“Fue la despedida de uno de los lugares mas hermosos del río Paraná, hoy cubierto por la represa de Yacyreta: Los Rápidos de Apipé. Fue un desafío personal, para decirle adiós a ese lugar al cual cruzaba solo en mi kayak y sentir esa adrenalina, que solo esos momentos me daban, en pleno contacto con la fuerza de la naturaleza…”, escribió en su Facebook Atilio Cantalupi, rememorando aquella movida náutica que lo tuvo como principal impulsor.Cantalupi es reconocido por su trabajo en diferentes medios periodísticos, tanto radiales como televisivos. Es un apasionado por el turismo aventura, algo que empezó a descubrir desde muy chico y lo potenció cuando llegó junto a su familia a Ituzaingó (Corrientes), a los 13 años. “A mi viejo Norberto (ingeniero) le habían ofrecido ir a Salto Grande cuando era director de Fiat en Buenos Aires. Cuando se termina esa obra recibió la misma propuesta y así rumbeamos hacia Yacyretá. Fuimos la segunda familia en llegar a la Villa Permanente en Ituzaingó. Mi viejo era como el intendente en zona de obras”, rememora Cantalupi y apunta “yo llegué con 13 años, venía de la Escuela Industrial, en Buenos Aires. Cuando nos instalamos en Ituzaingó, todos los días venía a Posadas a estudiar a lo que hoy es la Epet porque allá había sólo Bachiller. Nos traía un colectivito y yo era el primero en subir y el último en bajarme”.Por entonces, Cantalupi ni imaginaba que lo atraparía tanto el rugir de los Rápidos de Apipé, al punto de organizar una actividad náutica que reunió a 345 embarcaciones y mil participantes, para despedir a ese tramo del río que sería devorado para siempre por la represa hidroeléctrica de Yacyretá.Siete kilómetros con el kayak al hombro“Cuando llegué a Ituzaingó la primera vez, miré al río con ganas. En la villa permanente no había otra actividad más que jugar al ping pong o al metegol. Después pude comprar un kayak que todavía lo tengo colgado y con esa embarcación me iba a recorrer el río. Mi viejo me dejaba en el lugar de Aduanas de ingreso a Yacyretá y yo caminaba unos siete km con el kayak al hombro para llegar al agua y tirarme en la zona de los Rápidos. La gente me miraba como diciendo: ‘Este está loco’, por lo que hacía. Recorría las islas, me fui a Corrientes capital remando sólo… después de Iguazú a corrientes Capital”, relata Cantalupi, cargado de emoción en cada frase. El evento de despedida de los Rápidos de Apipé se realizó el 11 y 12 de febrero de 1989, contó con las presencia de gente de todo el país que llegó con su canoa, bote de madera, lanchas, tablas de windsurf, veleros… nadie quiso perderse aquél acontecimiento histórico.Cuando se sabía que el llenado de la represa iba a “esconder” para siempre a ese sitio tan especial adónde iba a remar casi siempre, Cantalupi -afirma- sintió “un dolor bárbaro, hasta hoy a veces recuerdo con angustia y ganas de llorar porque uno los vio en su momento y sabíamos lo que eran. Duele porque perder un lugar así por el avance del progreso…”Todo a pulmónA los 19 años ya empezaba a sonar en la cabeza de Cantalupi el evento en honor a los Rápidos de Apipé. “En esa época no contábamos con las redes sociales, como facebook, para hacerlo, así que desde la empresa donde estaba con mi primer trabajo, CIDY Consultores Internacionales de Yacyretá y la Subcomisión de Deportes Nauticos y Recreación, empezamos a promocionar el evento y a comunicarnos con clubes náuticos y secretarias de turismo de todo el país. Mandábamos cartas, con el afiche bien dobladito adentro. También con los diarios de Misiones, Corrientes y de nivel nacional. Sumamos gente de excelencia, por cierto, para que ese mega evento se concretara”.Insuperable“Hasta ahora ningún evento náutico superó la convocatoria de esa vez. Llegada la fecha empezaron a llegar de todo el país. Hubo que construir la bajada de lancha y otras obras de infraestructura en Ituzaingó que dieron paso después al club”, explicó Cantalupi. Las mil personas y sus embarcaciones partieron el 11 de febrero desde las viejas instalaciones del Club Pyrá Pytá de Posadas. “En Garapé se hizo la primera parada, donde está Prefectura. Había otro grupo, a cargo de mi viejo y Tito Ilardo, que se encargaron de armar todo el campamento. Se mataron dos vacas para darle de comer a todos, la Eriday llevó un camión con bebidas, hielo y otros elementos. Fue un campamento monstruoso, con música para amenizar esos momentos. Allí pernoctamos”. Al día siguiente, muy temprano, Cantalupi les explicó a todos cuál sería el recorrido que harían, por donde avanzar para pasar los Rápidos, porque cuando más cerca de la costa lo hacían era más complicado. “Yo pasé con otro muchacho con los kayaks por el lugar más difícil. A medida que nos íbamos acercando al lugar, escuchando por última vez el ruido… fue una sensación muy fuerte. Toda la gente pasó y llegamos a Ituzaingó alrededor de las 12 con una tremenda emoción. Fue muy simbólico, para por mí por la ‘locura’ que cargaba en ese momento, pasar por un sitio que sabíamos se perdería y donde disfruté de una parte importante de mi vida”.
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