En agosto del año pasado, Rosendo Eugenio Sotelo tuvo un accidente automovilístico donde casi perdió la vida. Pocos meses después de ese episodio volvió a trabajar con los chicos del club de fútbol que entrena desde hace doce años. “Es lindo trabajar con los chicos, a mí me ayuda a superar el trance del accidente junto con el apoyo de mi esposa, mi hijo, mis padres y mis hermanos. Ellos necesitan contención y el deporte es una forma”, admite.Rosendo era vendedor ambulante, en sus tiempos libres se dedicaba a entrenar chicos del club San Roque del barrio donde vive. En agosto del año pasado tuvo un accidente automovilístico donde tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en el hombro izquierdo y todavía no sabe que va a pasar con su rodilla del mismo lado, donde tuvo rotura en todos los ligamentos y eso no le permite apoyar ni manejar esa pierna.“El accidente pasó en El Alcázar viniendo hacia Dos de Mayo. Fue tan rápido que no me acuerdo mucho de cómo fue. Fui arrojado del auto y por eso las lesiones en el hombro y la rodilla. El hombro me operaron en el Hospital Madariaga de Posadas y la rodilla tengo que hacer un trasplante y eso no lo puedo hacer antes de los cuarenta años me dijeron los profesionales que me atienden”, contó el joven entrenador.“Hace doce años que trabajo con los chicos. Entreno el equipo de infantiles del club San Roque González el barrio que está cerca de mi casa. Mi papá entrenaba un equipo de fútbol infantil donde jugábamos mis hermanos y yo. Mi papá se cansó y dejó de organizar el equipo y agarré el proyecto que él tenía y lo sigo hasta ahora. Los chicos se juntaban donde mi papá los entrenaba y no había nadie que los organizara, entonces hablé con ellos y comencé a trabajar”.Hay poca gente que se dedica a entrenar a los niños en los distintos deportes. Algunos lo hacen como actividad remunerativa, pero el caso de Rosendo Sotelo es distinto. “Es lindo trabajar con los chicos, uno comparte mucho de lo que ellos son y lo que hacen. Yo me doy cuenta de que hay cosas que ellos me cuentan y que no lo contarían a otros, quizás ni a los padres. Hay que tener tiempo y paciencia pero el resultado de que te quieran y te respeten ellos y sus padres es el resultado del esfuerzo”, narró.“Para mí es un pasatiempo y para ellos es la oportunidad de hacer deporte y de distraerse un poco. Es preferible que estén jugando a la pelota y no se concentren en los videojuegos o en los ciber. Pero de igual manera creo que los grandes tenemos que respetar lo que ellos quieren hacer y la forma es darle la oportunidad de que jueguen al fútbol. Si no queremos que estén en el ciber o los juegos electrónicos y no le damos otras opciones, no sirve de nada reprocharles lo que hacen”.En toda la actividad de los chicos el padre debe prestarle apoyo. Rosendo aclaró: “Tengo el apoyo de los padres y eso es fundamental. Muchas veces tenemos que viajar a jugar a otra ciudad y no podemos hacerlo sin el consentimiento del papá. Como llevo muchos años trabajando con los niños, los padres confían y me dejan a cargo de ellos, y colaboran con los gastos”.“Nosotros terminamos de jugar un campeonato regional donde viajábamos a El Soberbio, Fracrán, Salto Encantado y ellos me dejaban a los hijos con toda confianza. Yo siempre les trato bien y ellos me respetan. Los chicos de las edades de ocho a trece años son muy dóciles, si uno les sabe tratar ellos te toman confianza y te obedecen”.Actualmente trabaja con sesenta chicos. “Entreno tres categorías, la más grande la 98 y 99, la 2000 y 2001 y los más chicos la 2002 y 2003. En el entrenamiento estoy solo o viene algún padre a charlar y en los partidos va el papá de un jugador a ayudarme, más ahora que no puedo moverme mucho.Estamos participando en el campeonato municipal. Y la idea es participar en el torneo de la Liga Regional de Fútbol del Nordeste, que está afiliada a la AFA. Podemos participar con divisiones inferiores únicamente. Es una alternativa y vamos a ver como trabajamos con los padres, para eso necesitaríamos más medios económicos”.La movilidad es uno de los impedimentos que tiene el entrenador. Si bien el lugar de entrenamiento está detrás de su casa, tiene que moverse para ir a las reuniones y a las canchas donde se hacen los partidos que son en otros barrios y en otras ciudades, según el campeonato que juegan. “Ahora me arreglo con la muleta y con el andador. No puedo moverme como antes, pero me arreglo bien. Los mismos chicos están más atentos a mí. Les digo que no puedo moverme muy rápido ni salir tras ellos. Ellos entienden y además hace años que los tengo en el equipo y los conozco bien”.Uno de los factores que juegan a favor de Rosendo es la tecnología para superar las dificultades físicas que tiene por el accidente. “Cuando empecé no había celular y tenía que moverme por las casas de los chicos para avisarles cuando jugábamos y las informaciones que tenía que dar. Ahora es más fácil, con un mensaje de texto les aviso. Si tengo que entrenar mañana les envío un mensaje y vienen, si se suspende el partido con un mensaje les aviso. Me es más fácil por mi situación. Antes tenía que caminar casa por casa.Cuando me accidenté y estaba internado pensaba en los chicos y en el equipo. Pero a la vez los chicos se comportaron bien conmigo y me enviaban mensajes de textos o algunos me llamaban y los mismos padres venían a mi casa a preguntar cómo estaba, eso me hacía bien.La respuesta de ellos siempre fue muy buena. El padre de un chico se hizo cargo del equipo para terminar el torneo que estábamos jugando. Estuve unos dos meses sin trabajar con ellos durante el tiempo que estuve accidentado”. “Siempre fui vendedor ambulante, ahora gracias a mis padres que me ayudan y a mi señora puedo seguir adelante. Por ahora no estoy trabajando porque no puedo caminar mucho. Con el accidente tuve rotura en el hombro que me tuvieron que reconstruir todo prácticamente y la rodilla que sufrí la rotura de todos los ligamentos y no puedo dominar ni apoyar fuerte mi pierna izquierda. Los médicos me dijeron que tengo que hacer un trasplante de rodilla. Eso se hace en personas mayores de cuarenta años. A mí no me pueden hacer. Tengo familiares en Buenos Aires que me quieren llevar a ver con traumatólogos para ver si se puede operar para que pueda caminar sin apoyo”, agregó.“Nosotros tenemos apoyo del municipio. Como hace mucho que trabajo con los chicos, cada vez que necesité algo pedí y me dieron o me ayudaron a conseguir. Veo que hace falta más gente que se dedique a trabajar con los chicos. Uno empieza y busca apoyo y se consigue desde la Municipalidad, de los padres y de los comerciantes&rd
quo;, remató.





Discussion about this post