POSADAS. A pocos días de que las trigemelas Martina, Oriana y Kiara cumplan su cuarto mes de vida, sus padres, Mariela Rodríguez (34) y Néstor Ríos se desviven para poder cuidarlas lo mejor posible dado que dos de ellas presentan complejos problemas de salud.“Martina tuvo un derrame cerebral, le pusieron un inyección para cerrarle una arteria de los pulmones y tuvo un ACV (accidente cerebro vascular) grado 4, que es el más grave y a causa de eso tiene una hidrocefalia. Le hicieron una cirugía para colocarle una válvula y también le operaron de un ojito, porque el oxígeno que le colocaron en la incubadora le perjudicó la visión”, detalló Mariela a PRIMERA EDICIÓN, en una visita a su casa en el barrio del Club de Educación de esta ciudad.La pequeña Martina tiene labio leporino, apenas una fisura labial, mucho más leve que la de Oriana, que también tiene fisurado el paladar. “Cada veinte días le tengo que cambiar (una prótesis) de paladar para que ella pueda succionar la mamadera. Tengo que ir al Hospital, hacerle la prueba (para el molde) y al otro día ir a retirar (cuesta 65 pesos cada uno)”, agregó la mamá.Kiara atraviesa un cuadro de broncoespasmo, pero según Mariela “es la más sanita de las tres”.Las niñas nacieron con seis meses de gestación el 11 de abril en el Hospital Materno Neonatal de Posadas: Martina con 1,030 kilos, Oriana con 890 gramos y Kiara con 840 y permanecieron internadas en terapia intensiva durante varias semanas, llegando ya con dos meses a su casa.Duermen en una misma cuna ya que son muy pequeñas -apenas superan los tres kilos de peso- en la habitación de sus padres. La misma, de paredes de madera y piso de material, fue construida por Néstor -al igual que toda la casa- aunque todavía le falta sellar la unión entre techo y paredes, para lo que haría falta dos atados de madera terciada. Mucho esfuerzoCuando apenas habían nacido las niñas, dado su complejo cuadro de salud, los padres buscaron por todos los medios conseguir los recursos económicos para pagar desde los pasajes en colectivo para ir todos los días al hospital, como para comprar los remedios, pañales, leche y demás. Los ayudaron sus familiares, algunos vecinos y otras manos solidarias que conocieron su situación por los canales de televisión locales, como un grupo de abuelos de Cáritas que les llevó pañales o el grupo “Agrotóxicos niños envenenados” que les acercó ropa. También recibieron tres cochecitos y tres cunas de una repartición del Estado provincial.Néstor es oficial albañil, por lo que su trabajo es temporario. Además en el terreno en que viven -cedido por sus padres- tienen una gran huerta de la cual no solo se surten para cocinar, sino también para la venta. “Mientras mis nenas estaban internadas, mi marido, que había tenido que dejar un trabajo bueno que le había salido en una construcción, cosechaba cebollita, perejil y otras verduritas y llevaba al hospital. Le vendía a las enfermeras, a los médicos, y así juntábamos para los pasajes, los remedios y lo que necesitáramos”, dijo Mariela.La “súpermadre”, mientras cuida a las trigemelas y a sus hermanitos más pequeños -tienen dos y medio y seis años- también atiende un pequeño kiosco en el frente de su casa, que aporta un pequeño ingreso a la familia. “Tenemos este kioskito. (Hace unos años) pedimos un préstamo -en el banquito de la Buena Fe- para comprar la mercadería pero tuvimos que cerrar el tiempo que yo tuve que ir y venir a ver a las nenas al Hospital, y ahora de nuevo lo estamos levantando”, indicó la madre. Manos solidarias“Hay gente que está dispuesta a ayudar de corazón y estamos muy agradecidos”, señaló Mariela. Hoy por hoy la familia recibe la leche para bebés prematuros del Hospital Materno. Madre y padre deben concurrir tres o cuatro veces por semana al nosocomio para consultas y tratamientos médicos y no cuentan con movilidad propia -el viejo auto que tienen lo habían dejado en un mecánico que aprovechó que la familia estaba ocupada con sus hijas y extrajo todas las piezas del motor con lo que “quedó la carrocería nomás”. Por falta de tiempo aún no han tramitado las asignaciones universales por las niñas.La imposibilidad de elegir sobre el propio cuerpo“Con mi esposo no queríamos tener más chicos