OBERA. El hombre utilizó uno de los métodos más antiguos y perversos para lograr su objetivo: sembrar el miedo. Este agricultor convirtió su hogar en un reino de terror y, a fuerza de amenazas físicas y verbales, secuestró y violó a una nena de once años, que trabajaba como empleada doméstica en su vivienda. El aberrante suceso se produjo en el paraje Pozo Azul, departamento de San Pedro, en diciembre de 2005. Ayer el imputado, identificado como David Ferreyra (38), fue sentenciado a catorce años de prisión en un juicio oral, realizado en el Tribunal Oral en lo Penal 1 de Oberá a puertas cerradas.El debate, presidido por el magistrado Francisco Aguirre, arrancó a las 8.30 y culminó a las 13.45, con la lectura de la condena, según refirieron fuentes judiciales.Ferreyra llegó a juicio acusado de abuso sexual con acceso carnal reiterado, privación ilegal de la libertad y tenencia ilegal de armas de uso civil y de uso civil condicionado. Asistido por el defensor oficial 1 de San Vicente, Ricardo Forés, su estrategia consistió en tratar de atenuar una decisión que a todas luces se evidenciaba como condenatoria. Para ello expuso una serie de argumentos que luego comenzaron a desmoronarse al declarar los testigos. Así, admitió que mantuvo relaciones sexuales con la menor, aunque consentidas por ella. Dijo que la adolescente le mintió la edad, que tenía quince años y no once. Siniestro planSegún se ventiló en la audiencia, Ferreyra le pidió a una vecina la colaboración de su hija en las tareas del hogar, debido al embarazo de su concubina.El 9 de diciembre la nena comenzó a trabajar con sus vecinos, sin saber que su patrón ocultaba un plan siniestro. El drama de la niña se desató al quedarse a solas con el hombre, cuando la concubina de él se ausentó de la casa por algunas horas. Apuntándola con un revólver calibre 38 la amenazó y la sometió sexualmente.Cuando regresó la mujer, la chiquita le dijo que no quería trabajar más. Finalmente, y ante preguntas reiteradas de su patrona, contó los motivos: fue abusada sexualmente por Ferreyra.La embarazada -según atestiguó ayer- le pidió a su pareja que no molestara más a la menor, pero sólo logró enfurecerlo. El agricultor le apuntó a la cabeza con el revólver 38 que siempre llevaba en la cintura.Su locura llegó al extremo de llevar a la niña a un monte y luego a un campamento rural. Durante una semana la mantuvo cautiva y en ese lapso volvió a violarla. El calvario de la chiquilla llegó a su fin cuando la policía la rescató (ver recuadro).El reino del terrorSegún se ventiló en la audiencia, Ferreyra no sólo mantenía atemorizada a su pareja y a su pequeña empleada, sino también a sus vecinos.Siempre llevaba un revólver calibre 38 en la cintura y dos escopetas de caza, lo que sumado al consumo de bebidas alcohólicas lo convertían en un individuo peligroso.De los seis testigos que declararon ayer, cinco dieron cuenta de esta circunstancia. Su concubina manifestó que fue idea de él solicitar la colaboración de la niña para realizar las labores domésticas. La fiscal Estela Marix Salguero de Alarcón solicitó una pena de 16 años de cárcel para el acusado. Lo consideró autor de catorce hechos de abuso sexual, además de privación ilegal de la libertad y portación ilegal de armas de uso civil y de uso civil condicionado.En tanto, el defensor Forés pidió la absolución por privación de la libertad y el mínimo por el delito de estupro, al entender que la menor consintió las relaciones con su cliente.El tribunal estuvo integrado además por Amalia Avendaño y Roque Romeo Schwenberg.
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