<p>POSADAS. Son cerca de treinta los niños que esta semana arribaron a Posadas para instalarse junto a sus madres en la plaza 9 de Julio, sumándose a una protesta yerbatera que hasta ahora sólo ha cosechado indiferencia por parte del Gobierno y del cuestionado Instituto Nacional de la Yerba Mate. </p><p>Estos chicos y sus madres, son oriundos de Oberá y debieron abandonar sus hogares ante la ausencia absoluta de recursos que dejó la finalización de la zafra. </p><p>En la plaza, pequeños y adultos permanecen viviendo en las improvisadas carpas de nylon que instalaron en diversos rincones de la céntrica glorieta, y en la mayoría de los casos duermen sobre cartones. Las últimas lluvias, acabaron por mojar completamente los pocos colchones que trajeron para cobijar a los bebés. </p><p>Una de las características que se repiten entre los chicos, es el andar descalzo, situación que ya derivó en heridas considerables en muchos de ellos, sobre todo en los más pequeños, que se pasan buena parte del día pidiendo monedas a los transeúntes con carteles de cartón colgados a sus cuellos.</p><p> Otros, presentan cuadros de gripe y algunos tienen diarrea. Además, del porcentaje de niños que todavía estudian, entre los que arribaron a la protesta todos perderán el año escolar, pese a que ya llevan varios años atrasados a causa de tener que trabajar en la tarefa desde temprana edad.</p><p>Sin nadaEn ronda de diálogo con PRIMERA EDICION, el grupo de madres relató que desde la llegada a Posadas “pasamos la noche en las carpas, con frío, encima la primera noche la lluvia nos mojó todas las carpas y la ropa. Tuvimos que cambiar los cartones sobre los cuales dormimos”. Una de ellas, Marina Rodríguez, aseveró “traje sólo el colchoncito de una plaza para mis bebés, pero se mojó todo. No estamos recibiendo ayuda de nadie”. </p><p>Otra mujer, María Isabel Núñez, no tiene marido y debe repartir su vida entre la maternidad y la tarefa. Cuenta María que “yo no tengo marido. Trabajo en la tarefa con algunos de mis hijos. Me vi obligada a venir acá a la plaza, por lo menos acá pueden comer. Estamos esperando que el Gobierno confirme algo. No nos vamos a ir con las manos vacías. Tumbamos la yerba a los machetazos y nos pagan 55 pesos la tonelada”. </p><p>Mientras habla, María enseña el piecito herido de su hijo menor, de un año y medio, de quien dice “él no tiene nada que ponerse en los pies, y ya se hizo una herida acá. Le pedimos a la gente que nos ayude con calzados, no importa si son viejos, es sólo para que no se lastimen y no se enfermen. Nuestros hijos no saben lo que es la ropa nueva”. </p><p>Quien también brindó su testimonio fue Elisa, una madre que llegó a la plaza junto a algunos de sus hijos, de los cuáles dos presentan retrasos mentales. </p><p>“Tengo dos hijos que iban a la escuela este año, pero ya dejaron. Y el más grande, de 18, llegó hasta segundo año y pensaba en seguir una carrera pero no pudo, ahora sólo trabaja en la tarefa para poder ayudar y darles de comer a sus hermanos.</p><p> También tengo dos chicos discapacitados, que van a la escuelita especial pero ya perdieron el año”. </p><p>“Si no piden, no comemos”A ninguna de las madres que permanece acampando en la plaza 9 de Julio, les hace gracia que sus pequeños tengan que salir en busca del gesto solidario de la sociedad. “¿Pero qué otra cosa podemos hacer? Nadie nos da nada, y cuando somos nosotras las que nos ofrecemos para trabajar no nos dan bolilla. Llegamos sin nada que comer, un señor nos dio diez pesos ese día y a la tardecita conseguimos pan. Pero no tuvimos cena. Al otro día, tampoco había nada así que no desayunaron los chicos. Por eso les mandamos a pedir, pero no es fácil para nosotras porque estamos acostumbradas a trabajar. Me pregunto qué harían en nuestro lugar las madres que se indignan” interrogó una de las madres tareferas.</p>
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