POSADAS. Jueves, 18.45. Adrián (44) llega a la Escuela Normal Mixta, ingresa por el centenario portal y camina hacia la derecha. Cruza el patio en diagonal mientras en su rostro se dibuja una amplia sonrisa. La sensación de “estar en familia” lo regocija como cada día, desde hace cuatro meses. Saluda a sus compañeros que fueron llegando algunos minutos antes que él, con quienes comparte un mismo objetivo: seguir dándole lucha al sobrepeso. Y lo hacen desde un espacio abierto a toda la comunidad: el grupo Alco, Anónimos Luchadores Contra la Obesidad de la Fundación Doctor Cormillot, que en Posadas funciona hace 27 años y es de participación libre y gratuita.PRIMERA EDICIÓN visitó una de las reuniones, la primera en esta nueva sede de la Escuela Normal -Alco funcionaba en la Escuela 110, y en julio se reunió en el Sindicato de la Madera. Este encuentro también inauguró un nuevo espacio denominado “Alquitos”, destinado a la reeducación alimentaria de niños obesos o con sobrepeso de entre seis y doce años. Asistieron cinco niños con sus padres, madres y en algunos casos, tías y abuelas, los cuales, en paralelo a las actividades de sus hijos se reúnen en el grupo “Famalquitos”, destinado precisamente a los familiares de los niños.Sin dudas, estos espacios son cada vez más necesarios, habida cuenta de que actualmente en Argentina el 53,4% de la población presenta exceso de peso, es decir, sobrepeso y obesidad, y apenas el 5,8% consume diariamente cinco porciones de frutas y hortalizas (según datos 2012 de la Dirección de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio de Salud de la Nación). El grupo como principal motivadorDurante la recorrida, los entrevistados coincidieron en la importancia del grupo para lograr la motivación necesaria para seguir el plan de alimentación y de ejercicios. Y solo basta con acercarse un jueves y conocer la dinámica de trabajo para percibir la energía positiva que inunda el lugar. Cooperación, solidaridad, gentileza, respeto, se materializan en cada instancia del encuentro y en los rostros sonrientes de los participantes. Son entre cincuenta y sesenta “alquistas” -el número fluctúa permanentemente. A medida que van llegando, cada participante se pesa en una balanza de precisión y anota los valores en un cuaderno. A las 19.30 se reúnen en una gran ronda para leer el preámbulo de Alco, al que ahora también se agrega el de Alquito. La intención de estas lecturas es presentar el espacio a los que van por primera vez y reafirmar los objetivos de los encuentros.Minutos más tarde se distribuyen en aulas para comenzar las actividades. Los que asisten por primera y segunda vez, se reúnen en un salón. Los que caminan su tercer y cuarto encuentro, se agrupan en otro.Tres meses “mágicos”“No hay resultados mágicos como prometen las publicidades o las dietas estrictas. En Alco te dicen ‘danos tres meses para ver resultados’ y yo bajé diez kilos en tres meses”, señaló Gladis Insfrán, quien empezó a asistir a Alco a fines de enero pasado y actualmente es una de las encargadas de recibir a las personas “que vienen por primera vez” y en promocionar las actividades. Estas y otras tareas las realizan en forma voluntaria un pequeño grupo de participantes como “una forma de devolver la ayuda que recibimos y agradecer lo bien que nos sentimos”.En relación a las notorias mejoras en su organismo, Insfrán señaló: “Yo tenía presión alta y sobrepeso. Ahora cambié mis hábitos de alimentación, me siento bien, estoy más ágil. Todavía no tengo nietos pero me estoy preparando para poder jugar con ellos cuando lleguen”, agregó sonriente.En relación a la eficacia del plan, “Mami” Irrazábal, una de las participantes de mayor antigüedad en el grupo, indicó que “la magia la hace cada uno de acuerdo a la energía que le pone al plan (alimenticio). Hay que intentarlo, porque sólo fracasan los que dejan de intentar”.Volver a nacerAdrián está a cargo de la coordinación del grupo Alquitos. Comenzó a participar de Alco hace casi cuatro meses. “Tengo 44 años pero si me preguntás la edad te digo que tengo un año y algunos meses”, relató a este matutino quien ya logró bajar quince kilos. La afirmación esconde una historia conmovedora: en julio de 2011, a solo veinte días de haber cumplido 43, Adrián sufrió un infarto de miocardio. “Terminé en una cirugía con cuatro by pass coronarios y a nueve meses de haber estado operado tenía los peores valores de sangre, colesterol, triglicéridos y demás de toda mi vida. Entonces el riesgo de tener otro evento cardiovascular o cerebrovascular era inminente”, agregó.“Llegué en situación desesperante a Alco, acá me contuvieron. Yo puse mi parte de comprometerme a seguir el plan alimenticio. Y estoy feliz porque estoy pesando lo que pesaba cuando era jovencito y en los primeros treinta días de hacer el plan logré los mejores valores de análisis sanguíneo, que los colgué en mi casa en un cuadro”, destacó el alquista.Un buen planCada persona que llega a Alco recibe el “Pasaporte en la obesidad”, que es un pasaporte a la recuperación. Contiene una guía de alimentación, de ejercicios y distintas tablas para ir completando día a día y hacer un seguimiento personal. En todos los casos, el peso posible al que cada uno podrá aspirar a llegar deberá ser establecido por un médico.“La actividad física y el plan de alimentación es indispensable para esto. Yo aprendí que el plan de alimentación no es una dieta, un régimen, porque eso es estricto, acotado, limitado, aparece la palabra prohibido, y eso fue lo que me espantó siempre para empezar a adelgazar”, indicó Adrián, quien destacó que en Alco logró ver la situación desde otro lugar: “Me reeducaron conceptualmente, entendí las cosas de otra manera y eso hizo que las ponga en práctica de otra manera”, dijo.En relación al desafío que implica asumir que algo en la salud no está andando bien y que es necesario buscar ayuda para adelgazar, otra participante indicó que “la decisión siempre está en uno. Si te dice otro, no sirve, está en uno mismo. Y el grupo es muy importante, porque te contiene”.





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