POSADAS. En nombre de la comunidad de Santa Rita, donde el sacerdote Juan Carlos Belgrano se desempeñó durante muchos y fructíferos años, un grupo de mujeres reconoció la labor del párroco, a modo de homenaje antes de que éste deje la tierra colorada a fin de año para ejercer en su nuevo destino, que será Buenos Aires. Así, recordaron que cuando llegó el sacerdote a la comunidad religiosa, nada de lo que hoy ostenta existía, teniendo en cuenta los trabajos con la comunidad que se llevaron adelante a partir de aquel día. Así lo afirman Ramona, Rosa y Julia, quienes consideran que el paso del sacerdote por Posadas dejó huella. Según las mujeres, uno de los principales incentivos para los laicos fue la “capacidad que tiene para trabajar con todos y a la par nuestra. Si tenía que levantar una silla, lo hacía sin problemas y nos convenció de que ese lugar es nuestro. Así, nos incentivaba y cuando lo veíamos trabajar no podíamos hacer otra cosa que seguirlo”. Cuentan que incluso los hombres que asistían a misa encontraron un lugar en la comunidad, más allá de orar. Las representantes contaron que “antes no sabíamos que podíamos hacer otras cosas y, como Belgrano sabe organizar a la gente, logramos grupos de trabajo increíbles”. El sacerdote organizó asambleas parroquiales desde donde surgían los desafíos anuales y las prioridades parroquiales para trabajar sobre esas bases durante el año. Por ejemplo, un tema que siempre le interesó tratar para frenar los abusos es la violencia familiar y “así surgieron grupos para acompañar a la gente que sufre ese tipo de situaciones”. También se interesó siempre por los grupos de jóvenes y favoreció la creación de microemprendimientos, ya que “en esa época la gente estaba a la deriva”, aseguraron las mujeres. Explicaron también que, además de la capacidad de crear equipos de trabajo, el sacerdote Belgrano “es una persona que descubre el don de cada uno y lo aprovecha. Enseguida aprende el nombre y quizás para muchos esa persona no valía nada, pero él sabía encontrar el valor de cada uno. Había mucha gente que no sabía en qué podía ayudar o qué hacer y él le encontraba el lugar. Creó los misioneros de manzanas, comunidades eclesiales de base, cambió la celebración de la liturgia haciéndola participativa y hacía ceremonias con significado”. Las mujeres aseguran que “nos dio sentido de parroquia, porque antes estábamos muy cerrados. El decía: es comunidad de comunidades”. Belgrano creó el Centro de Formación Integral, puso en marcha el proyecto Caminando, estuvo allí para iniciar la granja en Santa Inés y tantos logros que quedan en el tintero, para otra oportunidad. Sobre el compromisoEl grupo de mujeres enumeró parte de la labor religiosa que llevó a cabo Belgrano en estas tierras: “Para él, la familia es el pueblo. Antes no teníamos un lugar y aprendimos que hay cientos de espacios en los que se puede ayudar y lo seguimos haciendo. Nos enseñó la nueva forma de ser y hacer la iglesia: la de los pobres, la que sale, evangeliza, misiona, que es discípula de la Palabra, que anuncia y denuncia”, resumieron.
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