OBERÁ. No está claro si fue realmente porque el abogado defensor renunció a último momento o si se trató de otro artilugio del “mago” de la palabra. Nunca nada queda claro cuando alrededor aparece el nombre de Luciano Méndez (52), el conocido estafador que ya cumplió tres condenas y que ayer iba a enfrentar su cuarto juicio por engaños en el Tribunal Penal 1 de Oberá.Horas antes de la primera audiencia, el abogado defensor renunció sorpresivamente y el juicio por estafas contra 16 víctimas por un monto de 75 mil pesos finalmente debió postergarse hasta mediados de noviembre. ¿Un nuevo ardid del “mago”? Es probable que nunca se sepa. Sin embargo, ante el artículo que PRIMERA EDICIÓN publicó en exclusiva en su edición de ayer, se conocieron otras tantas andanzas de este verdadero “maestro” del fraude que prácticamente enredó con sus palabras a casi media provincia. La otra parte de una historia increíble, insólita y con pocos antecedentes en el país.Lo último del “mago”Como este medio publicó ayer, Méndez será llevado a su cuarto juicio bajo sospechas de estafar a vecinos de Aristóbulo del Valle y Alberdi. Hacia 2010 se hacía pasar por agente de la AFIP-Aduana y ofrecía vehículos en depósito judicial a precios irrisorios. Claro está, cobraba un “adelanto” para llevar a cabo la entrega. Así se quedó con unos 75 mil pesos.Los antecedentes no lo favorecen. En 2001, 2005 y 2006 fue condenado a prisión por otros tantos hechos similares, uno de ellos, por ejemplo, asegurando que por unos pocos pesos les conseguiría a sus víctimas una casa del Iprodha en Posadas. Todo eso parecía suficiente. Pero no. Había más. Mucho más.Un hombre jugadoPese a que el juicio se llevará a cabo en Oberá, el “mago” aguarda por el debate en la Unidad Penal III de Eldorado. Y todo tiene un fundamento. Es que el imputado se atrevió a estafar a sus propios compañeros de celda de la UP-II de Oberá, donde se encontraba alojado hasta hace algún tiempo.Como tantas otras veces, Méndez utilizó sus palabras melosas para convencer al resto de los presos de que, por algunos pesos, él movería sus “contactos” y aceleraría los distintos trámites propios de quienes no gozan de su libertad.Parte del presidio obereño creyó en la “buena fe” del preso, pero enseguida los reos se dieron cuenta de que habían caído en el engaño del “maestro de la estafa”. La sed de venganza puso en peligro al arriesgado timador y la Justicia decidió trasladarlo a Eldorado.De por sí la historia resulta increíble, pero eso no es todo. Es que Méndez ya tenía antecedentes por estafas a compañeros de cárcel. Fue muchos atrás, cuando cumplía una de sus primeras condenas en Loreto. Allí aseguró que por unos tantos pesos conseguiría computadoras para los reos e incluso para sus familiares, que solían visitarlos.Las palabras dulces del “mago” convencieron a todos, pero el tiempo pasó, el dinero se esfumó y las computadoras nunca aparecieron. Otra vez fastidio y, de nuevo, sed de venganza en los pabellones.Dos historias de películaLa fuente, de vasta experiencia y siempre ligada a la investigación policial, recordó otros dos casos dignos de ser trasladados al cine en una historia que promete taquilla.La primera sucedió hace una década, quizás más. El hombre todavía no era tan conocido cuando comenzó a visitar a distintos médicos de la provincia. La idea era promisoria: construir una clínica de avanzada en Misiones, con toda la tecnología.La idea ganó adeptos enseguida y “prendió” en los profesionales de la salud más entusiastas. Tanto que muchos decidieron seguir los consejos del visionario y le otorgaron importantes sumas de dinero para que el proyecto se transforme en una realidad. Otra vez, el tiempo pasó y las víctimas no tardaron en entender que habían caído en las redes del “mago”.La segunda y última historia es quizás la más increíble e insólita. Transcurrió a principios de los noventa en General Alvear, unos pocos kilómetros al norte de Oberá y conjugó la ansiedad de una mujer desprevenida con las garras del protagonista de la historia.Ella quería alcanzar el sillón comunal del pueblo. Él le prometió catapultarla directamente a la intendencia. Le cobró una suma importante para la campaña y hasta viajaron juntos a Posadas para reunirse con un cómplice que se hizo pasar por asesor de un político “de moda”. De regreso, acordaron los últimos detalles de la movida proselitista. Él prometió volver a los pocos días con el “kit” político. Ella lo esperó. Y lo sigue esperando: Méndez se esfumó con el dinero y no volvió a pisar Alvear jamás.El personaje parece salido de una película, pero es real, como sus estafas, que se cuentan de a miles en todo Misiones. Es el “mago” de la palabra, el hombre que hizo del engaño un modo de vida. Las víctimasmás recientesMéndez debía ser juzgado desde ayer en el Tribunal Penal 1 de Oberá por una serie de estafas en las que damnificó a 16 personas.Como la defensa renunció al caso, el debate se postergó hasta mediados de noviembre. Desde ahora el acusado estará representado por la defensora oficial, la doctora María Graciela Abdolatif.Cuando el juicio se inicie, Méndez deberá rendir cuentas después de que la instrucción encontró firmes sospechas de que se hacía pasar por una gente de la AFIP-Aduana y aseguraba tener los contactos necesarios para vender automóviles en depósito judicial sin necesidad de ir a remate.Así, siempre solicitando un “pequeño” anticipo, se hizo con unos 75 mil pesos en efectivo producto del cobro que fue realizando en la zona de Aristóbulo del Valle y Alberdi.





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