Con los ojos más abiertos que nunca, Victoria Mackinnon caminó por el muelle mientras observaba al detalle cada uno de esos botes que parecían salidos de un cuento. “Charata”, apodo que luego conocería todo el país, se juró regresar al sábado siguiente. Y al otro. Y al otro. Y siempre. Tenía sólo 8 años y una semilla acababa de germinar.
“Salí copada de esa primera clase, pensando en que ya quería que sea el sábado siguiente para volver. Nunca lo dudé, me gustó desde el principio”, afirma ahora, con 15 años, quien reviste la responsabilidad pero también el orgullo de ser una de las mejores timoneles que dio Misiones. Y eso que todavía queda mucho por delante.
La adolescente es la clara referente del yachting en la provincia y cuenta con una proyección que permite soñar con lo más alto de la competencia internacional. Es que “Charata” ya demostró y con creces de lo que es capaz: el Sudamericano de Optimist que ganó hace apenas días en Chile es sólo uno de los tantos logros que consiguió a lo largo de su corta carrera. No en vano cuenta en su repisa con cuatro estatuillas de la Fiesta del Deporte de PRIMERA EDICIÓN, la última, el Oro Revelación del año pasado.
Apenas horas después de su regreso al país, la también campeona del Europeo 2018 -una suerte de Mundial de Yachting que la misionera ganó, en Holanda, incluso una fecha antes del final- habló con EL DEPORTIVO y contó en detalle sus comienzos, cómo es su día a día, el sueño olímpico, la pasión por el yachting y también los secretos de un deporte aún poco conocido para muchos.
¿Cómo empezaste en el yachting?
Empecé a los 8 años y nunca dejé. Mi papá había visto el deporte y le gustaba la idea de que lo practicara. Como conocía a Nico Dasso, mi entrenador, se puso en contacto y comencé. En mi familia nadie había navegado ni hecho nada de náutica antes, todo fue porque les gustó y así me llevaron. Y a mí me gustó desde un principio, salí copada de la clase, pensando en que ya quería que sea el sábado siguiente para volver. Nunca lo dudé, me gustó desde el principio. Ahí empecé a entrenar, después fui dos veces por semana, después cuatro. Y hoy ya estoy todo el día.
¿En qué barco navegás?
Navego en Optimist, que es el barco escuela, el más chiquito. Tiene poco más de dos metros de largo y ochenta centímetros de ancho. Con esa embarcación competís hasta los 15 años, o sea que este será mi último año. Después podés navegar en cualquier otro barco, a mí me gustaría 29er, que tiene tres velas y es para dos personas. Tenés otras categorías, como el 49er, que es lo mismo que el 29er pero más grande y es olímpico, o el Laser, que es parecido al Optimist, pero un poco más grande.
¿Cómo son las categorías?
En Optimist hay tres categorías, la escuela, que es cuando recién empezás y te enseñan a navegar; principiante, que es un poco más avanzado; y timoneles, que es cuando tenés un buen conocimiento y empezás a competir a nivel nacional. Se dice que cuando estás en timoneles, ya estás federado.
¿Cómo es una prueba de yachting?
Bien, las carreras se llaman regatas. En un torneo se corren alrededor de diez, excluyendo la que tuviste peor rendimiento. Se larga en una línea imaginaria entre dos botes, vas hacia una boya, después a otra y así. Son tres boyas en total, que conforman un circuito. Se llega a una línea imaginaria entre dos botes o boyas. Tenés hasta 20 minutos después del primero para llegar. Y ahí el primero suma un punto, el segundo dos, el tercero tres y así sucesivamente. El campeonato es la sumatoria de todos los puntos de cada regata. Y el que menos puntos tiene, es el ganador.
¿Qué distancia tiene cada regata?
Más que nada, son por tiempo, porque si hay más viento, tienen que ser más largas, pero si hay menos viento, son más cortas. En general, cada una dura entre 35 y 50 minutos. Y se suelen correr tres por día.
¿Cuál es la clave?
La clave es tener una buena velocidad, porque sin eso, no podés aplicar una táctica. Tenés que saber leer el viento, algo que no es fácil, y saber cuándo hay más y cuándo menos. Cuando hay menos viento, tenés que concentrarte en la velocidad y saber leer la cancha, es decir, el viento, las olas, la corriente, todo. Y después, cuando empieza a aumentar el viento, empezar a hacer fuerza. Ahí es donde se nota lo físico. Cuando hay viento, cansa mucho. Te deja sin fuerzas en los brazos, las piernas… Y cuando hay poco viento, la cabeza te queda destruida.
¿Cómo hacés para leer el viento?
Es muy difícil, pero no hay secretos. Es todo cuestión de práctica. El entrenador te va ayudando, pero después es pura práctica, pura experiencia.
