GARUHAPÉ. Las intrincadas líneas que el narcotráfico extiende en la triple frontera volvieron a quedar en evidencia ayer, una vez que se confirmó que el cuerpo masacrado que vecinos de Garuhapé hallaron flotando en el Paraná era el de Sever Sosa Riveros, sobrino de Cristóbal Suárez Riveros (49), el empresario paraguayo cuyo cuerpo fue encontrado el viernes en Puerto Piray, también en el río, con dos balazos en la cabeza y el pulgar derecho amputado.Ambos habían viajado desde Presidente Franco, al sur del Gran Ciudad del Este, hacia Domingo Martínez de Irala, una pequeña localidad ubicada en el Alto Paraná paraguayo, frente a Puerto Libertad.Una vez que trascendió el hallazgo del empresario automotor, comenzó la búsqueda de su sobrino, que terminó ayer con el hallazgo del cadáver. Tenía los pies y las manos cercenadas en otro claro mensaje mafioso que generó conmoción en el país vecino.Medios paraguayos le daban trascendencia al hecho en las últimas horas y recordaban los oscuros nexos que aparentemente tenía Suárez Riveros con el narcotráfico y con un triple crimen poco claro en el que perdieron la vida la esposa y las dos hijas de un comisario que había dado un duro golpe al narcotráfico en 2009.El sitio web de “Radio AM 970” de Asunción tomó la posta en ese sentido y ayer hacía referencia al hecho y recordaba el pasado oscuro que envolvía a Cristóbal Suárez Rivero. “Se dedicaba al comercio, aunque tenía antecedentes por narcotráfico y además había sido detenido el 26 de enero de 2010 como supuestamente vinculado al asesinato de la esposa y las hijas del comisario Edgar Salcedo, ocurrido en Ñemby”, publicó ese medio en su versión digital ayer por la tarde, cuando todavía no se sabía del final de Sosa Riveros y en relación con un triple homicidio vinculado desde siempre con cuestiones “narco”.El cuerpo de Suárez Riveros apareció sin vida alrededor de las 10 del viernes en el Paraná, cerca de Puerto Piray. Fue su esposa quien lo reconoció en la Morgue Judicial de Posadas luego de que la noticia trascendiera al Paraguay.La mujer había denunciado que su esposa y su sobrino habían viajado hacia Irala para cobrar unos 4 mil dólares que habían quedado como saldo de la venta de un automóvil de la agencia de la que era dueño la víctima. El presunto deudor era un tal Mariano.Los vínculos que ahora se le endilgan al comerciante con el narcotráfico y con aquel irresuelto triple crimen, junto con el claro mensaje mafioso que dejaron los homicidas en los cadáveres, marcan a las claras la fuerte presencia de redes de tráfico de drogas en la zona de la triple frontera.





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