SAN VICENTE. Al paraje Los Pinos se ingresa desde la ruta 14 y en él viven aproximadamente entre ochenta y cien familias, casi todas de edad media, gente joven que necesitaba tierras para la producción y buscó nuevos horizontes. Gente que apuesta al trabajo y que esperaba (si uno oye los discursos también lo haría) un respaldo. Este respaldo o apoyo por parte del Estado no se traduce en mercaderías o ayuda social, ellos no quieren eso, les gusta ganarse las cosas con esfuerzo, lo que ellos reclaman son servicios básicos, y en este caso más precisamente: suministro eléctrico, un derecho básico en la vida del siglo XXI.El tiempo no para, las obras síPues bien, estas ochenta familias llevan más de nueve años reclamando ese derecho, escuchando campaña tras campaña la promesa de la conexión. Hace dos años comenzaron las obras en el paraje, pero aún no se culminaron y se encuentran prácticamente paralizadas. PRIMERA EDICIÓN recorrió el paraje y habló con varias familias quienes afirman que “queremos seguir produciendo y el Gobierno mira para otro lado”.Alejandro (34) lleva diez años viviendo en el paraje Los Pinos con su familia, contó que cuando llegó a su lugar era puro monte, hoy vive en una muy prolija chacra donde planta tabaco, plantas anuales y cría ganado porcino y bovino.“Acá tenemos dos problemas fundamentales: la luz y la tierra, el que sufrimos cotidianamente es el de la luz, hay postes que ya se están pudriendo y todavía nada, acá escuchamos promesas sobre la luz desde el año 98”, indicó Alejandro.“Nosotros somos trabajadores, acá no hay vagos, somos todos productores, nos gusta ganarnos las cosas con esfuerzo, queremos progresar. ¿Qué quieren que nos vayamos a una villa a pedir bolsas de mercadería? Nosotros queremos laburar y el Gobierno mira para otro lado”, afirmó indignado.Mea culpaOtro vecino, Manuel expresó “¿sabés cuántas veces tenemos que tirar carne porque no tenemos como conservarla? Yo creo que parte de la culpa es nuestra, nosotros somos tontos porque nos dejamos engañar con promesas, tenemos que exigir que cumplan lo que prometieron y si para eso tenemos que salir a cortar rutas lo haremos, ¿Qué pasó con la plata del Prosap? ¿Por qué todavía no se terminó? Todos sabemos las respuestas, pero nos quedamos quietos y dejamos que jueguen con nuestras vidas”. “Yo quiero reiterar nuestro pedido al señor gobernador, al que ya en mano le hemos solicitado hace años la luz; necesitamos la luz, no nos hablen de que apuestan a la producción si ni siquiera nos dan las condiciones básicas, espero que este mensaje llegue y críen vergüenza en la cara y hagan lo que tienen que hacer”, concluye.“Vivimos luchando, vivimos sufriendo”María lleva nueve años viviendo en el paraje junto a su esposo y sus dos hijos, su pelea es la misma que las más de ochenta familias del lugar: condiciones dignas, básicas para poder vivir, para compensar el esfuerzo cotidiano.María afirmó “vivimos luchando, sufriendo, a veces nos da ganas de dejar todo, pues nuestro sacrificio no tiene recompensa, es más fácil ir a un barrio hacer una casilla y pedir mercadería, luz, plata; no trabajar y pedir de todo pues ahí te ayudan, pero a nosotros que apostamos a trabajar a ganarnos las cosas con esfuerzo ni siquiera nos conectan la luz o nos hacen los caminos, nada. Parece que este gobierno castiga al que trabaja y premia al que no lo hace”.“Nosotros tenemos un grupo electrógeno para bombear agua y lavar la ropa, solo para eso, lo usamos dos horas por día, y ese uso nos demanda 400 pesos por mes ¿Tenemos que tirar así la plata que tanto esfuerzo nos cuesta ganar?”, se pregunta.“Estamos abandonados por las autoridades, hace mucho tiempo ya que no hacen caminos, no hay una salita de atención médica, no pasan promotores de salud, no tenemos luz, nuestra situación con la tierra depende de un simple comodato, estamos abandonados…”.Pedido y decisiónLas familias habitantes del paraje los pinos tomaron una decisión, si no llega el firme compromiso de las autoridades de Emsa de conectarles la luz antes de las fiestas, de salir a cortar rutas. No les gusta descuidar su trabajo, no les gusta abandonar sus ocupaciones ni crear conflictos; pero ya cansados de reclamar por otras vías han tomado esa decisión para ver si logran de alguna manera ser escuchados.





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