Y para llegar donde he llegado, necesité morir mil veces… Morir, morir, morir y atravesar el olvido, morir de amor, morir de pena, morir de miedo y morir al recuerdo de mí misma muriendo… Lo volvería a hacer porque hoy me tengo a mí misma.Porque cuando la tristeza ya no me dejó respirar y no me dejó descansar, tomándome a tal punto de dejarme sin motivo de vida, sucedió el milagro. Fue en ese momento, ese mismo momento del total olvido de mí misma, cuando ya no me importó nada… fue justo en ese instante en el que me crecieron las alas para volar… Sí, lo recuerdo perfectamente.Crecieron mis alas, las vi desplegarse para volar alto, alto, alto hacia la luz, atravesando el mundo de las sombras, el de las tinieblas del dolor sólo para entender y sentir que las sombras existen para poder atravesarlas. ¡Es el viaje del guerrero!, salir airoso de nuestras propias tinieblas y así ver que en realidad es al final del camino del dolor, que comenzamos a vivir desde el alma y el corazón comienza a palpitar… pero de otra forma.Fue justo en ese momento que pude hacer algo bello con aquello que fue doloroso, hacer algo bueno con aquella rabia contenida…Y hoy te lo estoy contando.¿Cuándo nos sucede? Cuando ya no nos importa nada más, cuando sólo es vivir a nosotros mismos o morir.Y ¿cómo nos sucede? Solamente nos sucede cuando estamos dispuestos a atravesar el fuego interno de la purificación. Atravesar todo aquello que hemos creado, todo aquello que nos ha limitado… Todos esos cuentos que nos contaron y creímos… solamente cuando estamos dispuestos a morir a nosotros mismos.Sólo así descubrirás su poder interno, aquel que es capaz de transformarse completamente… Nada está afuera, todo está adentro. Colabora: Patricia [email protected] Facebook: Patricia Monica Couceiro 376-4433051





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