Que la vida te pone a prueba es sabido, lo que no se sabe es cómo, ni cuándo. Johana Fernández tiene 22 años, es madre de una niña de un año y se encontraba cursando las últimas materias de la Tecnicatura en Administración de Empresas cuando la enfermedad irrumpió en su vida para interrumpir sus planes de uno de los modos más duros que puede haber. Johana padece una malformación congénita arteriovenosa cerebral que le provocó el pasado 16 de octubre un ACV seguido de hidrocefalia. El 18 entró en coma, estado en el que permaneció por doce días sin que los médicos le dieran muchas esperanzas a la familia, ya que, según los profesionales, posiblemente no viviría más de veinte días, y en caso contrario de que despertara, lo haría en estado vegetal. Pero contra todos los pronósticos, la familia se aferró a la fe y no bajó los brazos hasta que a los pocos días despertó, pero sin hablar y con hemiplejía. Para su mamá, Juana, vivir esta experiencia es un dolor que no tiene explicación: “Para una madre esto es un dolor muy fuerte para aguantar, ver a tu hija en este estado y a tu nieta que necesita a su madre es muy fuerte. Sin embargo la vida de ella es un testimonio de fe para nosotros, porque los médicos no esperaban que se fuera a salvar, pero nosotros confiamos en Dios y gracias a él la podemos seguir teniendo entre nosotros”, manifestó. Johana de a poco empieza a recuperar el habla e intenta jugar con su hijita que corretea sin parar a su alrededor. Va a kinesiología dos veces por día y asiste a una psicóloga para superar los ataques de pánico. Será su hija, o su juventud, o sus sueños inconclusos los que la impulsan hacia delante y no le permiten rendirse. Sin embargo la lucha no es fácil, según contó a PRIMERA EDICIÓN con la dificultad propia de su situación: “Yo sé que pronto me voy a poner bien, pero aparte del dolor del cuerpo, estar así me cuesta mucho. Lo peor es no poder estar con mi hija, paso mucho tiempo con ella pero no la puedo cuidar, ni siquiera alzar, y eso me pone muy triste”, contó.Su hermana Jenifer explicó de qué manera este incidente cambió la vida de la familia completamente: “Ella es la más chiquita de los hermanos, la más mimada, y es una impotencia muy grande no poder hacer más de lo que estamos haciendo, sabemos que se va a recuperar pero nos cuesta mucho a todos. Sin embargo como familia nos fortaleció y nos transformó completamente a cada uno, fue algo muy fuerte para nosotros”, expresó.Hace dos años Johana ya había tenido una experiencia similar y a pesar de que ahora podría recuperarse al 100% nada le asegura que no se repita a futuro. Los médicos le aseguran a la familia que en pocos meses, si continúa en esta evolución positiva, podría estar bien. Actualmente vive con su madre y su hermana en el barrio Lomas del Mirador II de Puerto Rico, quienes se ocupan de ayudarla en todo momento para que pueda recuperar su vida en el menor tiempo posible, con la ayuda de la comunidad, de las oraciones y las buenas energías para que esta joven mujer pronto se ponga bien y pueda terminar su carrera, ver crecer a su hija y llevar adelante su vida de una manera normal y que lo acontecido quede atrás como una historia de lucha y superación.
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