POSADAS. Hipoacúsicos de todo el mundo se concentraron ayer pasadas las 13.30 para reclamar el respeto por sus derechos y la protección de la lengua de señas. En esta ciudad, convocados por la Asociación de Sordos de Misiones (ASMI), más de un centenar de jóvenes y niños hipoacúsicos marchó junto a sus familias y docentes desde la plaza 9 de Julio hasta la Legislatura provincial. Este mismo reclamo se hizo oír en todas las provincias del país y en Buenos Aires, donde la Confederación Argentina de Sordomudos (CAS) presentó un proyecto para que se sancione con fuerza de ley la lengua de señas como idioma de las personas sordas que habitan en todo el territorio argentino. “Que no escuchemos no quiere decir que no razonemos o seamos tontos; pero lamentablemente un sordo no puede ir solo al banco, al Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha) o a cualquier otra oficina para hacer un trámite porque no existe ninguna persona en esos lugares que entienda el lenguaje de señas para que podamos comunicarnos”, destacó en diálogo con PRIMERA EDICION el vicepresidente de ASMI, Omar Hugo Yawny. Además, Omar reclamó su derecho a no depender de sus padres para hacerse comprender, “soy un adulto, es inconcebible que tenga que sacar a mi mamá de su trabajo para que me acompañe a hacer un trámite”. Ello se corregiría si las oficinas con atención al público contaran al menos con una persona que utilice la lengua de señas. El desafío de estudiar Muchos hipoacúsicos concurren a escuelas comunes por lo que deben enfrentar el desafío de aprender sin escuchar las explicaciones de los docentes. Algunos cuentan con los ingresos suficientes para contratar un intérprete que los acompañe en el proceso de aprendizaje. Pero son una pequeña minoría. Estas mismas dificultades se convierten en insalvables en la universidad, razón por la que muchos postergan o descartan la posibilidad de seguir estudios superiores y universitarios Este es el caso de Omar, que quiere estudiar medicina. Aunque todavía falta un año más para enfrentar este problema, Susana Balbuena sufre por el mismo motivo. “Mi hijo cursa hoy el segundo año del Polimodal en una escuela nocturna y es un excelente alumno. Como no puede oír las clases, los docentes le dan todo por escrito y estudia con ayuda de su papá y mía”, contó la mamá de Lucas Balbuena, un joven posadeño que quiere estudiar Genética. “Como padres, sufrimos mucho por él porque ¿cómo va a poder estudiar la carrera que quiere si no entiende a los docentes porque ninguno conoce la lengua de señas?”, lamentó la mujer.
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