Era el miércoles 27 de octubre de 2010 cuando Néstor Kirchner moría a los sesenta años tras sufrir un paro cardíaco en su residencia de El Calafate, donde se encontraba con la jefa de Estado, Cristina Fernández.Kirchner nació el 25 de febrero de 1950, fue presidente entre 2003 y 2007 y al momento de su deceso era diputado nacional, jefe del Partido Justicialista y secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), cargos desde los que marcó el ritmo de la política nacional en los últimos siete años. El patagónico, quien tenía antecedentes de afecciones coronarias, se descompensó durante la madrugada, por lo que la Presidenta citó de urgencia a la máxima autoridad policial local, el subcomisario Alejandro Luján, con quien partió hasta el hospital distrital José Formenti. Pero padeció un episodio cardíaco y no pudo ser reanimado.Tras conocerse la noticia, que causó consternación en todos los ámbitos, los ministros del gabinete nacional viajaron desde el aeroparque metropolitano a El Calafate. Era un momento de inflexión en la historia contemporánea argentina.Hoja de rutaNéstor Kirchner cambió el rumbo de la política argentina en la primera década del siglo, al marcar con gran energía fuertes enfrentamientos con distintos sectores del país y del exterior, bajo una firme impronta personal. Así, se enfrentó con sectores de las Fuerzas Armadas, vinculados a la última dictadura, al igual que con la cúpula de la Iglesia, con medios de comunicación privados, sobre todo en los últimos años con el Grupo Clarín, con los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y también, en distintos episodios, con la Casa Blanca.Mantuvo además firmes enfrentamientos con sectores internos del Partido Justicialista, que encabezó desde 2008 hasta su muerte. En su gestión, iniciada en 2003, Kirchner mantuvo una serie de ejes de política económica que había iniciado el ex presidente Eduardo Duhalde tras la crisis de 2001 -el tipo de cambio alto, superávit fiscal y comercial-, lo que marcó altas tasas de crecimiento a partir de entonces. A eso, el ex mandatario le sumó una férrea negociación con los acreedores de la deuda pública argentina, ante quienes logró una quita del orden del 75%. Cuando terminó su mandato, lo hizo con niveles de aprobación por parte de la población, que rondaron el 70%.Kirchner había iniciado su carrera política en los 70, cuando también conoció en la Universidad de La Plata a Cristina Fernández, con quien se casó el 9 de marzo de 1975. Tuvieron dos hijos, Máximo, en 1977, y Florencia, en 1990. En plena dictadura regresó a su Río Gallegos natal, donde se dedicó a la actividad privada (sus detractores criticarían ese hecho años más tarde).Recuperada la democracia, desde fines de 1983 Kirchner fue presidente de la Caja de Previsión Social de Santa Cruz. En 1986 obtuvo su primera victoria electoral, en la interna partidaria que le otorgó mayoría y minoría del consejo local justicialista. Para las parlamentarias de 1989 formó el Frente para la Victoria, su línea provincial, que con una lista encabezada por Cristina Fernández se adjudicó el triunfo y logró sus primeros cuatro legisladores. El 10 de diciembre de 1991, con el 30,44% de los votos y mediante Ley de Lemas, Kirchner asumió la gobernación de Santa Cruz.A partir de entonces, su relación entonces con el ex presidente Carlos Menem osciló: se acercó a él cuando el ex mandatario dio la posibilidad de obtener regalías petroleras a la provincia y se enfrentó, por ejemplo, ante la intención del riojano de que los “Hielos Continentales” fueran considerados territorio chileno. También se enfrentó con fuerza al ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, cuando le querían retacear fondos para Santa Cruz.En 1995, con el 62,09% de los sufragios, se convirtió en el primer mandatario reelecto en la provincia. Y en 1999, con el 52,7% de respaldo popular, inició su tercer período de gobierno.Cuando Fernando de la Rúa gobernó el país se mostró como un gobernador díscolo, muy crítico de los ajustes impulsados a instancias del FMI por aquella gestión. En 2002, caído De la Rúa, el entonces presidente Eduardo Duhalde quiso nombrarlo jefe de Gabinete, pero él se negó. Y luego enfrentó a Duhalde. A pesar de esos enfrentamientos, se convirtió en el “delfín” del bonaerense y con apenas el 22,3% de los votos accedió a la Presidencia -Carlos Menem se “bajó” de la segunda vuelta, ante una derrota segura-. Allí Kirchner inició su presidencia: se enfrentó en público a José Claudio Escribano, editor del diario La Nación, rechazó la posibilidad de un indulto a ex militares, impulsó una electrizante renovación de la Corte Suprema de Justicia, apuntó a la reactivación de juicios a represores al priorizar la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Y tuvo acciones de gran teatralidad, como cuando mandó al jefe del Ejército a descolgar el cuadro del ex dictador Jorge Rafael Videla del Colegio Militar.En política exterior, su eje clave fue el acercamiento a los países de América Latina, todos ellos en un marco de importante bonanza económica por la suba de los precios de los productos primarios en todo el mundo. Así, en 2005, en una convulsionada Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, rechazó la pretensión de George W. Bush de implantar el Área de Libre Comercio de las Américas (Alca).Kirchner fue acusado por la oposición de autoritario, de cerrar las puertas del Congreso -por contar con una amplia mayoría a partir de 2005- a debates, de manejar la Justicia a través del Consejo de la Magistratura y de apañar casos de corrupción sobre todo en la obra pública. De la mano de Cristina, electa senadora, derrotó a la estructura duhaldista de Buenos Aires, territorio que pasó a manejar como eje de todas sus políticas.Nuevas tareasEn 2007, cuando Cristina Kirchner asumió la Presidencia, comenzaron tiempos muy convulsionados. El matrimonio sufrió un gran traspié con la crisis de la “resolución 125”, por la que las entidades del agro se negaban a pagar más impuestos. Allí se agudizó el enfrentamiento con los medios y sobre todo con el “Grupo Clarín”. En el marco de la crisis financiera internacional en 2009, Kirchner protagonizó una derrota electoral, cuando se postul&a
mp;oacute; a diputado por Buenos Aires y obligó al resto del PJ a protagonizar las “candidaturas testimoniales”. A pesar de esa derrota, fue firme militante y en algunos casos mentor de las políticas llevadas adelante por Cristina: la nacionalización de los fondos de las jubilaciones, la Ley de Medios, la Ley de Matrimonio Igualitario, la Asignación Universal por Hijo.Nunca dejó de expresar en público y en privado sus diferencias con quien fuera. Así fue perdiendo aliados: Roberto Lavagna, Eduardo Duhalde, Felipe Solá y también, en distintas ocasiones, con el actual mandatario bonaerense Daniel Scioli. Sus seguidores lo recordarán como un líder fuerte, que promovió grandes cambios, que puso a la política en el centro de la escena, que enfrentó a corporaciones a los que la democracia nacida en 1983 nunca había tocado, que promovió la regionalización desde la Unasur. Su imagen resultará inolvidable para admiradores y detractores: el saco cruzado abierto, los mocasines negros, siempre algo desaliñado, su voz quebradiza, el resoplido que se escapaba entre sus dientes, sus palabras punzantes, su media sonrisa, su tesón. Al morir, aún tenía abiertas las posibilidades electorales. Las encuestas, si bien le marcaban un amplio nivel de rechazo, lo convertían en el que sería el político más votado en una primera vuelta. Pero desoyó los consejos de sus médicos ante una salud que se le escapaba de las manos: priorizó su pasión, la política como forma de impactar en la realidad, por sobre su suerte personal.





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