POSADAS. Dos efectivos de Tránsito de la Policía de Misiones quedaron al borde del procesamiento después de que la Justicia comprobara en la instrucción el insólito hecho por el que se los investiga: pedirle de “coima” una gaseosa y un paquete de galletitas a un motociclista que había infringido una norma de tránsito.Así lo confirmaron a este medio fuentes cercanas al caso, quienes sostuvieron que la evidencia recolectada por el magistrado César Yaya, al frente del Juzgado de Instrucción 2 de la Primera Circunscripción Judicial, es más que suficiente para procesar a los dos funcionarios públicos.De esta manera, la causa se acerca un poco más al juicio oral y público, donde los dos uniformados deberán sentarse en el banquillo de los acusados y comparecer por el insólito episodio que se les imputa.Por la Coca y las galletitasLa increíble historia sucedió cerca del mediodía del domingo 23 de mayo de 2010, sobre la ruta nacional 12, en inmediaciones del acceso a Itaembé Miní.Alrededor de las 13.15 de ese día, después de almorzar, un albañil de 27 años domiciliado en el barrio Manantial se subió a su motocicleta de 110 cc. y partió hacia el cajero automático emplazado sobre la avenida 147, al lado de la comisaría seccional Novena. Con 100 pesos en el bolsillo destinados a comprar medicamentos para su madre -que sufría un cuadro de pulmonía- minutos después el motociclista emprendió el regreso a casa por la misma 147.Una vez que tomó la ruta nacional 12, el joven escuchó un silbato y una sirena. Enseguida se percató de que era seguido por dos efectivos policiales afectados a la Dirección de Tránsito. El dúo de uniformados le hacía señas para que detenga su marcha.Ya en la banquina, los policías le solicitaron la documentación personal y del vehículo. No trascendió si el motociclista no contaba con esos papeles, no llevaba puesto el casco o excedió el límite de velocidad permitido. En realidad, para el desenlace del caso es lo mismo.Los policías le hicieron notar rápidamente que había cometido una infracción a la Ley de Tránsito y debían labrarle una multa. El motociclista intentó excusarse aduciendo que había salido por escasos minutos para comprar los remedios para su madre, pero los funcionarios se mostraron firmes.El joven fue claro. Les dijo que iba a aceptar la multa y que la pagaría después, cuando tenga dinero. Entonces, aquellos policías que parecían dispuestos a hacer cumplir la ley a rajatabla desnudaron sus verdaderas intenciones: “No, a nosotros no nos sirve de nada que pagues la multa”, respondieron casi al unísono. Ante la Justicia, el motociclista contó que para dejarlo ir le pidieron cien pesos.“Pero no tengo ese dinero, y lo que tengo lo necesito”, lanzó el infractor. Y de ahí, la respuesta aún más insólita de los policías: “Bueno, entonces andá y trae una Coca-Cola y unas Traviata y te dejamos ir”.Masticando bronca, el El motociclista fue hasta un conocido almacén de la zona y compró la gaseosa y el paquete de galletitas. Volvió al encuentro de los policías y les entregó la insólita “dádiva” junto a unos pocos pesos más. Los uniformados aceptaron agradecidos y lo dejaron marchar.Nunca imaginaron que el muchacho no volvería de regreso a casa, si no que se dirigió directamente a la comisaría seccional Decimotercera, donde denunció a los dos policías por cobrarle la “coima” y liberarlo de sus culpas.Al poco tiempo, los policías fueron notificados de la causa y ahora quedaron al borde de ser procesados como autores del delito de “presunto hurto y cohecho”, agravado por tratarse de dos funcionarios públicos. Si la investigación avanza, la causa podría ser elevada a juicio y ambos deberán comparecer ante un Tribunal Penal. Todo por una gaseosa y unas galletitas. Todo por no más de 15 pesos.





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