POSADAS. Temor. Esa es la sensación que por estas horas sufren los familiares de Jorge Oscar “Kuki” Barrufaldi, al enterarse de que el último viernes renunció el abogado defensor de uno de los dos imputados que tiene la causa. El juicio debe comenzar el próximo lunes, pero ahora no hay certezas sobre lo que sucederá.“Esto no puede dilatarse más, ya pasaron once años y seguimos esperando justicia. Ya son demasiadas las ‘chicanas’ de los abogados. Queremos justicia”, le dijo ayer a PRIMERA EDICIÓN Jorge Demaría, uno de los cuñados de la víctima, visiblemente molesto por el nuevo obstáculo que surge, horas antes de la realización del debate oral y público.Como este diario publicó a principios de mes, Cristian Marcelo Pacheco (41) y Damián Antonio Méndez (51) deberían sentarse en el banquillo a partir del próximo lunes para responder como “partícipes necesarios en el delito de robo con muerte resultante”, ya que para la Justicia ellos prestaron colaboración a “Sansón” y “El Rosarino”, los autores materiales del crimen, de los que solamente se saben sus apodos.Sin embargo, el último viernes el letrado local Daniel Zanivan renunció a la representación de Pacheco, por lo que ahora las certezas de hasta hace algunas horas se transformaron en el temor de los allegados de Barrufaldi.“Como familiares estamos muy preocupados. Ojalá la Justicia entienda la necesidad que tenemos tanto nosotros como la sociedad de que esto llegue a una resolución. No podemos esperar más”, argumentó Demaría.Fuentes judiciales le explicaron a este diario que el Tribunal Penal 2 hizo lugar a la renuncia del abogado y ya citó a Pacheco para que designe nuevo defensor de manera urgente. Mientras tanto, los Barrufaldi sufren la incertidumbre de no saber qué sucederá con la causa.El episodio que acabó con la vida del precursor del pádel en la provincia se descubrió en la tarde del lunes 30 de junio de 2003, cuando sus familiares comenzaron a preocuparse debido a que “Kuki” no había abierto ese día el complejo de canchas del que era propietario, sobre Uruguay casi Pasteur.Sus allegados se dirigieron entonces a la casa donde vivía, sobre la avenida Rademacher al 3.600, y solicitaron la presencia de un cerrajero. Cuando lograron ingresar, descubrieron lo peor: “Apenas entramos con un doctor que era amigo de él, vimos la sala y en el pasillo un charco muy grande de sangre”, le contó a este diario Demaría en 2012.El cuerpo de Barrufaldi apareció atado de pies y manos, con un profundo golpe en la cabeza que le produjo un hundimiento de cráneo y con un repasador en la garganta que, según pericias, le provocó una horrible muerte por asfixia.El crimen causó conmoción en la sociedad local y un enorme dolor en los Barrufaldi, tanto que poco a poco varios de sus familiares fueron muriendo. Primero fue su padre, Salvador. Luego Virginia, una de sus hermanas. Y finalmente, Rosa, su mamá. “No queremos que el caso prescriba y quede en el olvido”, había dicho Demaría hace dos años. Ahora, cuando parecía que sus plegarias finalmente habían sido oídas, un nuevo obstáculo apareció en el horizonte.
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