Los ruidos molestos, vivir en la planta baja, los espacios compartidos, el aumento de las expensas y la falta de atención de los administradores son los principales problemas que enfrenta a los vecinos de un edificio y de los cuales los administradores se tienen que hacer cargo.En su libro "Anécdotas de un Administrador de Consorcios", Mariel Kernes, establece un ránking de convivencia entre los habitantes del edificio y compila historias íntimas de la propiedad horizontal. Kernes cuenta que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires existen más de 5.400 administraciones que se encargan de contratar al personal que trabaja en un edificio, de su limpieza y mantenimiento, pero también de intervenir en los problemas personales que se generan entre los habitantes de los distintos departamentos. "Administrar es mucho más complejo que solucionar problemas edilicios, tratar con gremios, organizar los trabajos de los encargados, administrar los gastos, pagos, preparar las expensas. Administrar también es mediar y solucionar los conflictos vecinales", sostiene la autora que en diálogo con NA, comenta que empezó a escribir el libro porque su marido es administrador. "Mi marido empezó hace unos años con la actividad de administración de consorcios y en las sobremesas nos contaba historias que le ocurrían día a día. Me pareció un tema original para abordarlo de manera divertida y anecdótica", señala. Los pedidos más insólitos por parte de los vecinos, pasando por el papel que juegan los encargados, los mecanismos que utilizan los propietarios para elegir al administrador y los motivos que los enfrentan en las asambleas forman parte de estas narraciones, de las cuales Kernes armó un ránking de lo que más hace sonar el teléfono del administrador.En primer lugar se encuentran los ruidos molestos, como el volumen excesivo de la TV, la música e incluso conversaciones privadas, fiestas en días de semana hasta altas horas de la madrugada y mudanza de muebles. En el ránking, sigue el problema de vivir en la planta baja, ya que a los habitantes de ese espacio le llegan las cosas o basura que otros vecinos de más arriba tiran por las ventanas.En tercer lugar se encuentra el conflicto que generan los espacios compartidos, como por ejemplo la falta de limpieza de lugares comunes como el salón de usos múltiples (SUM), la pileta, o dejar elementos personales en dichos espacios, como las bicicletas en el palier. La autora detectó que el aumento de las expensas se posiciona en cuarto lugar del relevamiento de historias que realizó a lo largo de un año en varios edificios de los barrios porteños de Caballito, Flores, y Floresta.¿Y por qué no me avisó?En quinta posición aparece el tema de la falta de atención de los administradores, debido a que según Kernes, los vecinos quieren respuestas inmediatas a toda hora del día y a veces la respuesta se demora y eso hace estallar la ira de los propietarios e inquilinos.Días atrás una propietaria llamó al administrador y comentó que casi no hubo agua potable en la red de cañería que alimenta al edificio, por lo que enojada le preguntó si sabía cuál fue el inconveniente. El administrador le consultó si ella no había escuchado en la radio o visto en la televisión que hubo un problema por unos camalotes que taparon las bocas de agua de la Ciudad y bajó el suministro general. La vecina ofuscada le dijo ¿usted me está cargando? El administrador le explicó nuevamente el tema de los camalotes y ella le dijo: y si usted sabía ¿por qué no me avisó o por qué no me avisó el encargado?. No avisé porque era un tema público, le contestó el administrador. Antes de cortar la llamada la mujer dice: ¡Ah! ¡No sabía que los problemas del edificio me los tenía que enterar a través de los medios!Como este tipo de situaciones que se dan entre propietarios y administradores son las que la autora decidió contar en su primer libro, y más allá de entretener a sus lectores, busca dejar alguna enseñanza útil para cualquier vecino que viva en una propiedad horizontal y para los administradores que deben sobrevivir a sus demandas."Las anécdotas son muchas y muy variadas y se podrían escribir varios libros, porque un consorcio, más allá de ser habitado por ‘buenos vecinos’, no deja de ser un semillero de pleitos y con relación al administrador podemos decir que además de contar con buenos conocimientos, debe tener paciencia, sentido del humor, ser tolerante, saber escuchar, ser buen mediador", finalizó.Fuente: Noticias Argentinas
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