porque está muy difícil la situación económica”, relató Mariela, quien tiene tres hijos de 14, 16 y 19 de una primera pareja y otros cuatro con Néstor, de dos y medio, ocho, diez y doce. “Estoy operada de vesícula y pastillas (anticonceptivas) no podía tomar. Me apliqué inyectables desde hace ocho años y tuve cuatro derrames oculares. Entonces, cuando nació mi hija más chica -hace dos años y ocho meses- tenía obra social y le había pedido al obstetra de Neonatología que me ligara las trompas porque no me podía cuidar con ningún anticonceptivo. Y no me quiso ligar. Entonces empezamos a cuidarnos pero tampoco funcionó y me quedo embarazada en octubre (de 2011)”, indicó.“Al principio fue medio feo -recordó, en relación a cuando cayó en la cuenta que estaba embarazada- porque como madre o padre uno quiere darle lo mejor a los hijos. Y mi marido no tiene un trabajo seguro, es oficial albañil, tienen sus changas pero no son trabajos fijos. Y casi todo el dinero que ingresa es para comida y ropa de nuestros hijos”, señaló.Y cuando le dieron la noticia de que eran tres niñas las que vendrían al mundo no fue fácil: “empecé a ir a una psicóloga porque yo estaba muy mal, pensando en lo que se vendría cuando nacieran”, dijo.“Son un ejemplo para m픓Esta experiencia fue para mí aprender del dolor ajeno, porque a veces uno está muy encerrado en lo de uno, es un poco egoísta, no se sienta a reflexionar que hay mucha gente que también la pasa mal, y con esto yo aprendí muchísimas cosas. Para mí Dios existe y sé que Él me ayudó un montón. Creo que Dios quería que yo me levantara porque yo por ahí bajaba los brazos pero me arrodillaba a orar, y yo misma me decía: ‘mis nenas me necesitan’. Ellas, las ganas de vivir que tenían son un ejemplo para mí. Crecieron mucho, las doctoras se asombran cada vez que las ven”, resaltó Mariela, quien, al igual que su marido, puede distinguir por el llanto, cuál de las bebas es la que es
tá llamando a su mamá, cuando está en otra habitación.Irregularidades en el HospitalEn relación al monitoreo de su embarazo, Mariela señaló que “empecé a hacerme los estudios desde las ocho semanas -en diciembre pasado”. Se trataba de un embarazo de alto riesgo y no podía hacer grandes esfuerzos. Tomaba un medicamento para retener y otro para las contracciones -salían casi 300 pesos- “y todavía estamos debiendo a esa farmacia que fue muy buena con nosotros porque nos daba a crédito”.Llegado el sexto mes de embarazo la mamá ya casi no podía moverse. “Fui a consulta el 11 de abril al médico y ya estaba con seis de dilatación. Llegué a las 7, a las 7.15 me atendió el doctor y para las 8.30 ya estaban las tres y fueron directo a terapia intensiva.“De ahí comenzó mi problema porque este doctor -obstetra de alto riesgo que la atendió desde el comienzo de la gestación- a los cuatro meses y medio del embarazo me tenía que empezar a madurar los pulmones de mis bebés -con corticoides- cosa que nunca hizo. Después del parto, los médicos me preguntaron si el doctor le había colocado esas inyecciones y él (por el doctor que la monitoreó) dijo que nunca me había hecho controles con él. Para ocultar toda evidencia hizo desaparecer mi historia clínica con mis ocho ecografías, dos urocultivos, dos análisis de sangre completos”, relató Mariela y resaltó que “yo le digo a mi esposo, yo no sé si la justicia del hombre llega, pero sé que la justicia de Dios sí llega y llega más fuerte”. Embarazo poco comúnEl embarazo trigemelar es muy poco común: ocurre un caso cada 16 mil embarazos, y sólo el 20% se produce de forma natural ya que la gran parte son por inseminación artificial. Este embarazo ocurre cuando un solo óvulo fecundado por un espermatozoide se divide en tres durante las primeras dos semanas después de la concepción. En este caso, dos niñas estaban juntas en la misma bolsa amniótica -Martina y Oriana- y otra -Kiara-, sola en una segunda bolsa.Las niñas nacieron seismesinas con muy bajo peso: Martina con 1,030 kilos, Oriana con 890 gramos y Kiara con 840 y serios problemas respiratorios por los que debieron permanecer internadas en terapia intensiva durante varias semanas, llegando ya con más de dos meses a su casa.





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