poemas que le&
iacute; de la querida María Elena Walsh”, recordó la escritora Rosita Escalada Salvo y prosiguió: “Tutú Marambá se llamó el teatro de títeres que, estrenando mi título de profesora en la Escuela Normal 3, de Puerto Rico, creamos con un grupo de alumnos de 5º año. Algo del espíritu del duende habrá habido, porque desde entonces, fui apasionada lectora de los cuentos, poemas, letras de canciones de la escritora que creó un ‘mundo del revés’ para la infancia y para los docentes que dejaron de aferrarse a las moralejas y moralinas y se animaron a incursionar en otros campos literarios, para alegría y beneficio de los chicos”. “Porque ¿Quién no cantó alguna vez a Manuelita de Pehuajó o a la vaca de Humahuaca?, ¿Quién no se quedó quieta, quieta, como una galleta o bailó a la par de la Plapla? O, leyendo los versos de la Canción de cuna para un gobernante no se admiró de la valentía de expresar pensamientos cuando esa facultad era penada con el exilio o algo peor? María Elena produjo un quiebre, una escisión en la literatura para niños -y para grandes- y los que entonces apenas comenzábamos a pergeñar cuentitos y versos para jugar a inventar, nos lanzamos a la pileta llena de letras y buceamos hasta encontrar nuestro propio camino. Pero sí, la que nos guiaba era ella. Y si bien fue José Sebastián Tallón el que maravilló con aquel libro que no volví a encontrar en las librerías ‘Las torres de Nuremberg’ asumo totalmente que, al menos en la poesía, le debo a María Elena Walsh el haberme iniciado, aunque después Elsa Bornemann me mostró otros senderos y Graciela Montes me animó a una prosa más desinhibida”. “Pero sí, siempre vuelvo a releer los ‘Versos para cebollitas’ y a escuchar su melodiosa voz que me deleitó en el Teatro de Vera y Aragón, en Corrientes”, detalló Rosita y rememoró aquella vez que María Elena estuvo de visita en Posadas. “¿Que si la llegué a conocer? ¡Claro! Cuando vino a Posadas, a una Feria del Libro Infantil, organizada por el Instituto Montoya. Entonces la vi -la veo como si fuera ayer- pero no me animé siquiera a pedirle un autógrafo. Era una ídola”.“Aunque uno conoce verdaderamente a un autor cuando se sumerge en sus obras. Y allí sentimos cómo aflora toda la ternura, la calidez, la musicalidad del alma-duende de María Elena Walsh”, expresó Escalada Salvo y para concluir reflexionó: “Ah! ¿Y quién dijo que se fue? Nooo! Nunca se irá mientras haya lectores que se maravillen con sus creaciones sin edad”.
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