POSADAS. Los arroyos El Zaimán, Mártires, Vicario, Itá y Antonica son los más emblemáticos de la ciudad y también los más contaminados. Es que todavía no se ha saldado con los posadeños -y en particular con los vecinos asentados alrededor de su cuenca- la deuda en base a obras de saneamiento que requirieren, con lo cual “la polución ya es muy difícil de contrarrestar”, según vienen denunciado hace rato los ambientalistas de la Mesa Provincial “No a las Represas”.Lo que pudo ver PRIMERA EDICIÓN en su recorrido por las zonas de afectación es que en general allí se levantan villas miseria o barrios marginales, habitados por población de bajísimo nivel adquisitivo, que normalmente no tiene acceso a ningún servicio luz y de agua potable (menos cloaca) y un deficiente acceso a los sistemas de salud, con lo cual el panorama es más perjudicial todavía. A la orilla de todos estos arroyos, el paisaje es casi similar: mini basurales y derrame en crudo de líquidos cloacales de quienes no están conectados al sistema, lo que ayuda en la dispersión de enfermedades tropicales ante la proliferación de mosquitos, ratas y otras alimañas. Una verdadera contradicción para una ciudad que busca explotar turísticamente sus atributos naturales… “La situación requiere que, ya sea el municipio, Yacyretá o quien corresponda, se haga cargo rápidamente”, requirió el concejal Pablo Velázquez, cuyo bloque realizó recientemente un pedido a la Comuna para que “Posadas reciba un fondo de reparación por los daños que le ocasiona la represa a la ciudad, ya que si la represa no se hubiera construido no estaríamos hablando de estos daños ambientales”, a fin de que se realicen las obras de saneamiento de los arroyos, en especial del Vicario, en el tramo que va desde las avenidas López Torres hasta Rademacher, que ha quedado en una especie de zona gris porque supuestamente las obras requeridas están “fuera de jurisdicción” tanto de la EBY como de Vialidad, y como ambas entidades aluden que no tienen más presupuesto “no se pueden hacer cargo”, contaron los vecinos, quienes vienen presentando notas y pedidos a esas institución para que les solucionen el problema de las cuencas. Mucho, poco y nadaEl Antonica, si se quiere, es el cauce que corrió con más “suerte” porque se lo ha ido saneando, ya que aparte de los problemas de contaminación generaba inundaciones. Lo mismo que el Itá en algunos sectores, donde han tenido que canalizarlo para evitar las inundaciones y los destrozos que causaba. El problema reside en que los grandes arroyos urbanos (por el embalse de Yacyretá) se han transformado en “lagunas” a las que les cuesta mucho fluir hacia el río y autodepurarse. En las temporadas de lluvias muy intensas aumentan su caudal, ocupan tierras de vecinos que viven en la zona, arrastran lo que encuentran a su paso, ya que el agua es muy difícil de detener, produciendo incluso muertes.Para colmo, al desplazarse arrastran la contaminación que de por sí traen, la depositan en las orillas y cuando se retira el agua, la mugre se queda en esos lugares. A todo esto, a las viviendas que son inundadas, no sólo les queda el problema del barro y del agua, sino también los niveles de contaminación, que acaba en el patio o adentro de las habitaciones…“Hace años que nos vienen prometiendo el entubado (del arroyo Itá) pero nunca se concreta, muchos técnicos ya vinieron a observar nuestra situación, pero jamás se hizo nada”, se quejó Dora Radke, vecina de la chacra 65, donde ante la falta de respuestas los lugareños se organizaron para rellenar la parte más crítica del arroyo y evitar los grandes desbordes. “Nos vivíamos inundando con el agua de cloaca que largan al arroyo, así que por nuestros medios conseguimos tierra e hicimos el trabajo, pero esa no es la solución”, lamentó. Alicia Bonpland, del mismo barrio, contó su vivencia, “cuando no llueve hay muy poco caudal, antes acá nos podíamos bañar o lavar la ropa, era un arroyo limpio, pero