Los delincuentes colocaron una microcámara que apuntaba al teclado del cajero electrónico. Las víctimas, sin saberlo, iban dejando dos huellas que a los ladrones les iba a ser de gran utilidad: una, al pasar su tarjeta en el lector falso, y la otra al teclear su clave. Después, los malandras se iban a llevar el lector y, a partir de una tarjeta magnética, iban a clonar con los datos que quedaron de la tarjeta de la víctima. Luego mirarían la película en la que la víctima teclea su clave en el cajero y sabrían los cuatro números secretos. A la tarjeta clonada, que ya tiene los datos de la verdadera, los delincuentes la introducirían en cualquier cajero y, como ya saben los números, sacarán el dinero que les plazca. Este delito, conocido como “skimming”, por poco no se concretó en Posadas. Y se evitó gracias a la denuncia de un joven de 21 años, quien dio cuenta ante la Policía de que el pasado sábado fue al cajero que se encuentra en la avenida Uruguay, entre Ameghino y Neuquén, y detectó dispositivos para cometer el citado cibercrimen. La Policía incautó en el lugar cámaras filmadoras, tarjetas de memoria y hasta micrófonos. Se cree que los malandras lograron llevarse el lector falso al verse descubiertos.
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