Leticia Daniela Morales Werle es una joven misionera que hace 26 años nació en Puerto Rico y hoy presta servicios en la Armada Argentina, como cabo primero de la Infantería de Marina. Allí cumplió un sueño: ser casco azul de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en una misión de paz internacional.
Pero esta historia arrancó casi una década atrás y la propia Daniela la narró de esta manera a PRIMERA EDICIÓN: “Un conocido que era infante de Marina un día me mostró fotos de la fuerza y de las Misiones de Paz que él había realizado. Las imágenes despertaron un gran interés en mí, principalmente por ser parte de la Armada Argentina y poder integrar el escalafón de Infantería de Marina y así trabajar, ayudar a mi país y algún día ser parte de alguna misión de paz. Era un sueño para mí”.
“Cumplí los 18 años el 15 de mayo del 2011 y el 31 del mismo mes ya estaba en Buenos Aires recabando informes para ingresar a la Armada Argentina”, graficó.
Daniela ingresó a la Escuela de Suboficiales de la Armada Argentina (ESSA) en 2012, después del “Período Selectivo Preliminar”, donde cada individuo aprende formas militares, marchas militares, a desfilar, entre otras actividades. Dicha instrucción duró 40 días. Luego pasó a ser aspirante de primer año de Infantería de Marina. La carrera duró dos años y egresó como Cabo Segundo.
Chipre: un sueño hecho realidad
Desde Buenos Aires, la puertorriqueña contó que “una vez que me recibí, en forma inmediata me inscribí para ser voluntaria y para participar en Misiones de Paz”.
“Siempre esperaba con ganas poder integrar una de dichas misiones, hasta que en 2018 fui seleccionada para participar de la Misión de Paz en Chipre. La misma se realiza por mérito y tras la selección tomé clases y capacitaciones antes de partir. Para mí fue una alegría inmensa, fue un sueño hecho realidad”, relató con mucha emoción Morales Werle.
Consultada sobre su viaje a Chipre, la soldado de la tierra colorada contó que “mi rol fue de radio operadora y conductora en una patrulla de largo alcance. Junto a los cascos azules, realizábamos patrullas en la ‘línea verde’ o ‘línea de alto el fuego’, cómo se reconoce actualmente, que es una línea que divide a la isla a lo largo de 180 kilómetros, incluida la capital, Nicosia”.
“Estuve seis meses en Chipre y fue una experiencia muy enriquecedora. Tuve el agrado de trabajar en conjunto con fuerzas de otros países. Hoy la situación no es la misma que cuando estalló el conflicto, hay inclusive un turismo fluido en la capital, la cual está dividida, y podemos pasar de un lado al otro atravesando un control policial donde se debe mostrar el pasaporte”, explicó.
También destacó que “es prácticamente como si uno pasara a otro país. La isla tiene muchos paisajes hermosos y además historias muy interesantes. Los chipriotas son personas amables y muy cordiales. Los idiomas que se hablan en la isla son griego, turco e inglés, aunque también hay personas que hablan italiano y un poco de español”.
Valores y enseñanza
En otro tramo de la charla, Daniela destacó que “es increíble cómo, a pesar de ser un país que sufrió mucho, los valores y la educación son muy importantes. Por darte un ejemplo: ningún restaurante guarda sus mesas y sillas, y los ceniceros quedan sobre las mesas, porque nadie toca nada. Al día siguiente, todo continúa en su lugar. Y más de una vez me tocó oír alguna que otra anécdota de personas que vivían en el lado turco y hoy, después del conflicto, viven y trabajan en el lado griego, con nostalgia por su ‘viejo’ hogar y recuerdos del momento en que tuvieron que refugiarse”.
“Son todas situaciones y experiencias que nos enseñan mucho. Volví muy contenta por la experiencia y agradecida a la Marina, que me permitió vivirla. Sigo postulándome como voluntaria para las Misiones de Paz y Misiones Humanitarias. Sería un placer enorme volver a ser parte de una de ellas”, reconoció.
“Me aconsejan que me cuide”
En cuanto a qué piensa su círculo más íntimo sobre su carrera y su peligrosa incursión internacional, por más que integre un contingente de paz, Daniela comentó: “Mirá, mi familia vive en Puerto Rico (mi mamá, mi hermano, mi hermana con su familia y tengo una hermana que vive en Posadas) y siempre que se puede los voy a visitar. Ellos me apoyan en mi carrera, pero siempre me aconsejan que me cuide. Y a mí se me olvida a veces que la familia ve desde otro punto de vista ser una soldado”.
“Para nosotros es algo normal, que elegimos o algo que es parte de nuestro servicio, pero para ellos son experiencias que les dejan siempre con un poco temor y duda”, admitió.
En la actualidad Daniela presta servicios en el Batallón de Infantería de Marina 2, en la Base Naval de Infantería de Marina Baterías, en Buenos Aires.
Además contó que está cursando la Licenciatura en Relaciones Internacionales y “me gusta la música, aunque -debo ser honesta- la abandoné un poco por falta de tiempo. Fui integrante de la Banda Infanto Juvenil de Puerto Rico desde los 12 años. También me gustan los deportes y cosas comunes, como viajar cada vez que se puede”, finalizó.