“No sé por qué estoy acá, yo no hice nada”, dijo una y otra vez Sergio?Pereira?(35) durante los últimos dos años y nueve meses. Se cansó de repetirlo. Volvió a insistir en pleno juicio. Hasta que este miércoles, finalmente, le creyeron. Acusado por el crimen a puñaladas y golpes de un hombre en San?Pedro, estuvo detenido desde el lunes 10 de marzo de 2014 hasta ayer al mediodía, cuando el Tribunal Penal 1 de Oberá lo absolvió por el asesinato de Ramón Luciano?(44). Casi se le escapan las lágrimas a Pereira al escuchar el fallo de los magistrados Francisco Aguirre, José Pablo Rivero y Lilia Avendaño. Fue el punto final para el calvario que lo llevó a arrastrar por exactamente 1.010 días una cruz que no le pertenecía. Es que la propia fiscal Estela Maryx Salguero de Alarcón no encontró pruebas y en su alegato pidió que sea absuelto por el beneficio de la duda.“La fiscal no acusó, incluso pidió que vuelva el expediente a la instrucción, nunca hubo una prueba directa en su contra. Hicimos pedidos de falta de mérito, apelamos la prisión preventiva. En todo momento le hice notar a la instrucción que no había elementos para llegar a juicio. Él hasta hizo dos huelgas de hambre estando en prisión. Se hizo justicia”, le dijo ayer minutos después de la sentencia a PRIMERA?EDICIÓN Juan Roberto Gómez Da Silva, defensor de Pereira.Pereira llegó acusado de “homicidio simple” por el crimen de Ramón Enrique Luciano, perpetrado el domingo 9 de marzo de 2014 en el barrio Cristo Resucitado de San Pedro.Todo sucedió alrededor de las 1.30. O al menos a esa hora, las autoridades tomaron conocimiento del caso. Después de la investigación surgió que un testigo incriminó a Pereira como el autor de una feroz golpiza a palazos que acabó con la vida de la víctima.Del informe médico surgió que presentaba “traumatismo maxilar facial, herida contuso cortante y signos de fracturas varias”. Sin embargo, nunca quedó claro quién fue el autor. Un escueto testimonio que decía haberlo visto con Luciano minutos antes fue el principio del fin para Pereira. Sin embargo, el testigo no era claro y reconocía no saber qué sucedió luego.La duda se hizo aún más grande cuando se corroboró que días atrás ese testigo había intentado hacer un negocio con la víctima, quizás a sabiendas de que la víctima contaba con efectivo para comprar un auto.Del famoso “error judicial” se trató la causa de Pereira. Es que pese a las incertidumbres, la instrucción del magistrado Demetrio Cuenca -actualmente suspendido por irregularidades en el Juzgado que tramitó el expediente del ahora absuelto- continuó y el acusado finalmente llegó a juicio. Ni hablar de los casi tres años que duró el proceso. El caso de Pereira es un fiel ejemplo sobre cómo un inocente puede pagar en carne propia por los errores ajenos.El debate comenzó hace poco más de dos semanas y finalizó el miércoles, después de dos audiencias postergadas. Pereira se sentó en el banquillo de los acusados y pidió la palabra. “No sé por qué estoy acá, yo no hice nada”, volvió a insistir. Y esta vez le dieron la razón. El suplicio finalmente terminó.“Soñaba con mi libertad, nunca en mi vida había estado preso”Apenas horas después de recuperar la libertad y acabar con una verdadera pesadilla, Sergio Pereira (35) habló con PRIMERA?EDICIÓN y contó parte del calvario que le tocó vivir en los últimos dos años y nueve meses.“Yo estaba tomando tereré en mi casa cuando escuché que habían matado a un tipo. Le pregunté a un vecino quién era, pero nadie sabía. A los pocos minutos llegó un oficial y preguntó si era Sergio. Me dijo que tenía que acompañarlo y yo le dije que no había problema, pero quería saber por qué. Recién al otro día me dijeron por qué estaba detenido”, relató Pereira sobre aquel domingo 9 de marzo de 2014.Sergio había llegado apenas veinte días antes al pueblo para cuidar de sus padres, ya jubilados. Antes de eso se dedicaba a la forestación en Wanda. “Ahí cambió mi vida. La cárcel es otra vida, otro ritmo. Es un mundo aparte. Son tragedias que uno tiene que vivir para saber de qué se trata. Nunca había estado preso, ni siquiera por contraventor”, confesó el entrevistado.“No guardo rencor a nadie, pero la Justicia jugó sucio conmigo, porque nunca me escucharon, pese a las apelaciones y todo lo que presentamos. Todo fue sin ninguna prueba”, apuntó Pereira, quien agradeció a Gómez Da Silva por estar desde el comienzo en la defensa.Pregunta obligada. ¿Qué le pasó por la cabeza al escuchar la absolución? “Estaba tranquilo, siempre tuve la conciencia tranquila, porque no hice nada y sabía que un día todo se iba a aclarar”, responde Pereira, que ahora asegura que tratará de recuperar su trabajo en el área forestal.“Estoy bastante emocionado. Ahora sólo quiero disfrutar, lo que más quería era la libertad y ahora por fin la tengo. A pesar de la injusticia, nunca dejé de luchar. Y voy a seguir así”, finalizó Pereira, aún sin poder creer el día que vivió ayer.
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