POSADAS. Historias como estas suceden todos los días en los barrios posadeños. Sin embargo, el caso en cuestión desnuda en detalle el fino cordel en el que se sostienen los jóvenes que resultan atrapados por el fantasma de las drogas.Sucedió a fines del año pasado en el barrio A.3-1, al sur de Posadas, y el protagonista es un estudiante de 20 años que no tenía ningún antecedente penal hasta que la adicción lo transformó por completo.A punto estuvo de cometer un homicidio, pero el destino quiso que la hoja del cuchillo con el que atacó a su novia de 16 no alcanzara a dañar una arteria y la menor logre sobrevivir.Meses después, con el cuerpo “limpio” de estupefacientes, reconoció ante la Justicia que las drogas lo transformaron aquella noche y que, arrepentido, quiere recuperarse y romper esas cadenas.PRIMERA EDICIÓN tuvo acceso a la dramática historia que pinta de lleno una realidad lamentablemente común en la sociedad actual y que entremezcla, juventud, drogas y violencia.Del amor al odioEl hecho de sangre sucedió en la madrugada del martes 22 de noviembre de 2011 aunque la historia, en realidad, comenzó a gestarse mucho tiempo antes.Durante los primeros meses de ese año, el joven conoció el amor de la mano de una adolescente de 16 años. La relación cobró cada vez más fuerza hasta que en abril ambos decidieron irse a vivir juntos a la casa de los padres de él.Ante la Justicia, el muchacho contó esos detalles y aseguró que la flamante relación lo ayudó en la lucha que comenzaba a batallar contra las drogas. Sin embargo, la adicción doblegó al joven y la situación explotó aquella noche.A las 1 de ese martes 22 de noviembre, la pareja tomaba tereré en la vereda de la casa, en la manzana 90 del barrio Virgen de Fátima, cuando la menor rompió en llanto y le dijo a su novio que estaba cansada de los últimos hechos de violencia y quería regresar a vivir a la casa de sus padres.Shockeado por una situación que no esperaba y “contaminado” por los estupefacientes, el joven no dijo una palabra. Entró a la casa, se cambió de remera y volvió a la vereda. De vuelta en la calle, le dijo a su novia que se siente en su regazo. Comenzó a acariciarla y a darle besos, pero entonces sucedió lo peor. Sacó un cuchillo tipo cocina de entre sus ropas y se lo clavó en el cuello.La hoja de acero penetró a milímetros de la yugular y no le causó la muerte de milagro. La adolescente reaccionó y trató de defenderse, pero el joven volvió a atacar y le provocó graves heridas en distintas partes del cuerpo que la dejaron internada con pronóstico reservado. Fue intervenida quirúrgicamente y logró sobrevivir.Esa noche, cuando la víctima cayó al piso, el joven creyó haberla matado. Entonces, tomó el cuchillo y se dio a la fuga, aunque fue atrapado horas después en la zona por efectivos de la comisaría seccional Decimocuarta y de la Unidad Regional X.La confesiónEl grave hecho de violencia tomó trascendencia en el momento en el que el joven declaró ante la Justicia y reconoció el problema que mantenía con las drogas.“A mí lo que me llevó a todo esto fue la droga”, le dijo a la doctora Mabel Torrez, al frente de la fiscalía de Instrucción 6 de Posadas. Si no fuera porque llegó esposado, en sede judicial nadie hubiera imaginado que el joven -estudiante, proveniente de una familia humilde pero trabajadora y sin antecedentes- había sido imputado por “homicidio en grado de tentativa”.Según diversas fuentes, en fiscalía el muchacho confesó el hecho y aseguró que sucedió en medio de una recaída que sufrió mientras recibía tratamiento en un centro estatal para adictos.Al borde de las lágrimas, el joven reconoció ser víctima de las drogas y le rogó a la Justicia seguir con el tratamiento para escapar definitivamente de la drogadicción.La causa fue elevada a juicio oral y público, aunque es probable que se abrevie ante la confesión del muchacho, que entonces podría llegar a cumplir una condena de unos seis años en prisión.Claro está, las drogas le cambiaron la vida y lo llevaron a la cárcel, aunque pudo haber sido mucho peor si el hecho terminaba con una víctima fatal. La historia revela la triste realidad que envuelve a los más jóvenes, asediados por una adicción que golpea fuerte en los barrios y puede dejar resultados irreparables.





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