POSADAS. La pava negra que silva en medio del alboroto de un día de feria en Santa Rita llama inevitablemente la atención. No son pocos los que se acercan a comprar el agua caliente que siempre está a punto para comenzar un mate, pero quienes ya lo conocen saben que Rubén no les cobra por ese bien. Da generosamente, ya que es sólo la estrategia de venta para hablar con los clientes y así dar a conocer su verdadero negocio: la fabricación y venta de cocinas ecológicas de ladrillos y aserrín. Ni bien el hombre empieza a explicar las ventajas de la cocina y cómo funciona la gente se interesa, le pide un número de teléfono y paso siguiente se las compra. Su valor es de 250 pesos. En esos trajines lo encontró PRIMERA EDICIÓN, que lo invitó a contar su historia. Cuando don Rubén se empieza a acordar como entró en el mercado no puede menos que sonreír por sentirse un triunfador, y gracias a la situación menos pensada: se había quedado sin trabajo de la noche a la mañana porque la empresa multinacional para la que trabajaba en el departamento de ventas lo desechó de su sistema. Superó el tremendo sacudón con entereza y confianza en sí mismo. Él sabía que podía.“Empecé a conocer este sistema para cocinar por intermedio de un amigo entrañable: Juan Carlos Galeano, de la granja El Fiaca. Fue por una nota de tu diario”, dice y sonríe, “asistí a un curso para aprender a cultivar lombrices californianas. No sabía que era el camino que me llevaría inclinarme por las cocinas. Me empecé a interiorizar, allá por el 1800 las hacían de chapas, pero a medida que me fui metiendo, porque me gustaron, las fui perfeccionando”.Emprendedor natoCon la sonrisa amable y la mirada decidida, Rubén cuenta que los primeros modelos eran de ladrillo común y cemento, pero sus prototipos resultaban ser muy pesados y difíciles de transportar, lo que complicaba mucho trasladarlas y ubicarlas en los estands en las ferias de Villa Cabello y Santa Rita. Aquí Rubén volvió a sacar a relucir su espíritu de lucha y se empecinó en desarrollar modelos que resultaran más vistosos y fáciles de transportar. A base de prueba y error las empezó a construirlas de aluminio fino y ladrillo refractario, con lo cual también alcanzó otro beneficio: el fuego también dura más de las cuatro o cinco horas, con estos modelos superan las ocho. “Con esto conseguí alivianar el producto, porque los primeros tenían que ser levantados por dos personas. Ahora ya no. Además le incorporé dos asas y fácilmente se puede trasladar a cualquier lado”, explicó. El aserrín se consigue gratis en cualquier aserradero y los dueños de las carpinterías se muestran de lo más agradecidos cuando las personas se lo llevan, ya que para ellos es basura.“A mí no sólo me regalan sino que me agradecen que yo me lleve el residuo”, contó. Por eso la cita favorita de don Rubén es “mientras las mueblerías sigan fabricando muebles tenemos el combustible perfecto y asegurado para estas cocinas”, aseguró.“Ahora, con el asunto del gas en cilindro que cada vez es más caro y a veces hasta es difícil de conseguir -hemos pasado por varias crisis-, el emprendimiento se perfila como la mejor opción, ya que prácticamente el combustible se consigue gratis y puede durar varias horas encendido con buena llama, con lo cual agiliza todo lo que uno necesita hacer”. Su número para contactarlo es 154640513.





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