por la falta de control se empezó a tirar basura, perros y otros animales muertos, agua de cloaca. Una vergüenza, porque tanto se habla de la prevención del dengue, pero a la tardecita no podemos estar afuera de nuestras casas por los problemas de los mosquitos”, graficó. De acuerdo a su relato se “supone que hace diez años este arroyo ya fue saneado y entubado”. Análisis de calidadEn numerosas ocasiones estudiantes de Bioquímica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales se acercaron hasta el lugar para tomar muestras de laboratorio a fin de verificar los niveles de polución, pero los análisis se quedan sólo en los resultados de las pruebas y aunque se sabe y la mala calidad del agua se encuentra testeada científicamente, no pasa de ahí y las obras jamás se realizan. “A cada rato vienen a inspeccionar el agua y siempre nos dicen los mismo: ‘Está contaminada’, pero después nadie hace nada”, criticó. Para el ambientalista Eduardo Luján, integrante de la Mesa Provincial No a las Represas, “acá hay un problema que es generalizado. Lo que se quiere hacer ahora con El Brete es paliativo, porque existen formas de ir saneando las cuencas de los arroyo, playas o ríos. No obstante, si no se contempla un plan integrado de saneamiento del sistema cloacal, del sistema de acceso al agua potable para toda la ciudadanía, el tratamiento costero de los arroyos -una de las grandes deudas que tiene todavía Yacyretá-, que empezó a hacer la costanera, que ojo no estoy en contra, pero sigo sosteniendo que en realidad lo que tenía que haber hecho es el saneamiento de estos arroyos internos, saneamiento, encauzarlos, entubarlos para evitar que se desborden y haber cumplido con la provisión de sistemas cloacales adecuados para toda la población, porque si no vamos a ir haciendo parches, que es lo que está pasando, pero no soluciona el problema”, sostuvo. Para Luján, “acá lo que debe quedar claro es que el efecto de la represa Yacyretá es innegable. Todo lo que estamos viviendo es pura consecuencia de Yacyretá, por supuesto que a todo esto también se suma el pésimo tratamiento de los sistemas cloacales, la falta de acceso al agua potable en muchísimos barrios de la ciudad y la precariedad en la que están algunos asentamientos, donde ni siquiera se hace una recolección adecuada de los residuos. Para colmo, solamente en algunos sectores de la ciudad se hace la limpieza de los arroyos y en otros no. Todo esto va generando niveles de contaminaci&oacut
e;n que es muy difícil de contrarrestar”, analizó.“Que quede bien claro, yo no reniego de las obras de tratamiento costero. Hay lugares que han quedado muy lindos, como por ejemplo el arroyo Mártires en el área del acceso Oeste, pero uno termina de pasar por ese lugar y se mete un poquito al barrio Belén y algunas chacras de Itaembé Miní y se horroriza”, aseguró.Durante la charla que mantuvo el ambientalista con este diario hizo notar, por ejemplo, que “a pesar de que uno ve muy lindo todo esto, si uno presta atención a la vegetación que se va conformando sobre el agua, eso también es contaminación, ya que se trata de formaciones de vegetales que no son características de la zona, que proliferan por el estancamiento del agua, pero a medida que va faltando oxígeno se va descomponiendo, va yendo al fondo del arroyo y en época de altas temperaturas (de lo más habitual en Misiones) generan la proliferación de las algas tóxicas, que están en el agua, si uno tiene contacto con ellas son peligrosas, no sólo van matando al cauce, sino a toda la vida acuática. Es decir, rompen con el ecosistema”. PlanificaciónEl trabajo que se requiere para poner un freno a la gravísima situación es a corto, mediano y largo plazo. Además de que involucra a todos los sectores de la sociedad y de la región “sino será una tarea inútil. Llámese Concejo, Municipalidad, Ejecutivo provincial, la EBY, comisiones barriales, y cuando hablo de comisiones barriales me refiero a