Señora Directora: Como todo ser humano, tengo la virtud de hablar para darme a entender, sea por la palabra, la escritura u otros medios que el Hombre ha lucubrado e inventado por su ingenio mental de acuerdo al desarrollo de su inteligencia y entendimiento. Todo ello merced a la gracia divina del Supremo Creador, el Dios omnipotente, omnisciente y omnipresente; el mismísimo Dios soberano que se invoca al pie del preámbulo (exordio) de nuestra ley madre, la Constitución Nacional. La que, lamentablemente, muchísimos ciudadanos que se postulan como candidatos en los partidos políticos (instituciones de la democracia) como representantes del soberano que es el pueblo y en quien reside el poder, violan sistemáticamente. Hacen caso omiso a gran parte de sus postulados en ella inscritos como si la Constitución estuviera bajo la arbitrariedad de los tres poderes republicanos del Estado nacional (Nación). Este proceder implica una abierta violación a la justicia, la razón y las leyes, y debe ser consideradas bajo pena de nulidad absoluta e insanable (artículos 29–36 y 119), cuyas penas en estos artículos están establecidos para quienes así actúen.Es menester que todos entendamos, desde el Presidente de la República hasta el último ciudadano de nuestro territorio nacional, que nuestra Constitución no fue puesta al amparo de ningún “jerarca” de nuestra Argentina ni de la tierra, sino al “amparo de Dios, fuente de toda razón y justicia”, pues fue juramentada en forma unánime por todos los convencionales como representantes del pueblo, el histórico 1 de mayo de 1853.Con el mayor respeto y humildad, me dirijo a mis compatriotas y conciudadanos de esta maravillosa tierra argentina para expresarles que todos somos iguales ante la ley, conforme lo establece el artículo 16 de nuestra Ley Madre, la Constitución Nacional, que dice: “La Nación Argentina no admite prerrogativas (privilegios) de sangre ni de nacimiento”, no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad”.La ley es una regla y norma constante e invariable de las cosas que redunda en beneficio de la sociedad para la armonía y equilibrio de un país o estado soberano, donde su cimiento es la democracia, basada, además de la facultad humana de determinar los propios actos, dentro de los parámetros éticos y morales en todos los órdenes de la actividad humana. Consiste en un precepto dictado por la suprema autoridad del Congreso de la Nación, sin perjuicio de que también en las cámaras de representantes provinciales se proceda de la misma manera.Debemos saber y entender que los senadores y los diputados nacionales son miembros del Parlamento donde existen dos cámaras y ellos son elegidos por medio del sufragio (voto) de los ciudadanos que se encuentran inscritos legalmente en un listado denominado Padrón Electoral. De la misma manera debe proceder en todas las provincias que conforman el territorio nacional.De acuerdo a mi leal entendimiento de lo que está escrito en la Constitución y demás leyes regidas por ella, las autoridades electorales deben ser de probidad absoluta, porque en ella se juega el prestigio de una verdadera democracia republicana.
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