FLORENTINO AMEGHINO. El barrio Nuevo fue construido a través de una subcontratación hecha por el Iprodha con aportes de fondos nacionales y provinciales; el objetivo del mismo era el de brindar solución habitacional a veinte familias de tareferos, pero el afán electoralista de las autoridades municipales y provinciales y la falta de control sobre los proyectos han logrado que se desvirtúe tan noble objetivo. Hace ya dos años que los adjudicatarios esperan la entrega de las viviendas, pero sólo escuchan promesas que nunca se cumplen.Sospechas PRIMERA EDICIÓN mantuvo un encuentro con “Cali” Zuberbuhler, concejal del Partido Agrario y Social en Ameghino, y con algunas de las familias a las que ya les tendrían que haber entregado las viviendas. Zuberbuhler contó que “la historia de este barrio ya empieza mal, o por lo menos bastante turbia; el terreno, fue comprado al marido de una concejal de la renovación, en un precio, según tengo entendido, muy por arriba de los valores de mercado, y la mayoría de los inscriptos tarefean para este matrimonio. En el Concejo he presentado infinidad de pedidos de informes, pero a ninguno se responde”.“Lamentablemente, este proyecto para el cual se destinaron muchos millones, está construido con materiales de baja calidad y hoy, casi dos años después de haberse finalizado, no fue entregado aún a sus beneficiarios. Además al estar deshabitadas las casas es notable el deterioro que han sufrido y la zona se está transformando en un “capueral”, y para finalizar expresa “como con muchos proyectos la renovación hizo de esta posible solución para la gente una utilización con fines electorales, prometiendo la pronta entrega luego de las elecciones, pidiendo el voto a cambio y hoy escuchamos como excusa que no se disponen de 18.000 pesos para hacer el pozo perforado de agua para el barrio como obstáculo “insalvable” que no permite entregar las viviendas, no es necesario explicar que es un argumento absurdo, 18.000 pesos no pueden ser un obstáculo para una provincia que destina 66 millones a construir un faro que no tiene ninguna utilidad práctica para sus habitantes. Apelo a la sensibilidad de las autoridades para que finalicen el proyecto y le den la solución a estas veinte familias de tareferos que como todos sabemos son el eslabón más castigado de la cadena de producción yerbatera”.Sin opciónUna de esas casas está habitada por Raúl (25) junto a su esposa y sus dos hijos. Entrevistado por este diario afirmó: “Hace más de un año hicieron el sorteo de llaves y desde entonces el intendente nos viene diciendo el mes que viene entregamos las viviendas, y así nos viene llevando. En la campaña del año pasado, cuando vino el Gobernador, el intendente dijo: ‘Cumplo mis promesas y les voy a hacer el pozo perforado para que ustedes, los tareferos, puedan habitar las viviendas’, pero ahora nos dice que él no tiene nada que ver, que es una cuestión del Iprodha y que no tiene los fondos para hacer el pozo, nos versearon para que los votemos”. Consultado acerca de hace cuánto tiempo habita la casa en el barrio, Raúl respondió: “Hace tres semanas nos vinimos con mi familia, y vinimos porque no tenemos otra opción, terminó la cosecha y no podemos pagar más un alquiler como lo veníamos haciendo”, y aclara: “No nos metimos en cualquier lado, estamos habitando la casa que nos fue adjudicada, la número 15 como decía en el listado, sólo que no podíamos esperar más. No estamos bien acá no hay agua, no disponemos de baño y llueve en todas las habitaciones, pero era esto o la calle”.“No le aflojo por mis hijos”La otra casa habitada de este aún sin estrenar barrio Nuevo está ocupada por Rosa (36) y sus tres hijos, en el sorteo, la casa le había sido adjudicada a su marido y ellos desde enero están habitándola.“Nosotros nos vinimos en el mes de enero, esperamos, esperamos y esperamos, pero siempre había una excusa para no hacer la entrega de la casa, parece que no importara la necesidad de la gente, como si sólo se acordaran de nosotros cuando llegan las elecciones. Estoy segura de que el año que viene reflotan el cuento de la entrega de viviendas”, asevera Rosa.“A fuerza de verdad, la casa está en muy malas condiciones, no tenemos agua, por lo tanto no podemos disponer del baño y tenemos que hacer nuestras necesidades a cielo abierto, las puertas y ventanas no cierran bien, hay muchas goteras por toda la casa. Claro, en la foto salen bien, pero quisiera que algunas de las autoridades las habiten para que entiendan nuestro reclamo”.Rosa aprovechó el terreno y tiene construida una huerta de donde obtiene verduras para el consumo propio: “yo afuera no puedo trabajar porque tengo que cuidar a mis hijos, entonces aprovecho el espacio que dispongo para producir algo” y agregó “es muy difícil vivir así, por momentos me siento caer, estamos como animales, pero no le aflojo por mis hijos (3, 7 y 9), quiero salir adelante y demostrarles que se puede, darles un futuro y que cuando ellos crezcan no tengan que depender de promesas como nos pasa ahora”.





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