BUENOS AIRES (Especial de NA, por Roberto Blanco). El voto obligatorio femenino cumple hoy 60 años, al conmemorarse un nuevo aniversario de la firma del decreto del presidente Juan Perón, quien revalidó así una ley sancionada días antes por el Congreso nacional.El 23 de septiembre de 1947, durante un acto frente a la sede de la CGT, Perón firmó el decreto presidencial que le dio valor institucional a la Ley 13.030, que le otorgó a las mujeres de todo el país el derecho al voto. El decreto fue recibido con orgullo por la esposa de Perón, Evita, quien desde la llegada del justicialismo al poder en 1946 bregó por que la norma fuera realidad.La ley había sido sancionada primero en el Senado y el 9 de septiembre de 1947 votada favorablemente por “unanimidad” por los diputados en una sesión histórica.El voto femenino recién se estrenó cuatro años después, cuando el 11 de noviembre de 1951 más de 3.500.000 mujeres votaron por primera vez en la elección que reeligió a Perón. De esta manera, también se cumplía un viejo sueño de luchadoras feministas como Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane de Rawson, la poetisa Alfonsina Storni y Silvina Ocampo, quienes desde los albores del siglo XX luchaban por la sanción de esta justa normativa.En la Argentina regía desde 1916 la Ley Sáenz Peña, que propició el sufragio universal y obligatorio pero exclusivamente a los hombres, dejando a las mujeres en un rol de inferioridad cívica que socialmente no era justificado.El primer intento por imponer el tratamiento legislativo de esta idea fue en 1928 cuando el socialista Mario Bravo llevó un proyecto a la Cámara de Diputados, que quedó trunco por el golpe militar de 1930.Dos años después, en 1932, otro socialista, Alfredo Palacios, logró tras arduos debates que la Cámara baja diera media sanción al voto femenino, pero lamentablemente luego el proyecto durmió en cajones del Senado hasta que perdió tratamiento parlamentario.Fue un triunfo más de los conservadores que se oponían a esta iniciativa de igualdad de género durante los tristes días de la década infame. Estos dirigentes esgrimían como discurso lo “costoso que sería empadronar a todas las mujeres y lo difícil de enseñarles las responsabilidades del voto”, cuando en realidad el temor mayor era la supuesta pérdida del control del voto y el consiguiente estado de fraude que se vivía en esos años en el país. La llegada del peronismo en 1945 y la ola de reivindicaciones sociales que produjo la revolución popular, impulsó la iniciativa que fue tomada como un compromiso de lucha por la propia Evita.La esposa del presidente desplegó una fuerte campaña hablando por radios y actos públicos, que derivó en la llegada al Congreso del proyecto de ley en julio de 1947.Primero fue votada sin grandes problemas en el Senado, mientras que en Diputados se plantearon debates más extensos e intenciones de modificar el texto de la mayoría. Uno de los argumentos de la oposición fue introducir el cambio que primero las mujeres fueran inscriptas y recién luego generar la obligación del voto.Esta idea de marginar a muchas mujeres, especialmente las más humildes, fue rechazada por la mayoría y reprobada por silbidos y pañuelos blancos por la gran cantidad de mujeres que llenaron los balcones del recinto de la Cámara baja. La ley se votó por “unanimidad” tal cual como llegó el proyecto del Senado y catorce días después se convirtió en una norma con estado constitucional.
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