La práctica de Asanas (posturas) nos aporta claves simples y profundas para éste y mayores propósitos, como vimos en la nota anterior cuando explicamos que componen una octava parte del gran sendero del Yoga. La gimnasia y los deportes centran generalmente su efectividad en nuestra capacidad de acción sobre el mundo exterior, mientras que las posturas de Yoga (ásanas) “obran en profundidad en nuestro universo interior, en el plano físico (vísceras, glándulas endócrinas, cerebro, sistema nervioso) y en el plano mental, al que aportan calma y serenidad sin excluir el dinamismo y la alegría”, como dice el Profesor André van Lysebeth, destacando que “constituyen un ejercicio de concentración de primer orden” y poniendo de relieve que procuran gran flexibilidad y resistencia “sin causar fatiga ni enervamiento”… ¿Por qué?Porque nuestra práctica postural, a diferencia de los habituales ejercicios físicos, no implica gasto sino incremento de energía ya que favorece la absorción de PRANA y es inseparable de Pranayama, el cuarto grado del Astanga Yoga en los Yoga Sutras. Veamos: PRANA significa energía vital, aliento de vida… “es simultáneamente el aliento y la dinámica del cosmos…” como dijera Yogananda; siguiendo a van Lysebeth, “es la suma total de las energías del Universo”, constituyéndose la respiración en la principal puerta de entrada del prana, pero “sin que nos limitemos a un simple ejercicio respiratorio ya que Pranayama significa: la captación, distribución y administración consciente de las energías vitales pránicas en el organismo”. Es soporte y objetivo de las posturas, si bien la cuidadosa realización de las posturas es clave para progresar en pranayama porque están totalmente interrelacionados, como veremos en una próxima nota.En la colchoneta, en la hora de Yoga, compruebas que “la columna vertebral erguida estabiliza el cuerpo y mejora el estado de alerta mental” y que “una columna vertebral elástica es sinónimo de salud”, como dijera Ramiro Calle; porque más que un mero estiramiento y tonificación del cuerpo físico, la práctica de las posturas sostenidas con respiración lenta y profunda (Ujjayi Pranayama) procura despejar y activar los canales y centros de energía a lo largo de la columna vertebral, fuentes de bienestar y plenitud que detallaremos más adelante. Entonces, en la hora del ahora, puedes establecer un diálogo íntimo y silencioso con tu cuerpo, explorar y aceptar tu realidad física, descubrir los estímulos que necesita para funcionar armoniosamente y lograr el tan mentado equilibrio entre cuerpo, mente y emociones, coronado por minutos de completa relajación.Y aquí vamos a hacer una aclaración muy importante: No te dejes intimidar por las espectaculares fotos de posturas máximas con que numerosas publicaciones suelen ilustrar textos sobre Yoga. Cada ásana tiene varios grados de realización según distintas escuelas, que requieren tiempo, perseverancia y paciencia si el propósito es avanzar en ellas. Pero la práctica que nos ocupa no tiene nada que ver con la espectacularidad sino con el adentramiento, con la autopercepción, con la experiencia profunda del modo como los diferentes ásanas y pranayamas producen efectos corporales, energéticos, mentales y emocionales que resultan en placentera salud psicofísica y paz espiritual. En tal sentido, el Dr. Jayadeva del Instituto de Yoga de Bombay, India, recomienda “que las ásanas se realicen hasta donde el practicante pueda, no tiene que ser difícil y siempre hay que buscar lo esencial más que la forma”. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de [email protected]




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