BUENOS AIRES. La reactivación de la causa permitió poner entre rejas a un inmundo sujeto, señaló en su edición de ayer un matutino porteño. Aberrante. No hay otra manera de calificar la historia de este depravado: un hombre que abusó sexualmente durante una década de sus hijos y, como si fuera poco, a uno de ellos lo contagió de Sida.Todo comenzó allá por el año ‘93 cuando el abusador, identificado como Raimundo Brítez, vivía con su esposa e hijos en una fábrica para la que trabajaba como sereno. En aquel lugar, ubicado sobre Camino General Belgrano al 300, de la localidad bonaerense de Quilmes, se registraron las primeras violaciones sobre los hermanos menores de edad: tres mujeres y un varón. La situación volvió a repetirse, pero cada vez con mayor frecuencia. Fue el niño, el menor de los cuatro hermanitos, quien lo incriminó ante su mamá en el interior de la vivienda que compartían en San Francisco Solano, donde se habían mudado.Sin embargo, la mujer descreía que su marido pudiese actuar así y la acusación cayó en el olvido. Recién en 2003, con la intervención del Juzgado de Menores, se inició una causa contra Benítez, quien ante esto se profugó. La reactivación de la causa en 2010, gracias a una nueva denuncia presentada en su contra, agilizó la búsqueda.Finalmente y tras una intensa tarea previa, integrantes de la DDI de Quilmes detuvieron a Brítez en la casa de sus padres, señaló la misma fuente.





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