Por Sergio AlvezCorresponsal en ApóstolesAPÓSTOLES. El viernes en el predio de la Expo Yerba se presentó el libro “Cosechando yerba mate”, investigación de Víctor Rau, Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Apostoleño, Rau además es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesor de la Facultad de Humanidades de la UNaM. Días previos a la presentación el autor dialogó con PRIMERA EDICIÓN acerca del proceso y las motivaciones del trabajo. ¿Cuándo y por qué decidiste abordar la temática de los “tareferos?Hacia el final de la licenciatura en Sociología, estudiaba en la UBA. En ese punto se opta entre una serie de asignaturas llamadas sociologías especiales, para tomar contacto y comenzar a formarse en especialidades sociológicas. Me sentí atraído, entre otras, por la especialidad de los estudios rurales y agrarios. Nada extraño, la mayoría de los que nos interesábamos por esa especialidad proveníamos de las provincias, e históricamente ha sido así en la UBA. El equipo de esta cátedra me invitó luego a realizar un seminario de investigación sobre el tema del trabajo asalariado en la agricultura. De ese seminario surgió un plan de investigación sobre el mercado de trabajo para la cosecha de yerba mate en Misiones. Lo elaboré en base al material que me aportaban y el trasfondo de conocimientos sobre la cuestión yerbatera y el trabajo de la tarefa, que los tenía de haber vivido en una región yerbatera. Asimismo tenía el interés y la pasión que se siente por lo propio. Al mismo tiempo lejano en ese momento. De modo que me invitan luego del seminario, la misma gente que lo dictaba, a integrarme a un equipo de investigadores formados y en formación, y estudiantes como yo; que desarrollaba un proyecto acerca de los mercados laborales agrarios a nivel nacional. En este marco realizo mi primer trabajo de campo en Misiones, en el año 1998. ¿Cuánto demoró hacer la tesis?Exactamente cinco años. Hablamos de la tesis de doctorado. En el año 2000 el CONICET me otorga una beca que suponía el compromiso de formación doctoral en cinco años. Afortunadamente pude cumplir, en eso ayudó mucho el equipo, la contención en los momentos difíciles y a través de todo lo que uno va aprendiendo en la práctica de la investigación, los intercambios entre los miembros del grupo, la dirección y consejos de los investigadores de oficio más experimentados.El equipo continuó desarrollando sucesivos proyectos, en el marco de los cuales avanzaba en la investigación particular sobre el mercado de trabajo agrario yerbatero. En ese transcurso recibimos financiamientos de UBA Ciencia y Técnica; de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; de CONICET y de CLACSO/Asdi; a los que accedimos mediante concursos en convocatorias abiertas. Todas estas instancias evaluaron que era importante lo que estábamos haciendo y que teníamos la capacidad de hacerlo. Así que gracias a ello pudimos investigar y también publicar el libro. Yo viajaba dos veces por año a Misiones y permanecía unos quince días en la provincia, cada vez realizando trabajos sobre el terreno. El libro consistió en la reescritura de ese informe de investigación original, lo que fue el documento de la tesis de 2005. Otra parte importante consistió en la actualización del estudio hasta el presente. Entre 2005 y la actualidad han pasado cosas. Entonces volví a realizar una investigación de actualización desde fines de 2010 y durante 2011, con incorporación de nuevos datos, con nuevos trabajos de campo en la región yerbatera, con otras reflexiones. Y trabajando en un estilo de divulgación que pueda ser de lectura pública. ¿Dónde se llevaron a cabo el trabajo de campo y las entrevistas?El estudio refiere a Misiones, el trabajo de campo se desarrolló en su totalidad dentro de la provincia. Partimos de la zonificación elaborada por el INTA, que divide el territorio provincial en cinco llamadas “zonas agroeconómicas homogéneas”. Seleccionamos aquellas cuatro zonas donde la actividad se encuentra más extendida, excluyendo en un primer momento al área del extremo nordeste provincial de la muestra. Dentro de cada zona seleccionamos un departamento. Así el trabajo comenzó distribuyendo las entrevistas planificadas entre los departamentos Eldorado, Oberá, San Ignacio y Apóstoles. A medida que el estudio fue avanzando en sus resultados, expandimos la muestra también a otros departamentos. En el campo trabajé con entrevistas, como vos decís, al principio más abiertas y luego cada vez más estructuradas. Y el diseño del estudio fue, en efecto, predominantemente cualitativo. Por eso también, un diseño algo flexible. Por ejemplo, el rastreo histórico de ciertos acontecimientos altamente significativos se desprendió de la investigación misma. En determinado momento se hizo evidente la necesidad de realizar este trabajo. Algo parecido sucedió con toda la dimensión que refiere a las acciones colectivas y la conflictividad social en el sector. Estos contenidos no se encontraban presentes en el plan original de investigación, pero emergieron de la realidad misma, cuando comencé a desarrollar el plan se produjo tal apertura de la conflictividad en el sector y la misma se mostró tan imbricada con lo que yo estaba estudiando que devino una necesidad, y una oportunidad importante de estudiar este aspecto también; de producir conocimiento sobre la conflictividad en el sector y las acciones colectivas. Además trabajé con observaciones etnográficas, producidas sobre cuadernos de campo en diferentes situaciones, algunas participantes, la mayoría no. Luego, investigación de archivos históricos y hemerográficos, fuentes estadísticas… Estas últimas generalmente orientadas a “radiografiar” estructuras y examinar grandes procesos. O a triangular estas informaciones con los datos que aparecían en las entrevistas. El muestreo para las entrevistas y observaciones fue fundamentalmente geográfico y por tipos de actores. Se entrevistó a todos los tipos de actores identificados en el complejo, en las diferentes áreas seleccionadas. Así, a tarefereos, a capataces de cuadrilla, a contratistas, a personal permanente de las explotaciones agrícolas, a administradores de personal de agroindustrias, a empresarios de secaderos y molinos; además de otros informantes calificados, técnicos agrónomos, funcionarios con conocimiento del sector, representantes gremiales de los
