POSADAS. Docentes locales admitieron a este diario que son varios los casos de alumnos que dejan de asistir a clases en los colegios ubicados en el populoso barrio A-4 a causa del “paco”, una droga que se elabora con sustancias residuales de la cocaína y que hace estragos en el cerebro. Los educadores coincidieron en que es alarmante el índice de deserción debido a la gran cantidad de “nuevos adictos” a este flagelo. También indicaron que hace al menos diez años que se detectó la venta de ese estupefaciente en la capital provincial, y que en forma progresiva fue aumentando el número de consumidores, casi siempre menores de muy escasos recursos. “Muchos les llaman ‘la droga de los seis meses’, por que ese es el tiempo en que tarda en causar una muerte cerebral. “Asientos vacíos”Un docente que prefirió mantener su nombre en el anonimato debido a que teme por represalias, explicó que “los últimos dos casos tuvimos una de ‘cal y otra de arena’, porque a dos jóvenes que sufrían esta problemática los llevamos a un conocido centro de rehabilitación para adictos, pero lamentablemente tuvimos información que sólo uno de ellos regresó con cierta recuperación física y psíquica. Sin embargo otro de los chicos jamás regresó a clases y se convirtió en un alumno más que deja un asiento vacío en las aulas por culpa del ‘paco’”. A todo esto se debe sumar que muchos de los jóvenes que comienzan sus estudios no los terminan debido a que existen pandillas o patotas que suelen “captar” a chicos para engrosar sus “ejércitos”. TerritoriosEstas gavillas se enfrentan por cuestiones territoriales en la zona del populoso barrio A-4 y su periferia. En varios casos estas peleas campales suelen aparecer en las crónicas policiales debido a que suelen tener un saldo mortal (una de estas riñas callejeras terminó con la vida de un menor), o dejan heridos y en otras ocasiones móviles policiales destruidos o efectivos lesionados, tal como ya denunció en su momento este diario. En medio de estos enfrentamientos entre bandas juveniles aparece en escena una de las peores drogas de los últimos tiempos, el “paco”, y que se cobra sus propias víctimas. En febrero pasado, una contienda sin cuartel entre grupos antagónicos derivó en el incendio de una vivienda cuya familia abandonó todo y emigró en busca de algo de paz. Violencia sin límitesEn Posadas es una constante que, sobre todo en los conglomerados más alejados, convivan gavillas, patotas o grupos que cada tanto sostienen encarnizadas batallas por el dominio territorial del barrio.Sucede en el A-4 como en el A-3-2, en Itaembé Miní o el paraje San Isidro.Cada una de ellas, por lo habitual, posee un nombre o mote de guerra.Incluso, en ocasiones, la fama que adquieren después de cada enfrentamiento, por ferocidad o virulencia, trasciende los límites de sus barrios y abre las puertas a contiendas con pandillas de otros conglomerados habitacionales.El febrero pasado, dos facciones, conocidas como “San Lorenzo Viejo” y “Loma Poí”, rivalizaron fuerzas en el A-4.Más de sesenta vándalos se enfrentaron a golpes, pedradas, palazos y hasta tiros. Una casa, de gente trabajadora, fue incendiada. Sus ocupantes se fueron. El vaticinio que acabó en la muerte de un chicoPOSADAS. Era el sábado 25 de febrero y la provincia estaba inmersa en un verdadero caos. La inseguridad dejaba de ser una sensación para convertirse en una realidad preocupante, porque el grueso de la Policía provincial se había acuartelado en demanda de mejores salarios y condiciones de trabajo. Gendarmería Nacional había salido a las calles por pedido del Gobierno provincial.Alrededor de las 3.30, sonó la alarma en la Unidad Regional X. Un llamado alertaba del feroz enfrentamiento entre dos grupos antagónicos, en inmediaciones de las calles 174 y 57 del populoso barrio A-4.Alrededor de cuarenta personas, de las más variadas edades, se enfrentaron con una violencia inusitada.PRIMERA EDICIÓN había anticipado, 48 horas antes, el clima de tensión y violencia que hasta se podía respirar en la zona.La nota, publicada el 24 de febrero, hacía alusión a una batalla campal, ocurrida el día anterior, entre unos sesenta vándalos que terminó con una vivienda incendiada, cuya familia optó luego por abandonar el barrio en busca de algo de paz.Pero la pelea, a todo o nada, se repitió aquel 25. En esta ocasión, el saldo fue mucho peor.La reyerta derivó en la muerte de una chico de trece años, identificado como Marcos Gabriel Olivera, ultimado de un balazo en el tórax.La causa fue caratulada como homicidio simple y tomó intervención el Juzgado de Instrucción 2 de Posadas.





Discussion about this post