PUERTO RICO. La Justicia investigará el accionar de algunos policías pertenecientes al círculo de extrema confianza de la desplazada cúpula de la Unidad Regional IV, en la causa por el crimen de la joven Angélica Ramírez, asesinada a golpes la noche del miércoles 26 de septiembre pasado, cuyo cuerpo fue encontrado la mañana siguiente a un costado de la calle Pionero Kuhn de este municipio.Entre otros puntos, el objetivo es determinar quién dio la orden de plantar la pista que introdujo el nombre del hijo del juez Acosta en el expediente y, sobre todo, con qué finalidad.Es que desde la instrucción, incluso desde la mismísima Policía puertorriquense, aseguraron que el famoso contacto telefónico que posicionó esa teoría jamás existió.Los pesquisas creen que el policía, que declaró en sede judicial, habló de una llamada anónima para no brindar la identidad del superior que habría ordenado plantar esa hipótesis.No son pocos los que hablan de la mala relación existente entre el magistrado y la fuerza de seguridad provincial. Y todos coinciden en que esto habría sido el motivo de la maniobra. Tal como informara este diario, detrás de la causa que investiga el homicidio de Angélica subyace una feroz interna en la Policía de Puerto Rico, que no se disipó con el alejamiento del comisario mayor Jorge Bernal.Es más, habría hombres de su más entera confianza que aún sujetan las riendas del poder en ese punto estratégico de la provincia, de frontera caliente, donde el narcotráfico llegó para quedarse y desde allí proceder a la distribución de la marihuana que ingresa desde Paraguay.La feroz interna policial pareció resquebrajar la estructura de unidad y confianza entre los hombres de la UR IV. Ante cada información aparecida en los medios de comunicación, acerca de episodios gravísimos en esa jurisdicción, aquellos que no eran acólitos a la conducción pasaban a formar parte de la lista de “traidores”.Algo así habría sucedido cuando se supo de la detención de un oficial del Comando Radioeléctrico de Puerto Rico con 123 kilos de marihuana.Ocurrió cerca de Puerto Leoni, el 3 de septiembre.Desde entonces hay cuatro policías de esa jurisdicción detenidos en averiguación del hecho, además de un ex convicto, a disposición de la Justicia Federal de Eldorado que subroga el magistrado José Luis Casals. CasualidadesEl mismo policía que introdujo la pista del hijo del juez Acosta en el expediente por el crimen de Angélica Ramírez, que instruye la magistrada Laura Marcela González, aparece en la causa que investiga el robo de mil kilos de marihuana de la comisaría seccional Primera, de Puerto Rico.Es un oficial de alto rango que habría encontrado el llavero del oficial arrestado en Leoni con 123 kilos de marihuana. Y en ese juego de llaves estaba la copia de la puerta de acceso a la dependencia de la comisaría seccional Primera, donde estaba alojada la droga.Se trata del mismo oficial que, pese a pertenecer al Comando Radioeléctrico, inició actuaciones por motus propio sin consultar a la Justicia.En ese orden efectuó hasta el recuento de la marihuana existente en la comisaría seccional Primera, circunstancia que habría despertado el enojo de las autoridades del Juzgado Federal de Eldorado, ante la posibilidad cierta de haber adulterado el escenario del hecho y borrar huellas o rastros de una importancia clave para el futuro de la pesquisa. Falso testimonio o incumplimiento de los deberes“Falso testimonio; incumplimiento de los deberes de funcionario público y entorpecimiento de la labor judicial” son algunos de los cargos que podrían levantar contra los policías que, directa o indirectamente, intervinieron en el posicionamiento de la pista que involucró al hijo del juez Éctor Acosta.En este orden, trascendió que la fiscalía podría abrir un sumario para determinar por qué se dio curso y validez a una línea de investigación que tenía, como único soporte científico, una supuesta llamada telefónica que, para colmo, era anónima.Y si faltaba una cuota más de suspicacia en una causa mal barajada desde el inicio, ahora trascendió que, en realidad, esa comunicación jamás existió.Es que cada llamada que ingresa al Comando Radioeléctrico -más aún en una causa gravísima como esta- debe ser asentada en un libro de guardia y esto no sucedió.Entonces, lo que pueda decir el policía, acerca de la existencia o no del llamado, es lo mismo que nada, porque no hay registro.Fuentes de identidad reservada no descartaron que la familia del magistrado pueda iniciar acciones con los policías por posicionar la pista del hijo del juez. El ADN y las huellas de zapatillas son clave Dicen que la Justicia siempre debe pisar sobre terreno firme, porque de lo contrario la causa, objeto de su investigación, puede desaparecer con la rapidez de un golpe en el agua.La frase es aplicable al caso Angélica Ramírez, la joven de catorce años que fue asesinada a golpes a unos 200 metros del nuevo acceso a Puerto Rico.Hasta aquí, más allá de la estrategia que impulse la defensa del único detenido, lo cierto es que hay un estudio científico, elaborado por un prestigioso laboratorio de Capital Federal, que halló patrón genético de la víctima en las zapatillas del sospechoso.Igual de cierto es que aparecieron vestigios de otros tres hombres en el cuerpo de la adolescente. En todos los casos, el ADN dio positivo en muestras de saliva, colectadas de los senos de la muchacha.Si esos hombres, cuyas identidades se desconocen, intervinieron o no en la muerte de Angélica es, sin dudas, el gran objetivo y deber de la Justicia (la saliva puede trascender más de 24 horas como elemento de prueba genética).Mientras, existe una pericia de certeza que detectó ADN de Angélica en las zapatillas del panadero detenido.Y este aspecto de la pesquisa es tan importante como determinar si los asesinos fueron dos o más.La defensa del acusado deberá trabajar y mucho para rebatir una prueba considerada de certeza por la Justicia: cómo llegó la sangre de la víctima a las zapatillas de su defendido.No es un dato menor, porque esta pericia va acompañada de un tremendo trabajo de la Policía Científica en el escenario del crimen, que halló huellas de zapatillas similares a las que se secuestró en el domicilio del panadero.El argumento de que el ADN fue plantado asoma, al menos prima facie, poco sustancioso y de dudosa resistencia ante un Tribunal de alzada, en caso de llegar a la instancia de debate oral y público.Sin dudas, el resultado de las pruebas científicas en Capit
al Federal complejizó aún más la causa, que arrancó mal con una autopsia para el olvido y sigue sin enderezar el rumbo. Y, para colmo, con una pista falsa que no hizo más que sembrar dudas y desconfianza sobre los investigadores.





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