diferentes sectores, entre otros. ¿Creés que asistimos a una época visagra o de quiebre en cuanto a las condiciones laborales y salariales de los tareferos a partir de nuevas normativas vigentes? Creo que asistimos a una época visagra. En primer lugar, ha tomando y sigue tomando cada vez más estado público la problemática rural y agraria en la Argentina. Eso comienza con el famoso conflicto por las retenciones a las exportaciones de soja. Con el tiempo comienza a transformase en conocimiento reflexivo. Y en ese marco cobra importancia el tema del trabajo asalariado. La gente empieza a preguntarse qué pasa en el campo, lo considera algo importante. Antes en los espacios universitarios de Buenos Aires me preguntaban con sorpresa ¿cómo se te ocurrió estudiar “eso”?, por los asalariados de la yerba mate. Hace tiempo que nadie hace ya esa pregunta, se entiende que es un tema importante y que es necesario producir conocimiento científico acerca del mismo. La visibilidad que empezó a cobrar esta problemática representa ya un quiebre respecto del pasado inmediato en nuestro país. Por otra parte, acaba de sancionarse el Nuevo Estatuto del Peón Rural, que representa un enorme avance en la recuperación de derechos por la población trabajadora del agro, derechos cercenados en 1981 por la dictadura militar. Ese régimen primero sembró sistemáticamente el terror en la campaña de nuestra República, y nuestra región yerbatera no es la excepción.Lo que más se conoce es la represión al MAM, pero también reprimieron fuertemente a la FATRE. Esta misma dictadura instauró un Régimen especial para los trabajadores del agro, derogatorio de derechos. El RNTA que estuvo vigente hasta este año 2012, ahora sustituido por el Nuevo Estatuto. Entonces me parece un momento de cambio, de avances importantes.También el parlamento de la Provincia de Misiones sancionó en el año 2008 una ley de registro de cosechadores de yerba mate para la atención de su problemática laboral y social. Ese relevamiento de tareferos en la provincia de Misiones, para constituir un registro propio; está realizándose en estos momentos, estimándose su finalización en el año 2013.A nivel nacional, también un acontecimiento muy reciente; el RENATRE pasó a la órbita pública, transformándose en RENATEA. El antiguo organismo, diseñado y conducido por las cuatro principales entidades patronales del agro y la UATRE, desde su creación en 2003 no había logrado avanzar demasiado en sus objetivos: el trabajo en negro conservó sus niveles habituales en el país, la mayoría de los trabajadores nunca tuvo en sus manos siquiera la “Libreta de trabajo” que la institución presentó como principal instrumento de blanqueo.Luego, depende de la instrumentación efectiva de las leyes; y principalmente depende de los actores sectoriales, el poder avanzar en una transformación de las prácticas del sector. También es importante la ley que habilita a los gremios de empleadores y de trabajadores rurales a celebrar convenios de “Corresponsabilidad Gremial”; se trata de un instrumento destinado a regularizar el empleo del personal agrícola, que busca favorecer ambas partes; la ley existe desde el año 2008. Las partes de cada sector, por ejemplo, la vitivinicultura, el tabaco, etc. se interiorizan de la herramienta y son los que más saben de cada sector, se discute mucho. Entiendo que se lleva adelante una discusión en este sentido en el sector yerbatero, que tiene este problema sin resolver, con alrededor del 75% de los tareferos contratados para la cosecha de modo informal.¿Qué singularidades te llamaron más la atención del sector que conforma tu campo observacional?Bueno, cuando avanzaba en el proceso de investigación del caso, me llamaba la atención las diferencias que existen entra las condiciones de vida y de trabajo de los tareferos, con respecto de las que encontraban otros miembros del equipo de investigación en otras áreas y sectores agrícolas del país.En ese momento estudiábamos en profundidad, además del mercado de trabajo yerbatero, el de la esquila lanera en la Patagonia, y el de la cosecha del limón en Tucumán. Me llamó particularmente la atención también, cómo en esa coyuntura de los años 1990, se produjo un rápido resurgimiento de prácticas tradicionales como las del pago en mercaderías sobrevaluadas o la reducción a esclavitud temporal en los lugares de trabajo. Esa vuelta a sistemas de trabajo que recuerdan al mensú. Cómo al calor de los elevados niveles de desocupación, la caída en los precios de materia prima yerbatera, y la retirada jurídica del Estado; estos mecanismos se expandieron rápidamente y volvieron a cobrar vigencia en pleno fin del siglo XX y principios del XXI. Con cuánta rapidez en estas condiciones.También las expresiones y explicaciones con contenidos racistas pronunciadas por muchos actores con total naturalidad. Eso me llamó mucho la atención. Que los actores regionales, sobre todo las clases medias, explicaran cuestiones relacionadas con el empleo en la cosecha en términos racistas. Tal difusión de estos prejuicios… que no es militancia, es ingenuidad creo. Falta de reflexión. Aceptabilidad cotidiana del entorno, costumbres, instituciones sociales. Eso me impresionó mucho.





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