El año pasado ganaste el Europeo en Holanda ¿cómo fue esa experiencia?
Sí, fue en julio de 2018. En Optimist tenemos un campeonato por continente, entonces tenés un norteamericano, un sudamericano o el europeo. En ese, por ejemplo, Argentina no participa y, para poder ir, tenés que clasificar en los campeonatos nacionales. Tuve la oportunidad de clasificar al Europeo y ganarlo.
Y venís de ganar el Sudamericano en Chile…
Sí, ganamos el Sudamericano por equipos. La mayoría de los campeonatos tienen una competencia individual y otra por equipos, son regatas completamente distintas. Las regatas por equipo se corren cuatro barcos de un equipo contra cuatro barcos de otro, en un circuito más chico y la carrera es de ocho minutos. Argentina tiene tres equipos y nosotros, con uno de esos, logramos ganar.
¿Qué te queda para 2019?
Bueno, además del Sudamericano, del que recién volví, en febrero clasifiqué a mi primer y último Mundial Junior, que va a ser en julio en el Caribe, en Antigua y Barbuda. Va a ser el último, por mi edad.
¿Cuál es tu sueño?
Mi sueño es ir a una olimpíada. Es el sueño de todo deportista y ojalá se cumpla.
¿Y qué falta para eso?
Primero tengo que terminar Optimist para poder pasar a las otras clases de barcos. Y bueno, navegar, conseguir un buen tripulante para que me acompañe. Olímpicos en argentina no hay muchos, es decir, existe como un titular, que gana todo, y listo. Entonces hay que seguirles el ritmo y esperar por tu oportunidad. Por lo pronto, quiero apuntar primero a los Juegos Olímpicos de la Juventud 2022.
El yachting, para vos, es una pasión…
Sí, totalmente, es una pasión. Me acuesto, duermo y me levanto pensando en navegar.
La última… y la que todos quieren saber ¿por qué te dicen “Charata”?
Bueno… (se ríe) Viste que acá se dice chatarra… Y mi mamá, con cariño obviamente, me decía así cuando era chiquita. Y quedó. Cuando tenía 1 o 2 años ya me decían así. Después, cuando supe el significado, me dejó de gustar. Pero cuando empecé con Optimist, volvió a gustarme (vuelve a reírse). Y quedó. Ahora no me vayas a decir Victoria, porque nadie me conoce. Charata es mi nombre, lo tomo como tal, me gusta. Incluso me anoto así en los campeonatos. Todos me conocen así.
Un pasaporte al que ya no le queda lugar
La alta competencia le permitió a “Charata” Mackinnon no sólo ser reconocida a nivel nacional e internacional, sino también conocer una docena de países.
“Antigua y Barbuda, para el Mundial Junior, va a ser mi decimosegundo país, los tengo contados a todos”, dice con una sonrisa a EL DEPORTIVO la joven deportista, quien agradece que “siempre tuve apoyo económico” para competir alrededor del mundo.
Entre esos tantos destinos, Charata ya pisó Antigua y Barbuda (el único país que volverá a visitar) en 2015, Ecuador, Italia, Brasil, Paraguay, Canadá, Uruguay, Holanda y Chile.
Entre otros, la posadeña también conoció las islas Bermudas, el primer destino al que viajó sola, el año pasado, con 14 años.
“Fue una experiencia muy linda, me hospedé en la casa de uno de los chicos que navega y al que conocí recién en ese momento. La verdad es que disfruto de conocer gente y hacer amigos”, señaló “Charata”, que ya prepara los bolsos para una nueva competencia en el Caribe, en julio próximo.
Una semana a puro entrenamiento
Para alcanzar los logros que consiguió en su corta carrera, Charata entrena actualmente cuatro veces por semana. Lo hace en Posadas, aunque también debe viajar a Buenos Aires para las prácticas con la Selección Argentina.
“Estoy entrenando acá en Posadas, con Nicolás Dasso. Navego los miércoles, viernes y sábados, además de algunos jueves. Eso en el agua, ya que después también hacemos entrenamiento físico”, refirió la adolescente al respecto.
Sobre los entrenamientos en Buenos Aires, Mackinnon aseguró que “me toca viajar mucho a Buenos Aires, por ejemplo, para entrenar con la selección rumbo a lo que fue el Sudamericano o ahora el Mundial”.
Entre tanta agenda, Charata también debe cumplir con los estudios. “Estoy en el tercer año, curso en el Bachillerato Humanista y la verdad es que me entienden, porque suelo viajar mucho, entonces cuando vuelvo rindo todo. Afortunadamente me entienden y comprenden mis tiempos”, agradeció la deportista.