ELDORADO (Enviados especiales). Por unos segundos dio la sensación de que María Ovando (37) no entendió las palabras del tribunal. Le habían dictado la absolución. Era nuevamente una mujer libre y cayó en la cuenta cuando el grupo de personas que fue para apoyar su inocencia comenzaron a gritar a viva voz que “se había hecho Justicia”. Rodeada por los periodistas, las cámaras y los micrófonos, casi cegada por los flashes, sus primeras palabras fueron: “Quiero reencontrame con mis hijos…ahora Carolina descansa en paz”.Se trata del epílogo de una historia triste, trágica, de horror que comenzó en marzo de 2011, cuando a María se le resbaló la vida de su hija lentamente y en sus propios brazos, mientras intentaba pedir ayuda o llegar a pie hasta un hospital ubicado a 20 kilómetros de su humilde vivienda, en Colonia Mado. Luego, en un ataque de desesperación decidió enterrar el cuerpo de la nena cerca de un arroyo, sin saber que esta actitud le costaría años de cárcel y afrontar un proceso judicial tan extenso, como penoso. Acusada de abandono de persona con muerte resultante, María perdió la guarda de sus otros once hijos. Una vez judicializada la causa, las repercusiones no se hicieron esperar. Mientras algunos levantaron su dedo acusador, señalando a María como la responsable del fallecimiento de Carolina, debido al precario cuidado de la salud de sus otros hijos, otros vieron más allá y observaron el “cuadro completo”, el contexto. Cobró fuerza entonces la presencia de organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres y los niños, quienes comenzaron una dura batalla para que, al momento de llegar a juicio María tuviera las garantías mínimas y necesarias para su defensa. La verdad ocultaDurante las cinco jornadas que tuvo el juicio oral y público, que se concretó en el Tribunal Penal 1 de Eldorado, una cruel realidad salió a la luz: María Ovando y su hija tuvieron frágil (casi nulo) apoyo del Estado. A partir de ahí surgió hasta un dato siniestro e irónico a la vez, la primera documentación que tuvo la criatura fallecida fue un certificado de defunción. Dejó de ser huérfana del Estado cuando ya era demasiado tarde. Más adelante surgieron testimonios reveladores, dando cuenta de los maltratos que sufrió María por parte de su pareja (ya fallecido), quien jamás reconoció a sus hijos y que vendió sus propiedades mientras ella permanecía tras las rejas. Los magros sueldos que percibía en bonos por picar piedras para el municipio donde residía, y que apenas superaban los cien pesos, eran el único y escaso ingreso con el que contaba para mantener a sus hijos. Nunca tuvo asistencia estatal, ya que no contaba con planes sociales (como ser la Asignación Universal Por Hijos). Pese a la terrible situación, nunca consideró entregar a sus vástagos en adopción. El velo comenzó a correrse, el contexto de pobreza extrema, analfabetismo, subcultura y marginalidad reveló una verdad oculta. Hubo un giro en la acusación y la ignorancia de la realidad y el abandono que apuntaban sobre María Ramona Ovando señalaron a un Estado que estuvo ausente. Esta vez María no caminó sola como en aquella fatídica jornada donde murió su hija. Esta vez llegó a destino y comienza una nueva lucha por recuperar a sus hijos. Salió caminando, sin pertenencias y con muchos proyectos en menteELDORADO (Enviados especiales). María Ovando abandonó el Tribunal Penal 1 de Eldorado sin ninguna pertenencia en sus bolsillos, al igual que el día en que fue detenida. Bajó las escaleras de los cuatro pisos que separan la sala de debates de la vereda del edificio judicial y por primera vez en casi dos años el sol que daba en su rostro tuvo otro calor. El de la libertad. Acompañada por sus abogados e integrantes de organizaciones sociales, quienes la apoyaron durante su estadía en prisión y a la espera de una resolución de la Justicia, dialogó con PRIMERA EDICIÓN. Sin dejar de sonreír habló de sus proyectos, de odios y de amores, del perdón, de la tragedia, del drama, de tristezas y de rencores. Pero jamás de olvidar. “Me quiero ir del lugar donde estuve viviendo, hay mucho maltrato por parte de algunas personas. Quiero vivir en Posadas, trabajar en el rubro panadería, que es lo que aprendí estando en la cárcel. Agradezco a quienes me apoyaron, perdón no tengo que pedirle a nadie. Me espera mi madre, mis hijos, a quienes hace mucho no veo y les voy a decir que voy a recuperarlos. La verdad que cuando me levanté hoy (por ayer), no creía que iba a quedar libre, todo esto que pasó me duele. Más me dolió lo que dijeron en el juicio, no era justo, eran mentiras”.Seguidamente y en medio de lágrimas, María reconoció que “sufrí mucho para mantener a mis hijos, pasé hambre, golpizas, mi casa era chica, muy chiquita, pero igual crié a todos mis hijos”. Luego del que el Tribunal ordenara la inmediata libertad de Ovando, se marchó junto a las mujeres integrantes de organizaciones sociales a almorzar. Posteriormente, estaba previsto que la trasladen al hogar “Santa Teresita” de la ciudad de Eldorado, donde quedará alojada y contenida por un grupo interdisciplinario, a la espera de recuperar a sus hijos y de contar con un domicilio fijo, posiblemente en la capital provincial. El trámite de restituciónEl abogado penalista Eduardo Paredes, a cargo de la defensa de Ovando, señaló a este diario con respecto al trámite de restitución de los hijos de la mujer que “esto se concretará lo antes posible ante un Juzgado de Familia, si tenemos en cuenta que fueron entregados en guarda provisoria no creo que exista argumento jurídico para que le nieguen su restitución”. Ovando comenzó a ser juzgada el pasado 19, por el delito de “abandono de persona doblemente agravado por el resultado de muerte y por el vínculo”, que tuvo por víctima a su hija Carolina Ayala, el 8 de marzo de 2011. Durante los alegatos su defensor afirmó que el Estado debería pedirle disculpas a María Ovando por el tiempo que pasó detenida y apuntó sus críticas a la ausencia de un protocolo, a una política de ayuda sistemática a las familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad. La fiscalía, en tanto, sostuvo que la mujer tuvo responsabilidad en hecho y había solicitado cinco años de prisión. Finalmente el Tribunal se expidió y resolvió absolverla de culpa y cargo.





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