POSADAS. A las 7 de la mañana, dos policías golpearon a las puertas de la casa de la avenida Aguado. “¡¿Qué pasó?! ¡Díos mío! ¡¿Qué pasó?!”, preguntó Narcisa Caballero (60), con la sospecha lógica que antecede a una mala noticia.Ese fue el comienzo de la pesadilla para la pareja de Enrique Bernardino Ayala (51), el pensionado que fue encontrado muerto de tres puñalada en la madrugada del último miércoles a metros de su casa, en Aguado y Tacuarí de Posadas.Mientras se recupera del dolor por la pérdida, Caballero accedió a hablar con PRIMERA EDICIÓN y, entre otras cosas, elevó una plegaria al cielo para que se haga justicia por el hecho.“El que hizo esto tiene que pagar, lo mataron por unos cigarrillos y por un encendedor, porque el no tenía nada, sólo su ropita y su calzado”, contó la mujer visiblemente emocionada, a tres días del crimen.Narcisa vivía con Ayala desde hace unos cinco meses, a pocos metros de donde el último miércoles a las 5.30 encontraron sin vida el cuerpo del pensionado. Tenía un puntazo en la espalda y dos en el tórax y, tras sus pasos, un reguero de sangre que dejó antes de expirar.“Ese día él se levantó a eso de las 4.30. Preparó su mate y salió a eso de las 4.45. Yo estaba en la cama y algo escuché. Me había dicho que tenía que ir al centro para hacer unos trámites y después iba a ir a visitar a una hermana”, recordó la mujer sobre la madrugada fatídica. “Estaba feliz, contento, como siempre”, agregó Caballero.Al parecer, Ayala fue hasta el cajero ubicado en una estación de servicios de Tacuarí y Aguado para cobrar una pensión por invalidez de la que era beneficiario desde hace varios años. Como el dinero todavía no estaba depositado, salió con destino al centro posadeño.La principal hipótesis indica entonces que la víctima fue abordada al menos por un supuesto delincuente que intentó robarle pero, como el pensionado no tenía dinero, terminó con su vida de tres puntazos. Después, huyó con el paquete de cigarrillos y el encendedor de Ayala.“A eso de las 7 vino la Policía a casa. Me llamaron por el apellido”, contó Narcisa, que sufre de presión alta. Como comenzó a sentirse mal de sólo sospechar que algo había sucedido, frenó las palabras de los efectivos hasta calmarse un poco: “después, despacio, me contaron lo que había pasado”.Los rastros de sangre confirmaron el relato de aquellos policías. Tras el ataque, se supone que el pensionado intentó volver a casa por auxilio, pero no lo logró. Las marcas de la muerte quedaron prácticamente frente a la vivienda donde vivía la pareja.“Él no hizo nada malo, salió feliz de su casa. Ojalá Dios quiera que el que hizo esto pague, porque no puede ser que alguien salga sanamente y le pase lo que le pasó. Por eso a mí me duele todo esto”, reiteró Caballero sobre el pedido de los familiares para que finalmente se haga justicia.El último jueves, con la presión por las nubes y pese a la distancia, Narcisa viajó en colectivo hasta Miguel Lanús para despedir por última vez a Enrique. Casi en simultáneo se llevó a cabo una serie de allanamientos que dejó un sospechoso detenido y el hallazgo del presunto arma homicida. Todo indica que el caso está esclarecido, como Narcisa y sus cercanos esperan que finalmente ocurra. El único detenido se abstuvo de declararEl joven changarín de 20 años sindicado como el principal sospechoso por el homicidio de Enrique Bernardino Ayala (51) se abstuvo ayer de declarar ante la Justicia.Como había sido pautado luego de su detención, en el mediodía del último jueves, el detenido se presentó ante el magistrado Fernando Verón, al frente del Juzgado de Instrucción 3 de la Primera Circunscripción Judicial, con asiento en Posadas.Ante el juez y por consejo de la defensa, el changarín mantuvo el silencio y se abstuvo de declarar, según aseguraron las fuentes a este medio.Así las cosas, Verón junto al equipo de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas del Poder Judicial, a cargo del doctor Fernando Castelli, continuaban ayer con las tareas investigativas, más allá de que diversas fuentes dieron por esclarecido el hecho.En ese sentido, un portavoz contó que la principal teoría indica que el sospechoso habría actuado solo, aparentemente bajo los efectos de alguna sustancia alucinógena.La fuente relató que el detenido estaba reunido en la casa de un amigo -a ocho casas de la de la víctima y donde se incautó una sevillana con manchas de sangre- y de allí habría salido “a hacer una moneda”.Según los últimos datos, cuando lo interceptó, en principio Ayala no habría caído en la cuenta de que se trataba de un robo. Entonces, en medio de la confusión, el sospechoso arremetió y le quitó la vida.





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