La quietud del barrio Santa Lucía se quebró este lunes a la siesta con los gritos desgarradores de una mujer que fue atacada por una jauría en momentos que trasponía la avenida Aguado para ir a cumplir con sus tareas diarias. Cuando los vecinos asomaron, el panorama era desesperante. Esther Rosaura Galeano (37) estaba tirada en el suelo y era atacada por un rottweiler y cuatro bóxer, que desde hace unos tres años atemorizan a los pobladores de la zona cada vez que ganan la calle. Luego de arrojar una numerosa cantidad de piedras y palos, los animales abandonaron a la víctima que, totalmente lastimada en brazos y piernas, fue trasladada al hospital Madariaga.“Salió para el trabajo, y se me dio por mirarla. En eso veo que la estaban atacando cinco perros. Salgo corriendo pero no podía abrir la puerta. Agarré piedras, y con mis gritos alerté a todo el vecindario. Mi hija intentaba permanecer parada pero al rato la tumbaron, y la arrastraron por varios metros. Si los vecinos no salían, la iban a matar”, lamentó Mirta Núñez, madre de la víctima, mientras exhibía un pantalón embarrado hecho trizas. Al borde de las lágrimas y sabiendo la suerte que pudo haber corrido su hija, destacó la solidaridad de los vecinos y aseguró que “no es la primera vez que ocurre. A veces los domingos se escapan y los vecinos tienen que esconderse porque atropellan. Casi todos tienen problemas pero los dueños hacen oído sordo. Vamos a la despensa, la carnicería, y están ahí, son un peligro. Son perros malos”.El vecino Jorge Díaz aseguró que son perros que “permanentemente están molestando. Ya mataron a perros y gatos, y mordieron a otra persona. Siempre se hicieron las denuncias pero el expediente muere en la comisaría. Esta vez decidimos que se haga público porque el Imusa tampoco hace nada y necesitamos que saquen a esos perros del barrio. Hasta el momento agredieron a personas grandes pero si llegan a agarrar a una criatura, obviamente que el final será otro”.Indicó que la dueña se acercó y ofreció hacerse cargo de los medicamentos pero “la cuestión es que se lleven los animales de acá porque son un peligro constante y permanente para cualquiera. Por el lugar donde escapa uno, siguen los otros y andan por la calle. Tienen un alto nivel de estrés, lo que hace que sean agresivos. Si pasa una persona y uno toma la iniciativa de atacar, los otros lo siguen”.“No es la primera vez que sucede. A un perrito lo destrozaron en varias partes. Los gatos prácticamente desaparecieron del barrio. Se ensañan. A la vecina, que es madre de dos niños pequeños, la lastimaron en las piernas, los brazos, el nivel de estrés, el trauma que le crearon es increíble, y no sabemos si están vacunados”, manifestó, indignado. Una hermana de Esther comentó que debido al temor que generan estos animales, cuando se bajan del colectivo urbano optan por caminar unas cuadras más a fin de evitar pasar por la vivienda donde alojan a los canes, presumen, con fines reproductivos.“Rompen el tejido o saltan por encima pero siempre se escapan. Son tan malos que hoy la propia dueña trató de separarlos y no les hicieron caso. Tuvo que ir un chico con un palo para que retrocedieran. A otra persona también mordieron pero no hizo la denuncia”, dijo la joven, al tiempo que recordó que por la avenida Aguado caminan muchos niños que asisten a la Escuela 356, que dista a unas cinco cuadras de la esquina conflictiva, y al colegio Santa Lucía, que queda a tres cuadras. El barrio está compuesto por familias que residen en la zona desde hace 40, 30 y 15 años en promedio. Sostienen que desde hace unos tres años viven en la incertidumbre por el proceder de estos animales. Minutos después de lo sucedido, la propietaria avisó a la familia Galeano que “ya mandó los perros al campo”, como si fuera la solución a este tremendo drama.
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