SAN IGNACIO (Por Sergio Alvez) El lunes 8 de octubre, a la siesta, los hermanos Isaac (11) y Ezequiel Gómez de (16) ingresaron al río Paraná, en una precaria balsa hecha con tacuaras y telgopor. Estaban en la zona conocida como Puerto Nuevo, en cercanías al puesto de la Prefectura Naval. Fueron vistos por última vez a las 15.30 de ese día, a unos 50 metros de la costa. Recién el día siguiente, sus cuerpos sin vida fueron hallados atrapados entre unos gajos. Esos gajos, pertenecían a árboles que la Entidad Binacional Yacyretá desgajó y arrojó las ramas al río, irresponsablemente, cuando lo que hubiese correspondido era despejar debidamente del embalse todo este tipo de residuos vegetales. Basta observar el lugar desde la costa, para darse cuenta que no existió aquí tratamiento costero alguno, ni tampoco la previsión necesaria para que el embalse no se convirtiera en una trampa mortal. Ni si quiera existe cartel alguno que señalice la peligrosidad del cauce – utilizado históricamente por los vecinos para recreación acuática – , y a simple vista se aprecian las ramas, los troncos y los gajos flotando sobre el agua del embalse. PRIMERA EDICIÓN arribó a la zona, para interiorizar acerca de esta tragedia, que para los familiares de las víctimas, tiene directa relación con la negligencia de la EBY. Un dolor inabarcable “El miércoles 17 de octubre, Ezequiel hubiera cumplido 17 años. Pero ya no está. Siempre dicen que no existe un dolor comparable a perder un hijo; nosotros acabamos de perder dos hijos juntos, no tenemos fuerzas casi ni para hablar”, expresó don Elías Gómez, padre de familia y olero desplazado por la EBY, al recibir al cronista de este diario en su vivienda del barrio El Progreso. Su esposa, madre de los pequeños, permanece en la cama hace varios días, sumida en una honda depresión. “Todos nos criamos en el río. Desde gurices mis hijos iban al río. Pero ahora esto ya no es un río. Mis hijos se ahogaron en el embalse, que está hecho un peligro total, si no hicieron (la EBY) ninguno de los trabajos que tenían que haber hecho, está todo así lleno de palos, convirtieron lo que era una costa tranquila en una trampa para humanos”, indicó Gómez. Con respecto a la presencia de tantas ramas y palos en el agua, Gómez explicó que “acá lo que la EBY hizo fue contratar gente, muchos de ellos conocidos míos, que en canoa iban hasta los árboles que quedaron inundados, cortaban con motosierras las ramas y las dejaban en el agua, todo el embalse está lleno de peligros ahora”.Además, explicó que “esta era una zona de olerías, y la EBY no mandó a tapar un solo pocito de los miles existentes allí, se inundó todo así como estaba, sacaron a la gente sin avisar y mandaron el agua, mucha gente perdió toda su producción por la forma en que se manejaron”. Trampa mortalTanto en Prefectura Naval, como en la Municipalidad de San Ignacio, coinciden en que “hay tramos del río que se volvieron una trampa mortal”. Sin embargo, los tratamientos costeros no se están llevando a cabo en todas las zonas necesarias, y nadie parece hacerse cargo de la enorme cantidad de residuos vegetales en los embalses. Conocedor como pocos del río y sus traumáticas conversiones a partir de la cota 83, el cacique de una de las comunidades mbya de la ribera, Bertolino Ortega, opinó que “nosotros vimos como todo esto fue cambiando. El río ahora es muy peligroso, no se puede entra ni pescar, porque está lleno de pozos, de ramas, es un río además contaminado, sucio, porque creció y no sacaron nada de lo que había abajo”. “La EBY me sacó el trabajo, y ahora a mis hijos”La familia Gómez toda la vida vivió de la fabricación de ladrillos artesanales. Conocen la zona costera a la perfección. El propio Elías fue testigo directo de las transformaciones que terminaron – con la suba de la cota 83- inundándolo todo, y que privaron a cientos de oleros de sus fuentes de trabajo, sin indemnización alguna por parte de la EBY. “Ni siquiera nos avisaron de la crecida. El agua nos tapó todo, los hornos, todo, y yo en mi caso perdí hasta 8 mil adobes listos para hornear, todo quedo bajo el agua, y no hubo ninguna compensación por pérdida de la fuente laboral, fue un atropello absoluto, y no me ocurrió solo a mi, así se manejó la EBY con muchos oleros de esta zona. La EBY me sacó el trabajo, y ahora a mis hijos. Las autoridades no debieran permitir que esto siga así”, dijo. Plan de Manejo AmbientalEl Plan de Manejo Ambiental es un documento interno contenido dentro de los manuales pertinentes al Plan de Terminación de Obras de la Entidad Binacional Yacyretá. En su apartado 2, titulado “Acciones previas a llenados parciales de embalses”, existe un ítem denominado “Remoción de Biomasa” (2.2), donde se enuncia lo siguiente: “se ejecutan en zonas urbanas y periurbanas para cotas superiores, tareas de limpieza, remoción de vegetación, adecuación de cauces naturales de arroyos y de desagües pluviales y retiro de basura en las áreas costeras de propiedad de la EBY en ambas márgenes”. También está en proceso de concurso, la licitación pública, para los trabajos de remoción de biomasa y de adecuación de los futuros vasos de subembalses hasta cota 83 msnm. En el caso de San Ignacio, está a la vista claramente, que no se ha cumplido en absoluto con ninguno de los trabajos de remoción de biomasa necesarios. Además de la negligencia de la EBY, es de observarse que ningún organismo gubernamental supervisa o advierte estas severas irregularidades, que como en el caso de los hermanitos Gómez, terminan costando vidas humanas..





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