PUERTO?ESPERANZA?(Enviados especiales). Todos los meses, Inocencia Leiva (53) cambia la foto que tiene pegada en la vidriera de su local comercial con la imagen de Alejandro Cabrera (30), su hijo. “Es una manera de tenerlo siempre presente”, dirá luego, con la voz firme que le dieron estos casi dos años de lucha.La pelea de la mujer tiene que ver con el crimen y la investigación que se lleva adelante. Eduardo (21), acusado por el hecho, está libre a raíz de que el caso fue elevado como “homicidio con exceso en la legítima defensa”, delito que prevé ese beneficio. E Inocencia asegura que el joven la amenazó junto a los suyos en más de una oportunidad.Sin embargo, la mujer no baja los brazos. “No voy a dejar de luchar, prefiero que me lleven presa o me maten. Meses seguidos me tiraron piedras en el techo, me llaman desde un número privado o al fijo y se burlan. Pero yo no tengo miedo. Voy a ir hasta Buenos Aires si es necesario”, le dijo a PRIMERA?EDICIÓN.Casi dos años de ausenciaAlejandro “Junior”?Cabrera (30) era mozo y se había ganado el afecto de sus clientes del shopping posadeño, donde atendía desde hace años. Como era costumbre, siempre que podía regresaba a Puerto Esperanza, de donde era oriundo.Aquel domingo 24 de noviembre de 2013 el joven regresaba a la casa de su madre, en el barrio Nordeste de esa localidad, cuando discutió con Eduardo, aparentemente producto de una rencilla que había empezado minutos antes en un local nocturno.La crónica policial indica que “Junior” fue degollado, cayó desvanecido y falleció a los pocos minutos. Para la Justicia se trató de un “exceso en la legítima defensa” porque entendió que fue la víctima quien se presentó con un cuchillo. Inocencia niega terminantemente eso e incluso asegura que tiene testigos, pero que los mismos fueron “atemorizados”?por allegados del imputado e incluso por algunos policías.“Ellos son una banda pesada y patotearon a todos los testigos junto a dos mujeres policías”, explicó Inocencia. Laura, una de las hermanas de “Junior”, aclara esa cuestión: “Esas mujeres fueron en su hora de guardia hasta la casa de esa señora y le dijeron que tenía que ir a declarar ya mismo. Le dijeron que le convenía decir que no vio nada para no tener problemas. Esta señora nos contó todo luego y nos dijo que está dispuesta a ir ante la Justicia”.Pese a ello, Inocencia separa a los “policías buenos” de los “policías malos”. Reconoce que el actual jefe de la comisaría local, Carlos Kallus, y el comisario Norberto Encina, de Posadas, les ayudaron y dieron una mano. De regreso con la testigo que las entrevistadas consideran clave, hay otro punto en la historia que, aseguran, les jugó en contra. “Realmente nos sentimos estafados por los primeros abogados que tuvimos. Uno de ellos debía llevar a la testigo al Juzgado de Puerto?Iguazú y luego nos enteramos que nunca lo hizo. Se quedó con la carpeta del seguro de vida de mi hijo y nunca regresó”, contó Leiva, y admitió que todo ese proceso les provocó una pérdida económica tremenda, más para una familia trabajadora como la suya. Por eso está decidida a presentar una denuncia en los próximos días ante el Colegio de Abogados.Entre tantos vaivénes, Inocencia admite que aún guarda algo de fe en la Justicia. “Todavía tengo esperanzas de que salga el juicio y ese chico vaya ‘adentro’, porque no puede ser que alguien mate así y siga libre”, reflexiona. Para?Laura, en cambio, las expectativas no son las mismas: “Yo ya no creo en la justicia de los hombres, pero sí en la divina”.A algunas semanas para que se cumplan dos años del hecho, Inocencia y Laura se aferran a las fotos de “Junior”, esas que cambian todos los meses de la vidriera. “Lo recuerdo todos los días, siempre lo tengo en mi corazón. El es mi bebé, mi vida, me da todas las fuerzas para seguir adelante”, remata Leiva




Discussion about this post