POSADAS. La solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, Corpus Christi, reunió ayer a la comunidad católica en el anfiteatro Manuel Antonio Ramírez, donde el nuncio apostólico en la Argentina, Monseñor Emil Paul Tscherrig, celebró la misa y posteriormente encabezó la procesión que recorrió las calles posadeñas hasta la catedral.“Es para mí una gran alegría celebrar con ustedes esta solemne fiesta del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en este espléndido anfiteatro, con el buen tiempo y el esplendor del sol que nos acompaña. Me recuerda las palabras del Salmo: Oh Dios Señor Nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra!”. En verdad ¡Qué Glorioso el nombre del Señor en este espléndido anfiteatro!”, expresó monseñor Tscherrig ante una multitud que desde muy temprano colmó las gradas del anfiteatro y estuvo muy participativa en los diversos momentos.El nuncio apostólico, recordó que cuando era adolescente, “en las montañas suizas, ésta era la fiesta más hermosa para nosotros los jóvenes, se levantaban altares a lo largo del recorrido de la procesión con el santísimo. Siempre había una guardia de honor que lo acompañaba y para poner de relieve su importancia era la única ocasión en el año en que se disparaba al aire tiros de fusiles para anunciar a todos los habitantes del extenso valle que el Señor estaba pasando a través de los campos del país. Pero sobre todo había una cosas que impresionaba: el respeto, la devoción de la pequeña comunidad hacia la Eucaristía. Se sentía la presencia del Señor. Hoy, lejos de mi patria, encuentro esa misma fe, devoción y con ustedes verdaderamente me siento en casa”.La misa fue concelebrada por el obispo de la Diócesis de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, junto a sacerdotes de Posadas y Garupá.El nuncio siguió explicando que Corpus Christi “es el misterio más grande en la historia de la humanidad. En el sacramento encontramos a Cristo, quien se hizo hombre por nosotros. Ha dado su vida en la cruz por nuestra salvación y el Padre lo ha resucitado al tercer día. Como lo profesamos en el Credo, ahora está a la derecha del Dios Padre omnipotente. ¿Pero como es eso que al mismo tiempo puede estar en el pan de la eucaristía? Jesús dio su vida por nosotros, nos ha abierto las puertas del cielo conciliándonos con el Padre”.En otra parte de su homilía, Tscherrig, apuntó: “Dios no nos impone nada, no se presenta con gloria y pompa para conseguir nuestra atención sino que humildemente pide nuestra fe. Dios no nos quiere esclavo ni títere, sino hombres y mujeres libres, que lo aceptan por amor. La comunión con Cristo en la eucaristía también produce un efecto social. En la eucaristía somos verdaderamente católicos, sin la eucaristía la iglesia sencillamente no existiría”. La misa resultó muy participativa, en especial de niños y jóvenes de los colegios que dependen del obispado, así como de las distintas parroquias, acompañados por los adultos. Incluso los sacerdotes que se ubicaron sobre el escenario vivieron con mucha emoción la los distintos momentos de la misa y la posterior procesión.




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