Cuando la pobreza acechaba a las masas más sensibles intervinieron en el circuito comercial y buscaron dirimir los costos a través de “Precios Cuidados”. También echaron mano de la Asignación Universal por Hijo (AUH) que fueron subiendo cada vez que hizo falta.
Llevaron la situación al extremo convirtiendo a su gobierno en una verdadera usina de corrupción de la que se beneficiaron familiares y amigos.
Agotaron al sistema y, sin sonrojarse, fueron a intentar en las urnas un nuevo mandato. Pero la sociedad ya estaba cansada y advertía que el cambio era indispensable, que ya no se podía demorar. Y entonces tuvieron que irse por la puerta de atrás. Había llegado el momento de nuevas prácticas, de otras políticas.
Y desde el principio “los nuevos” buscaron diferenciarse de “los viejos”, de lo anterior, de lo que no funcionó. Y entonces, cuando hubo corrida cambiaria apelaron a controlar el precio del dólar artificialmente con medidas políticas (por estos días representadas por las millonarias intervenciones del BCRA).
Cuando la pobreza acechaba a las masas más sensibles intervinieron en el circuito comercial y buscan dirimir los costos a través de “Precios Cuidados”. También echaron mano de la Asignación Universal por Hijo que fueron subiendo cada vez que hizo falta. Llevan la situación social al extremo y con obras y condonaciones benefician al padre, al primo y a los amigos.
¿Dónde está el cambio? ¿Acaso la propaganda de luchar contra la corrupción vale sacrificar a buena parte de la sociedad? ¿No es evidente a estas alturas que el cambio es más parecido a lo que, se prometió, ya no iba a suceder?