SAN JOSÉ. Tras casi tres décadas de servicio, el suboficial Ramón Lencina tenía planeado jubilarse el año próximo. Pero la semana pasada estaba en su casa cuando recibió un llamado inesperado desde la comisaría de San José, donde se desempeñaba. Le convocaban a acudir a un procedimiento. Un ladrón había sido localizado en una vivienda del pueblo, y era menester detenerlo. “Negro”, tal era su apodo, acató la orden, aunque desde hace tiempo sólo se dedicaba al patrullaje rural y ya no realizaba este tipo de intervenciones.Fue de civil y en su camioneta particular, acompañado por otro compañero, también de civil. Al llegar, dejó su arma reglamentaria en el vehículo y fue a proceder. El hombre al que fueron a detener le terminó aplicando una puñalada artera y se dio a la fuga, aunque fue capturado al poco tiempo.El suboficial Lencina tuvo fuerzas suficientes para subirse a la camioneta y manejar hasta el hospital de San José donde, cuentan, se desplomó al llegar. Fue derivado de urgencia al hospital Madariaga, pero ya no había nada que hacer. Sus restos fueron enterrados en el cementerio del pueblo, exactamente junto a la tumba de su padre, quien también había sido policía.“No le correspondíahacer ese procedimiento”Leandra Pérez, casada con Ramón, tuvieron cuatro hijos. “La llamada fue a eso de las 11.30, él estaba acá en casa. Acudió de civil, con un compañero también de civil. Pero él ya no hacía esos procedimientos en el pueblo. Lo que hacía era patrullar las colonias. Fue muy extraño, me llama la atención que le hayan convocado cuando había personal en la comisaría. No le correspondía a él hacer se procedimiento” señala la mujer.Para ella, el procedimiento en cuestión “debió haber sido hecho además con más personal, se sabía que se trataba de un delincuente con antecedentes peligrosos, que era una acción de riesgo”.El hijo mayor del matrimonio, Cristian (25) coincide en que “él no tenía que haber hecho ese operativo ese día. Además no contaba con la información necesaria, ni estaban los policías de San Carlos, de donde era oriundo el delincuente. Estamos indignados con la forma en que sucedió, ya que ese procedimiento se pudo haber planificado mejor y con más seguridad”.“Era querido y respetado por todos”“Ramón era querido por todos acá y en todas las localidades donde estuvo trabajando. Hizo toda una carrera con valores, de verdadero servicio a la comunidad. Por eso todos los recuerdan de la mejor manera. En su vida tuvo un montón de situaciones, pero nunca imaginamos que a tan poco tiempo de jubilarse le pasaría esto” manifestó Teresa a este medio desde la intimidad de su casa.La mujer contó también que Ramón “ya tenía decidido jubilarse en 2013. Tenía muchos proyectos. A él le gustaba el campo, quería ir a trabajar a la chacra, y además pensaba poner un kiosco de revistas, estar más tiempo con la familia, con sus hijos, ese era su deseo, porque el trabajo le había demandado muchísimo tiempo de su vida”.Por su parte, Cristian relató que “esa mañana, como estaba muy mal el tiempo, él me llevó en su vehículo hasta Apóstoles donde yo trabajo, era un padre excelente, con nosotros muy atento, siempre dando el consejo preciso, un gran padre y compañero”.Facundo (19), otro de los hijos, recordó que “él no quería que nosotros fuéramos policías ni de ninguna fuerza. Nos decía que estaba orgulloso de su trabajo, pero que para nosotros quería que estudiáramos en la facultad”.“Su locura y debilidad era su nieto, Thiago, de apenas seis meses, hijo de nuestra única hija mujer. Estaba muy emocionado con su rol de abuelo” recordaron . El suboficial Lencina fue nombrado agente de Policía el 10 de noviembre de 1987. Trabajó en la Comisaría Seccional Segunda de Eldorado, en la seccional Primera de la misma ciudad, después en la Comisaría de Apóstoles, dependiente de la Unidad Regional VII, y luego, por más de 15 años, en la Comisaría San José, donde la muerte lo encontró en pleno trabajo.





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