POSADAS. Ayer por la mañana, changarines del Mercado Central de Misiones (MCM) interrumpieron de forma total el acceso al abasto y en reacción productores cortaron el tránsito de la ruta nacional 12, justo en un horario clave de ingreso a la capital provincial.Además de la interrupción del tránsito, y el caos que generaba para los miles de automovilistas, se vieron desparramadas importantes mercaderías a la vera de la ruta; mientras que la policía también se encargó de complicar el desvío de los automovilistas, ya que no supieron coordinar, ocasionando que se genere un colapso mayor.Alejandro Fidela, secretario general de la Asociación de Trabajadores del Mercado Central, afirmó en declaraciones con PRIMERA EDICIÓN que el reclamo es contra el poco interés demostrado y la tolerancia del organismo “al trabajo informal de más de 400 trabajadores, incluso con algunos que hace casi veinte años prestan su servicio en el mercado”. Fidela reclamó que “no reconocen (las autoridades del MCM) el sindicato, acá niegan las pruebas presentadas de irregularidades en horario y contrataciones. Están pagando solamente entre 100 y 150 pesos por más de 10 horas y con papelitos que no son serios, esto es lo que venimos reclamando desde hace mucho tiempo. Compañeros que entran a trabajar entre las 20 o 21 y recién están saliendo al mediodía del día siguiente, por esa jornada de trabajo esclavizado se les paga una miseria”.Dijo que después de la nueva tarifa presentada, que plantea entre 250 y 300 pesos por jornada, solamente un operador habría cumplido con lo propuesto, mientras que el resto habría hecho caso omiso, “por protecciones del presidente. Acá son unos 400 a 450 trabajadores los que están pasando por esta situación”.La asociación desmintióY refiriéndose al planteo que habría salido desde el seno del ejecutivo del abasto, de formar una cooperativa, y supuesto acuerdo entre las partes dijo: “Nosotros no firmamos nada, según el presidente del mercado (Juan Ramón Rodríguez), hay 45 trabajadores nada más en el mercado y eso es mentira, hay un centenar trabajando y todos en negro”. Retrucó que “son 300 trabajadores que no están registrados ningún lado, él (presidente del abasto) tiene que probar dónde va la plata, un pedido de informe es lo que le pedimos y no da la cara. Acá se ve claramente que desde el Gobierno (provincial) se está apañando el trabajo en negro”.Mientras tanto el presidente del Mercado Central expresó en diálogo con Radio República que “Fidela no es trabajador y creó un gremio para agrupar a los changarines que no dependen del Mercado”. El titular de ese ente provincial aseguró además “que quien trabaja en negro tiene herramientas como el monotributo social para blanquearse. Algunos rechazaron ese monotributo para no perder beneficios sociales”. Rodriguez acusó a Fidela “de amedrentar a changarines y productores”.“Doble discurso”, dijo FidelaDesde la asociación, el representante entiende que “lo más grave de todo esto es que hay funcionarios implicados en todo esto. Acá se está escuchando de un tiempo a esta parte, ‘no al trabajo infantil, no al trabajo en negro’, y sin embargo es totalmente lo contrario lo que se ve. Simplemente acá hay un doble discurso”.Finalmente el caos cesó tras casi tres horas de bloqueo en la ruta, ya que los manifestantes debieron levantar la medida de fuerza, a raíz de una orden judicial que tuvieron que acatarla. “Si es por ley, la resolución estuvo fuera de foco, porque nosotros estábamos frente a un organismo del Estado, no en la ruta. Pero de todos modos levantamos la medida porque no queremos empeorar nuestro reclamo. Igualmente vamos a seguir trabajando porque queremos ver justicia acá”, remató Fidela. La Policía brilló por su ausencia a la hora de ordenarMás allá de la legitimidad o no del reclamo de los changarines, la modalidad del piquete como método de presión siempre afecta a los que nada tienen que ver con la protesta. En la víspera, miles de capitalinos que iban a sus trabajos, a hacer trámites, al médico o a llevar a sus hijos a la escuela se toparon con un corte de ruta que alteró sus rutinas. ¿Quién pagará el costo de haber llegado tarde al empleo, de haber perdido el turno o de la tardanza de los chicos que arribaron fuera de hora? Como siempre, los mismos damnificados.Ayer fue una de las mañanas más lluviosas de las últimas semanas. Y no es para menos, porque han sobrado jornadas húmedas el mes que acaba de terminar. En medio de ese temporal, cientos de vehículos debieron ensayar un camino alternativo ante el bloqueo frente al abasto. Los efectivos policiales indicaban en el cruce de la ruta 12 con Las Palmeras, que los coches, camionetas, camiones y colectivos de todo tamaño debían seguir viaje por la última de las arterias mencionadas, en dirección al corazón del barrio A-3-2 y desde allí buscar alguna vía para volver a la carretera nacional. La odisea recién empezaba, porque los uniformados se desentendieron de los conductores y estos empezaron a desperdigarse por las calles del complejo habitacional en busca de una salida.Hubo quienes se perdieron, otros formaron pequeños grupos y ayudados por las señas de los vecinos tomaron caminos terrados, en muy mal estado, en busca de la ruta. De milagro, ningún camión o micro de larga distancia volcó.Los más suertudos llegaron hasta el acceso sur y desde allí, a paso de hombre, pudieron volver a la 12 (a la altura del puente Zaimán) sin tener que empantanarse.A lo largo de todo ese periplo, ningún policía se dejó ver para ordenar el tránsito. Brillaron por su ausencia y es bueno que lo sepan.Los que viajaban en ómnibus urbanos no tuvieron mejor suerte. Algunos desesperados, se bajaron de los vehículos y empezaron a caminar al costado de la carretera, en medio del diluvio, poniendo en peligro su integridad física.Tres horas duró el calvario. Tres horas en las que personas que nada tienen que ver con el conflicto pagaron las consecuencias. Lamentablemente, se trata de historia repetida.





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