aquellos asentamientos de vecinos que no tienen representación municipal. Todos deben ser parte de la respuesta y de la solución, porque acá tenemos que empezar a ver entre todos cómo solucionamos el problema de fondo, porque sino seguimos con los paliativos y, lamentablemente, los parches a corto plazo nos van a llevar a que no dejemos nada bueno para las generaciones futuras”, se explayó Eduardo Luján.Si bien el ambientalista dejó en claro que “los efectos de la represa ya son irreversibles, debemos paliarlos para poder sobrevivir de una manera más o menos normal, ya que si seguimos sin hacer nada, toda esta problemática se irá agravando aún más y va a llegar un momento en que no va a ser solamente un problema de las zonas de la periferia, sino de todos. Terrible, porque va a ser tarde para cambiarlo”, sentenció. Hora de asumir responsabilidadesActualmente el gran debate mundial pasa por cómo evitar la expansión de las ciudades para evitar que se transformen en grandes urbes y tratar de lograr que las pequeñas localidades con sus fuentes de trabajo cercanas no expulsen a su población en pos de “mejores oportunidades”.En el caso específico de Posadas, y en la medida en que sigan este modelo expulsivo de las regiones agrarias, los analistas sociales ya van anticipando la expansión de las villas miserias; con lo cual no es descabellado prever un crecimiento todavía mayor de estos barrios que se asientan al borde de los arroyos sin tratamientos adecuados, donde no hay servicios y cada vez son menos las posibilidades de revertir la problemática.“Sin duda es una responsabilidad que debería asumir tanto la EBY como el Estado municipal, de lo contrario el mal que ahora parece que no va a afectar al vecino más pudiente, un día no muy lejano le va a llegar, porque las enfermedades no hacen distinción de clase social. Esto es muy fácil de interpretar analizando las estadísticas de los cuadros de parasitosis en la ciudad, que ha crecido de forma alarmante y es efecto de toda esta falta de previsión que hacemos del cuidado del ambiente”, enfatizó Luján. Son como un río que fluye “Cuando los arroyos crecen se convierten en ríos, con una fuerza imparable. Acá ya murieron varias personas que fueron arrastradas por la correntada”, contó con pesar Alicia Bonpland, una de las vecinas de la chacra 65 que también es afectada por el Itá.La mujer recordó el caso de un ancianito que había construido su precario hogar en cercanías del puente, quien tras una fuerte lluvia no pudo ni darse cuenta de lo que pasaba: el agua se lo llevó con casa y todo. Las crecidas no son aisladas, suceden en todos los arroyos urbanos y todavía no se ha podido resolver el problema.Esa es la grave situación de los vecinos al costado del Vicario, quienes ya presentaron fotos para dejar documentado cómo afecta el arroyo cuando crece por las lluvias. En principio reclamando que las obras se hagan de forma urgente. Otro de los arroyos que causaba grandes dolores de cabeza cuando crecía era El Zaimán, una vez que la población fue retirada hacia los barrios de relocalizados hubo bastante tranquilidad, pero que ahora empieza a mostrar los primeros desequilibrios, principalmente en el barrio “Cariñito”, lindante al barrio San Jorge y San Lorenzo, donde las condiciones de vida son de precariedad extrema y viven con el constante temor de que el agua “un día nos termine de llegar al cuello”, aseguró Norma Cabañas, quien al mismo tiempo denunció “olores insoportables a la tarde y a la noche, que antes no había. Hará cosa de quince o veinte días que empezamos a sentir el cambio, no sabemos qué es pero pensamos que alguien debe estar arrojando desechos al arroyo que de por sí está tremendamente contaminado”, relató mostrando las peligrosas algas que se multiplicaron por doquier y que aunque se suele hacer algún tipo de tratamiento para que sea efectivo debe ser un trabajo diario.





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